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Viernes, 21 de marzo de 2008

RESISTENCIAS

Una dulce condena

Son diez chicas que rondan los 25. Sólo una sabe acabadamente de qué se tratatocar la guitarra, pero todas se suben al escenario en un ritual de grupo que expresa de viva voz una conciencia feminista y combativa que las integrantes de Condenadas al Exito fueron forjando en marchas y encuentros, en la calle y en los barrios.

 Por Verónica Engler

Se sorprendieron cuando vieron algunas chicas que lucían remeras con la leyenda: “Mujer bonita es la que sale a luchar”. Fue en la ciudad de Córdoba, en octubre pasado, durante el XXII Encuentro Nacional de Mujeres. Todavía no habían hecho el debut ante el gran público, que acontecería a la noche en el Club Juniors, en donde se realizó la peña de cierre del encuentro. Allí miles de señoras y señoritas de todo el país bailaron y cantaron: “Prity woman, te tenés que depilar / Prity woman, y de los hombres gustar / También tenés que adelgazar / Para poder encajar / En esta, en esta sociedad...”, el súper hit de las Condenadas al Exito, la banda bullanguera que integra una decena de mujeres de la regional La Plata del Frente Popular Darío Santillan (FPDS).

Al ritmo del clásico “Oh, Pretty Woman” –de Roy Orbison– esa noche de festejo las chicas cantaban “Mujer bonita es la que sale a luchar / Mujer bonita, por trabajo y dignidad” acompañadas por todas las que subían al escenario y las que desde abajo seguían a pie juntillas lo apuntado en el cancionero que las chicas de La Plata habían repartido.

“La idea, justamente, era que el canto sea colectivo”, señala María Eugenia. “Este es el sentido más fuerte que le encontramos a la banda.”

Condenadas al Exito es una banda militante ciento por ciento, autodefinida feminista y combativa, surgida al calor del Espacio del Mujeres del FPDS hace más o menos un año. Desde entonces vienen trajinando marchas y encuentros en los que de viva voz cantan lo suyo, que, dicen, no es sólo suyo sino de todas las compañeras que sufren esta sociedad patriarcal, sexista y capitalista. La idea es sacar afuera experiencias dolorosas, transformarlas en otra cosa y, claro, también “pasarla bien”, aclara Florencia, guitarrista del grupo.

“Nos empezamos a enganchar con el tema de formarnos un poco más en las problemáticas de género”, cuenta Clarisa en un aula del predio Roca Negra, en el partido de Lanús, donde pronto se inaugurará un bachillerato popular, si se logra frenar el remate del terreno abandonado hace años –en donde se desarrollan diferentes emprendimientos productivos– anunciado para el próximo 4 de marzo. “Nos juntamos y pensamos que estaría bueno hacer letras combativas que reflejen un poco la situación de las compañeras. Ninguna sabe tocar nada, salvo Florencia.”

El promedio de edad del grupo es de 25 años y todas se conocen desde hace varios años de sus militancias en los movimientos de trabajadores desocupados (MTD).

Una vez por semana cada una deja lo que está haciendo, se sube a la bici y conduce hasta el Centro Cultural Social Olga Vázquez, expropiado por resolución parlamentaria a fines del año pasado. Allí ensayan y participan en diferentes emprendimientos productivos. “Te cambia el humor, porque es un espacio de liberación”, sonríe Daniela, que también integra la Cooperativa Textil Juana Azurduy.

En la banda, aparte de la guitarra hay instrumentos de percusión como el bombo, el rayador y la pandereta, que fueron quedando “del agite de las marchas”.

“La primera vez que salimos fue en La Plata, cuando le hicimos un escrache a la Universidad Católica, por el caso LMR, la chica discapacitada que habían violado, y la Justicia falló para que no le permitieran abortar”, rememora Florencia.

“Y a partir de ahí las compañeras del Frente nos decían que teníamos que seguir –agrega Clarisa–. Al participar en el Espacio de Mujeres y en los Encuentros nos fuimos fogueando.”

Todas declaran haber experimentado una transformación profunda en su cotidianidad al poder empezar a hablar entre ellas y discutir temas que, se suponía, venían a la zaga de los problemas “importantes” que eran por los cuales, en principio, iban a los piquetes. En esos cortes de calles y rutas empezaron a desbarrancarse los propios prejuicios y le empezaron a perder el miedo a la palabra feminismo. “La imagen que yo tenía de una feminista era terrible, era una individualista y burguesa que no se pone de acuerdo con nadie”, confiesa Constanza.

Hace justo un año, las chicas participaron del primer campamento de formación en género organizado por el Espacio de Mujeres del FPDS. En ese encuentro de tres días, realizado en la localidad bonaerense de Glew, discutieron, debatieron y cantaron, pero también tomaron una decisión grupal que comunicaron al resto de sus compañeras y compañeros de militancia: se afirmaban como feministas. “Y se tiró como propuesta que el Frente se declarara antipatriarcal, como se declara anticapitalista, para nosotras era fundamental”, cuenta Clarisa. “Porque las relaciones sociales también se constituyen en relaciones de desigualdad a través de las diferencias de género”, continúa María Eugenia.

Finalmente, el plenario nacional del Frente estuvo de acuerdo y se declaró antipatriarcal. Hecho que no quedó en una mera declaración de buenas intenciones, sino que implicó la incorporación de temáticas en el FPDS que hasta ese momento se venían discutiendo sólo en los espacios de mujeres, como la trata de personas, la violencia doméstica o el aborto, todos tópicos que las Condenadas al Exito repasan en sus canciones.

“Aborto legal”, por ejemplo, dice en su estribillo –al ritmo de “A desalambrar”, de Daniel Viglietti–: “Aborto legal, aborto legal / que este cuerpo es mío, no es tuyo ni de él / ni del fiolo, ni del cura, ni del patrón, ni del juez”.

En un alto de la entrevista, la banda presenta uno de los temas a estrenar en las calles platenses. Al son de “La Bamba” entonan: “Yo era una de esas / Yo era una de esas que obedecía / me callaba la boca / me callaba la boca, no discutía / No decía nada, nada de nada / y por dentro lloraba y gritaba / ¡Basta, basta! ¡de violencia!”.

De a poco las chicas van sumando elementos musicales para enriquecer su cánticos, inclusive ya han hecho una “demostración de talentos”, para saber cómo canta cada una y tener una idea aproximada de quién puede ser grave o aguda a la hora de entonar. “La cultura no tiene por qué ser elitista”, declara Constanza reivindicando el amateurismo de la banda. “La cultura también es decir, y si es colectivamente mejor.”

Aparte de fortalecer el espacio de la banda, las chicas se proponen para este año poder trabajar las letras de las canciones en los talleres de mujeres de los barrios para “de lo malo que vivimos sacar algo más alegre –augura Clarisa–. Los encuentros de mujeres en los barrios son re emotivos, se genera mucha confianza y a pesar de la tristeza de muchas historias de las compañeras, siempre sale la alegría, lo positivo, la mística”.

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