Viernes, 11 de noviembre de 2005 | Hoy
MUSICA
Buen momento para escuchar atentamente no sólo el único disco de M.I.A., la eterna inmigrante que nació en Londres, creció en Sri Lanka –de donde es originaria su familia– y ahora se desespera con la “islamofobia” que ha tomado a la capital británica. Pero afortunadamente existe el hip hop, al que ella le hace honor; igual que a la militancia revolucionaria de su padre, a la que se suma su música, su arma.
Por Mariana Enriquez
En este momento, mientras Francia arde y miles de jóvenes hijos de inmigrantes excluidos esparcen su furia como un reguero de pólvora por Europa, una figura como la de M.I.A. –que hace dos semanas hizo un show memorable en el Festival BUE en Buenos Aires– cobra una dimensión diferente. Porque, de forma casi excluyente, esta chica de Sri Lanka rapea sobre lo que es ser una inmigrante en una gran metrópolis y lidiar con prejuicios y racismo desde chica. “En este momento, es impresionante la islamofobia en Londres”, le decía hace poco a un semanario inglés. “No se dice mucho, pero hay cada vez más problemas para los asiáticos en este país desde el 11 de septiembre. Además, esta situación está arruinando la interacción cultural de Londres. Siempre seguí a la cultura británica, la cultura underground, y musicalmente siento que fui parte de diversos movimientos. Por primera vez, todo está callado, quieto. Antes había una identidad confusa entre los jóvenes, se sentía algo energético y colorido. Y, de repente, todo el mundo está hablando del problema de la inmigración, los diarios gritan ‘¡Inmigrantes vuelvan a casa!’, y lo pueden poner en portada sin que sea políticamente incorrecto. Y con toda esta cuestión del terrorismo, el lugar común es que los musulmanes son malos. Las comunidades están aún más divididas. Y aquí es cuando decidí decir: ‘Bueno, lo único que siempre dice Londres es que está orgullosa de ser una ciudad cosmopolita y multicultural’. Y a menos que la gente en este país se ponga de pie, empiece a gritarlo y decir que es algo fantástico, de alguna manera no están cumpliendo con su deber.”
M.I.A tiene 27 años y un solo disco, Arular, donde mezcla hip hop, dub y varios otros géneros con beats poderosos y una voz alternativamente furiosa y aniñada. Pero cualquier descripción desmerece la potencia del disco, que es tan fuerte como melodioso, con temas capaces de funcionar al mismo tiempo como himnos guerreros o ringtones. Algunos críticos lo celebraron al punto de decir que es el Sandinista! del nuevo milenio. Y esto puede relacionarse con la historia personal de M.I.A.. Su nombre completo es Maya Arulpragasam, nació en Londres, pero a los once meses sus padres decidieron volver a Sri Lanka, donde vivió hasta los 12. Su padre es A.R. Arulpragasam, pero también se lo conoce como Arul Pragasam; de cualquier manera, su nombre de guerra era Arular, y en su honor M.I.A. lo eligió como título para su disco debut. Arular era integrante de los Tigres Tamil, organización armada que desde los setenta reclama un estado independiente para los ciudadanos de la etnia tamil de Sri Lanka –desde 2001, el conflicto entró en un cese al fuego–. Cuando era chica, M.I.A. creía que su padre –en la clandestinidad– era su tío. Después de una estancia en Madras, donde su hermana contrajo fiebre tifoidea, la familia no dejó de moverse de un lado a otro. “Mi infancia estuvo inundada de violencia”, cuenta. “El convento donde estudiaba fue bombardeado por el gobierno, vi morir a mis amigos. Miembros de mi familia fueron encarcelados y torturados. En 1986, escapamos de Sri Lanka, de vuelta hacia Londres. Mi padre se quedó. Hoy es escritor, y aunque sigue interesado en política, ya no está en la clandestinidad ni volverá a participar de la guerrilla. La situación ha cambiado.” Como refugiada, la familia de M.I.A. fue ubicada en un complejo habitacional del estado llamado Phipps Bridge, en las afueras de Londres. Allí residían cuatro mil personas, dejados de lado por cualquier institución. M.I.A. iba a clase con chicos “especiales”, porque debía aprender a hablar inglés; las lecciones consistían en mirar televisión. “Creo que el hip hop me salvó la vida entonces”, cuenta. “Cuando vivía en el complejo, pensaba que los demás chicos creían que yo era una mierda porque era distinta a ellos. Podía pasarme la vida tratando de encajar, sin lograrlo, o encontrar algo mío. En ese momento, el hip hop recién empezaba, era under, y yo ya lo escuchaba, gracias a este chico que era mi vecino. Me habían robado la radio unos pibes que vendían drogas, y que siempre me pegaban. En realidad, se robaron todo de la casa. Pero yo fui a pedirles mi radio. Tenía catorce años. Les dije que iba a llamar a la policía. Sacaron un cuchillo y me amenazaron. No podía ganar. Pero me iba a lo de mi vecino, y escuchaba Public Enemy, MC Shan, 3rd Bass, Ultramagnetic MCs. Después empezó el dance, el ragga, cosa que fue muy buena porque era más británica; los jamaiquinos del barrio lo escuchaban y tocaban, y la vibración era muy diferente a la música norteamericana. Creo que mi trabajo es una fusión de todo eso, más toques personales.”
Lo que la define, de todos modos, es la política, gracias en particular al hit “Sunshowers”, un tema que narra el asesinato de un joven confundido con un terrorista, escalofriante profecía del asesinato del inmigrante brasileño en los subterráneos de Londres. “Cuando veo a Bush en la tele hablando del Eje del Mal, no puedo evitar sentirme el Otro. Y pienso, ‘mierda, pobre papá’. En los setenta, todo lo que él quería era ser un revolucionario, como Bob Dylan. Tenía miradas idealistas sobre el mundo, sobre mejorar al mundo y pelear por la gente que no tenía voz. Y ahora a un personaje como él lo han convertido en un terrorista malvado, un enmascarado con una semiautomática. Sí, mi padre estaba en la lucha armada. Pero es mucho más complejo que eso. Y creo que Arular, como homenaje a él y como mi voz, ayuda a complejizar y cambiar esta horrible mirada homogénea. Es poco, pero es mi arma.”
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