Viernes, 19 de diciembre de 2008 | Hoy
MONDO FISHON
Por Victoria Lescano
Este año la diseñadora Sonia Rykiel celebró sus cuarenta años en la moda con una colección con ochenta pasadas consagradas al verano 2009 y fue sorprendida por Nathalie, su hija y coequiper en diseño, con el anuncio de un show paralelo: el de los trajes que treinta de los diseñadores más influyentes de siglo veinte y veintiuno idearon en su homenaje. El festival paralelo de moda Rykiel contó con aportes del imaginario de los franceses Jean Paul Gaultier, Jean Charles Castelbajac, los belgas Martin Margiela y Olivier Theyskens, pasando por los americanos Donna Karan, Ralph Lauren y Michael Kors, Vivienne Westwood, Stella McCartney y el japonés Yohji Yamamoto. Y entre sus propuestas celebratorias cautivaron el vestido escultura con agujas de crochets clavadas en el frente a modo de adorno y que se complementaba con un ovillo adosado a un pequeño carro-rueca ideado por Gaultier, una serie de abrigos de piel que en su morfología citaban el peinado savage con rulos y flequillo que la diseñadora usa aún a sus setenta y ocho años y también sus célebres abrigos de piel en colores estridentes ideados en los ’70. Los enteritos holgados, un clásico de Rykiel, fueron emulados por Stella McCartney en un conjunto a rayas color crudo y blanco con chaqueta y boina al tono, mientras que Ralph Lauren y Michael Kors los adaptaron a la usanza del sportswear norteamericano. Las rayas en blanco y negro emblemáticas viraron en trajes flamencos bocetados por Lacroix y modernas deconstrucciones por Sophia Kokosalaki. El rostro de la creadora fue tema de una estampa iconoclasta: Karl Lagerfeld, el creador de Chanel, tramó un catsuit negro con prints surrealistas del rostro de Sonia –y lo abrigó con un cardigan a rayas rojo y negro–, mientras que Jean Charles de Castelbajac hizo un microvestido serigrafiado con su rostro y le aplicó pelo de muñecas.
Ya en 1995 y desde el disco París, Malcom Mc Laren, el ex estilista punk y ex socio de Vivienne Westwood, le dedicó la canción “Who the Hell is Sonia Rykiel” –y la invitó a cantar con él a dúo–. Para quienes tienen el mismo interrogante y se pregunten quién diablos es Sonia R., los diccionarios de moda la califican de “reina del tricot”, un apodo que le fue aplicado por la prensa americana circa 1967 debido a sus tejidos con rayas, slogans e inscripciones, tanto en tamaño petit como holgados. Los comienzos de su labor en moda remiten a 1962, y en palabras de la creadora “fue por accidente”: ella buscaba vestidos en punto para vestir y exaltar su embarazo y, como no los encontraba en el mercado, bocetó uno y se lo encargó a un modelista veneciano. Su primer diseño oficial fue un diminuto suéter negro muy ajustado al que llamó “suéter de chico pobre” porque simulaba estar algo roto y deshilachado –si bien requirió de siete sesiones a un modelista de Venecia y fue portada en la edición francesa de la revista Elle–. Los estilistas de la modernidad de la escena inglesa los veneraron aunque hubo quienes no disimularon su ironía al interrogar ¿acaso hay que ser un niño de doce años para poder usarlo? Los aportes a la moda de Rykiel remiten, además, a una silueta desestructurada que rompió con las convenciones de la moda francesa, puesto que desde la pasarela manifestó que no era necesario llevar el traje sastre engamado a lo Chanel ni ostentar las galas en alta costura que predicaron otros de sus compatriotas. Por el contrario, vistió a las mujeres de los años ’70 y los ’80 con pantalones y overalls en tejidos finos y silueta holgada. Además de tiendas con colecciones para mujer, hombre y niñas, una línea de cosmética, otra de perfumes y una segunda marca con precios más accesibles llamada Sonia, Rykiel es también la autora de varias novelas que veneran sus fans de Japón, un diccionario de moda de la A a la Z y otro de literatura infantil. A comienzos de 2000 reinventó su lenguaje con una línea de vestidos de noche de apariencia vintage y una línea de abrigos tejidos con los que volvió a demostrar que la ropa de punto se adapta y resiste los dictados de las tendencias. Luego de observar la colección propia que admitió tanto faldas rectas con boinas de crochets, blusas transparentes en arena, pantalones holgados con plataformas y una reversión de su clásicas estampas con la leyenda “I have a dream”, declaró: “Se trata de mi colección número cuarenta y uno, si bien hay muchas prendas de mi archivo que todavía me gustan, tengo ganas de hacer nuevos diseños”.
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