El imaginario estético de Kito Rojas admite vestuarios para escenarios y portadas de discos cuyos exponentes más actuales son un traje de camarera de cadena de fast food con recursos de diva pin up para Juliana Ga-ttas o el pantalón y chaleco ceñido en lamé color plata con ornamento de cinturón corazón en purpurina a la medida de Ale Sergi, ambos líderes de la banda pop Miranda! También incluye las túnicas para el escenario a la medida de Alfredo Casero o los atuendos de monja y hábitos medicales que Fernando Peña lució en la obra El niño muerto; y hasta vestidos para protagonistas del vodevil Desangradas en glamour y chaquetas de vinilo multicolores inspiradas en el estilo Elvis Presley para el líder de bailanta Pocho La Pantera. El correlato de sus atuendos festivos con citas a la historia del rock y el pop trasladados al imaginario latinoamericano son las numerosas labores de interiorismo para celebraciones: desde su debut en 1993 con un árbol de Navidad de veinte metros de altura para adornar las Galerías Pacífico, hasta alfombras de 45 metros de largo, urdidas en cuerina verde para las festividades anuales en que la revista Gente fotografía a los arbitrarios personajes de cada año en el Hotel Alvear. También ha hecho puestas en escena de presentaciones, ya de un canal de cable que hace foco en la historia y pide trajes victorianos para ambientar una trama en tiempos de Napoleón Bonaparte o el lanzamiento de una nueva fórmula con nuevo packaging de leche pasteurizada y para la cual ideó secuencia de barras dignas de coctelería que exultan prints de vaquitas holando-argentino.

En su más reciente participación, durante veinte días, como jurado de un reality show sobre supermodelos grabado en Centroamérica y que se emitirá en canales de cable de Latinoamérica. “El secreto es el brillo, me encanta el brillo”, dice sobre el común denominador de sus realizaciones.

Desde que en 1989 arribó a Buenos Aires desde la provincia de San Luis, primero fue habitué del bar Bolivia y luego camarero de El Dorado (“fue mi escuela de moda, en la forma de prepararnos para atender a los clientes había mucho de composición de personajes, allí Juan Calcarami y Sergio De Loof fueron mis padrinos”). Kito Rojas fue bartender, anfitrión y organizador de desfiles en Ave Porco, tuvo una tienda de ropa vintage en la galería Quinta Avenida y organizó el ciclo de desfiles Alternativa, cuyo listado de modelos admitió a María Gabriela Epumer y a Hilda Lizarazu.

“Mi objetivo fue y sigue siendo desarrollar una marca de ropa para hombres, pero la vida me llevó a trabajar en vestuario para músicos y actores... Primero vestí a Divina Gloria para un show en El Dorado, luego Silvina Paolucci me encargó ambientar el camarín de Madonna y recurrí a telones plisados y fuentes llenas de flores, y luego la vestuarista Sonia Lifchitz me encargó trabajar junto a ella en los trajes de Fito Páez para la presentación del disco Circo Beat”, dice Kito Rojas sobre sus comienzos en la moda vinculada al rock.

La reciente pasarela de sus superlooks con gli-tter fue el teatro Gran Rex, en ocasión de la presentación oficial de El disco de tu corazón, de Miranda! La audiencia de niñas y adolescentes recordaba a los rituales de fans del musical Mago de Oz, con sus recreaciones de Dorothy y sus rubby slippers agolpados en el Madison Square Garden pero que, traspolado a interiores de la calle Corrientes, resulta en una mezcla de estribillos de amores perversos en boca de niñas de ocho que en el baño de señoras enfatizan su make up con purpurina y los tocados y vinchas con peluche, o antenas en forma de corazón. ¡Hasta confiesan haberse pasado la noche en vela para bordar la M! de la banda en sus mochilas con lentejuelas!

Ya en el escenario, los músicos pasaron de un enterito blanco y corto ornamentado con rosas, a la camarera de alta sastrería en amarillo y rojo, (Juliana G), pantalones ceñidos con chalecos de tuxedo en color oro o plata, que emulaban a Gary Glitter, Prince y Bowie, y cuyos artificios fueron acentuados con luces de colores destellando en las guitarras y verdadera psicodelia para entendidos, ideada por el diseñador de puestas Sergio Lacroix.

¿Cómo empezó tu trabajo para Miranda! y la construcción del estilo?

–Empezó con cosas vintage que yo tenía en mi productora de vestuario y que en un momento les prestaba. Luego empezamos a crear en la composición de personajes, vi a Juliana, la cantante, como una pin up de los años cuarenta, a Lolo, el guitarrista como el chongo rockero, porque en él mi premisa fue exagerar lo masculino, y a Ale Sergi como un personaje de comic, que puede derivar a animador de circo. Como a Monoto, otro de los músicos, no le gusta exponerse, le inventé un traje de mandarín con citas al rockero. Para cada disco trabajamos con temas diferentes pero alrededor de esos patrones.

Juliana está muy informada sobre moda y diseñadores, tiene muy buen gusto y trae referencias de moda como por ejemplo una campaña de un perfume con flores rosas que luego dispara los adornos de un traje.

La primera vez que armamos los trajes espaciales ellos hablaron de una situación espacial que para mí derivó al comic, de ahí surgió la idea del lamé que se usaba en los años setenta, y lo resolví con telas importadas que ya no se consiguen.

Sé a quiénes admiran, entonces vamos por ahí y por el lado de la tendencia, siempre pido a las banda que me deje escuchar la música que está componiendo. O a los directores, el texto de una obra. Para vestir a los personajes necesito saber de qué estamos hablando. Hasta el momento les hice diez looks, en general se hacen una o dos veces por año.

¿De qué modo la interacción con lo que el público pone de moda genera cambios?

–En la banda pasó algo muy curioso, ellos tocaban para un público específico de adultos y después el público cambió hacia niños(as) y adolescentes y eso marcó un cambio muy notorio en el vestuario, había que apuntar a otro espectador. El anteaño pasado les hice un vestuario dark, más rockero, y recurrí a que se viera el cambio de ropas en vivo enfatizado por sombras. Y ellos llevaron trajes con luces, que llevaban hasta cincuenta lucecitas por prenda y unos zapatos con dragones y lentejuelas que se desmontaban.

Pero con el cambio de público hoy Miranda! es lentejuela, purpurina, glamour e ilusión y luego la gente debajo del escenario consume esos imaginarios del comic.

Creo que la mayor sorpresa de vestuario que vi entre el público fue en Rosario, me quedé atónito cuando vi a un nene fan con una copia exacta de un traje dorado que yo había hecho para Alejandro; ahí caí en la cuenta del poder de la comunicación desde el vestuario. La estética inicial del vintage cambió por el brillo y lo futurista.

¿Cúales son otros referentes de tu labor actual como vesturista?

–A Alfredo Casero le hice unas túnicas para su actual show, y me inspiré en la ropa y el modo de uso de la decoradora Gloria César para ir a fiestas en la playa. Durante mucho tiempo, cada noche vestí en vivo y delante del público a Fernando Peña. Y en mi reciente viaje a Costa Rica, invitado como representante de la moda argentina para un reality de modelos, combiné ambas labores. Por un lado llevé ropa negra con la que se vistieron las finalistas y la conductora y el traje de príncipe con botas para el personaje masculino, un galán que elige a las modelos. Pero además, tan pronto como vi la locación en la que estaríamos los integrantes del jurado (desde un conductor del E! entertainment! a productores televisivos y modelos) decidí embellecerlo, me fui a la ferretería más cercana y con unas telas y unas cintas que tenía lo transformé.

Fotos: gentileza Marcelo Setton, Machado Cicala, www.jmescobar.com