Viernes, 2 de julio de 2004 | Hoy
SALUD
No hay dudas de que la píldora anticonceptiva significó un antes y un después en la libertad sexual de las mujeres. Pero no es menos cierto que esa libertad creció a la sombra de la amenaza de lo que puede ocasionar un simple olvido. Contra ese margen de error que siempre quedó del lado de las mujeres, los métodos se siguieron perfeccionando: implantes, parches y anticonceptivos masculinos son las novedades que seguirán escribiendo la historia.
Por Luciana Peker
Hoy a nadie se le ocurriría
saltar siete veces hacia atrás después de un orgasmo o untarse
con miel antes de hacer el amor si no fuera como una receta erótica.
Sin embargo, estas fórmulas y muchas otras más se practicaron
en la historia de la humanidad para disfrutar del sexo sin encontrarse con un
embarazo no deseado. Ya en los papiros de Ebers, una compilación de textos
médicos egipcios de 1550 antes de Cristo, se encuentra constancia de
la utilización de estas y otras creencias místicas, aunque poco
efectivas como métodos anticonceptivos. Recién en 1959 se patentó,
en Estados Unidos, Enovid 10, la primera pastilla anticonceptiva. En 1960, cuando
empezó a venderse, el mundo cambió. Con la píldora en la
lengua las mujeres pudieron hablar de placer, gozar sin hipotecarse y tener
el poder de decidir su vida.
En realidad, más de cuarenta años después, en la Argentina,
incluso con una ley de salud reproductiva, todavía el acceso a las pastillas
está bloqueado, en muchísimos casos, por las barreras del poder
iglesias, gobiernos locales, médicos, escuelas, hospitales, etc.
o por la expeditiva barrera de la exclusión. Pero así como la
pelea por imponer los derechos reproductivos como derechos humanos avanza, también
sigue avanzando la investigación científica sobre nuevos, mejores
y más democráticos métodos anticonceptivos.
En España se lanzó el 9 de junio pasado un nuevo sistema de implantación
subcutánea (que se aplica a través de un muy pequeño cortecito
en el brazo) que tiene eficacia ininterrumpida durante cinco años. Además,
ya se usan parches anticonceptivos, anillos vaginales y se espera, con ansiedad,
el lanzamiento del anticonceptivo masculino para dentro de, aproximadamente,
dos o cinco años.
Cuidate,
querete, olvidate
Un romance fugaz que nos despierta en una cama inesperada, una noche de rendición
frente al televisor sin que nos demos cuenta, o simplemente un olvido son enemigos
archiconocidos de las mujeres que toman pastillas y que, por olvidarse, se vuelven
sospechosas de sus novios, amigas, psicólogos o de ellas mismas de ser
embarazadoras enmascaradas. Pero no están solas. El 43 por ciento de
las mujeres que toman pastillas, en España, se olvidan, al menos una
vez al año de tomar la píldora lo cual disminuye la eficacia
anticonceptiva del método, según datos presentados, en abril
de este año, por el Estudio sociológico para valorar las
actitudes de las españolas en edad fértil, publicado por
el diario El Mundo.
Este talón de Aquiles de las pastillas estaría saldado con el
anticonceptivo subcutáneo que lanzó Schering, con el nombre de
Jadell, y que consiste en dos varillas flexibles que se implantan mediante una
pequeña incisión (de 3 milímetros aproximadamente) y que
liberan, de formacontinuada, 75 miligramos de levonorgestrel, un inhibidor de
la ovulación. Por eso, se promociona como una ligadura de trompas, con
la ventaja de ser reversible.
En la Argentina no se usa este tipo de implantes, aunque, en otros países
de Latinoamérica no es ninguna novedad. Julio Ceoane López, asesor
médico de Schering en el área de control de fertilidad, explica:
Con Jadell se logró mejorar los implantes que ya existían
y hacer un método más cómodo, que se nota menos y es más
fácil de colocar y retirar que los modelos anteriores. Mientras que la
ventaja del implante es que tiene alta eficacia, larga duración, se puede
utilizar durante la lactancia y es 100 por ciento reversible. La desventaja
es que puede llegar a producir sangrado intermenstrual o falta de sangrado.
En España Jadell está financiado por el Sistema Nacional de Salud,
por eso las usuarias sólo tienen que pagar el 40 por ciento de su precio,
que ronda alrededor de los 162 euros. El costo económico y la necesidad
de capacitar a los ginecólogos, entre otras cosas, atrasan la llegada
de este método a la Argentina. ¿Y si llegara a quién llegaría?
¿Estos avances son beneficiosos para las mujeres de clase media o para
todas? Mabel Bianco, presidenta de la Fundación Estudio e Investigación
de la Mujer, subraya: Este anticonceptivo sería especialmente útil
para las mujeres pobres que no siempre pueden ir todos los meses a retirar sus
pastillas y que, por la falta de regularidad, corren riesgo de embarazo.
Aunque la parte negativa sería la falta de autonomía femenina.
Si una mujer desea retirarlo necesita ir al médico, no lo puede
hacer por su cuenta, puntualiza Bianco.
Por su parte, Eugenia Trumper, coordinadora del Programa de Salud Reproductiva
del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, aclara: Estos anticonceptivos
no suplantan a los otros, aunque son nuevas opciones para que la mujer pueda
elegir. Pero si los nuevos métodos llegan al país y son aprobados
por la Anmat la ley autoriza a que los incorporemos a la oferta de anticonceptivos.
Pero hay otras novedades que ya llegaron al país: los parches. Este sistema
también quita la presión diaria de la toma de pastillas, y la
propia usuaria puede colocarse (como una curita) los parches (hay que utilizar
tres por mes, uno por semana, con una semana de descanso), aunque su eficacia
sólo dura treinta días. La caja cuesta alrededor de 30 pesos.
Los parches van eliminando por piel la cantidad de hormonas necesarias
para evitar la ovulación. Llegaron hace más o menos un año
a la Argentina y ya los están eligiendo del 1 por ciento al 5 por ciento
de las mujeres que usan anticonceptivos. Son un cambio enorme porque le quitan
a la mujer la responsabilidad y los trastornos derivados de tener que tomar
la píldora, enfatiza Mario Sebastiani, presidente de la Asociación
Argentina de Ginecología y Obstetricia Psicosomática.
También hay innovaciones dentro de las pastillas tradicionales. Por ejemplo,
Yazmin que tiene un año en el país se promociona como
una nueva categoría en anticoncepción oral porque además
de evitar un embarazo cuidaría la piel y el pelo. Pero la gran revolución
está por llegar. Si la masificación de las pastillas fue el gran
disparador del cambio del rol de la mujer en la sociedad, tal vez la llegada
de los anticonceptivos masculinos que también vendrían en
forma de implante logre mayores avances en la equidad de género.
No falta mucho. Los laboratorios Organon y Schering están estudiando
conjuntamente una hormona contraceptiva masculina entre 350 hombres en 14 centros
europeos. Se están investigando varias líneas para que los
varones no produzcan espermatozoides pero, a la vez, no pierdan testosterona,
sintetiza Ceoane López.
La historia de la píldora no se terminó de escribir.
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