Viernes, 19 de diciembre de 2008 | Hoy
PALABRAS MAYORES
Así como el cupo no garantiza la perspectiva de género, ¿por qué pensar que las nuevas tecnologías brindarían contenidos menos apoliyados? Por optimistas, quizás. Porque al menos Internet como soporte para el entretenimiento de niños y niñas no lo hace.
Por María Mansilla
Cualquier mujer contemporánea (y lectora de estas páginas) que se tome 5` y escriba en el buscador “Juegos+online+niñas” o contraseña semejante gran susto se ha de llevar. Más que susto: probablemente sienta una desilusión parecida a la que provoca medirse una malla nueva. Al recordar que un nuevo soporte no genera, de por sí, un lenguaje nuevo. Al confirmar que se trata apenas de juegos digitalizados que aprovechan cierta arquitectura multimedia de la web, y nada más. Es sólo una cuestión de forma. Claro: la mayoría de los proveedores de contenidos son las fábricas de muñecas y empresas semejantes. ¿Quiénes esponsorean las páginas? Mastercard. Una crema anticelulítico que vende Pampita. Una marca de laptops.
Muchos portales de juegos derivan a las más chiquitas de las internautas a contenidos que no sólo responden al estereotipo de mujer más insoportable: encima están teñidos de una decadente cuota de erotismo. En www.valerita.com, al igual que en www.juegosdiarios.com, www.noelia.com y www.juegos.com, por citar sólo un par de ejemplos, las propuestas se llaman: “Maquillaje perfecto”, “La gran cita”, “Cocina una torta”, “Pon guapo al angelito de navidad” (¡!), “Ordena tu cocina”. Las explicaciones de los juegos harían poner colorada, incluso, a la editora que escribe los títulos de la revista Cosmopolitan. “Cómo besar a tu compañero de pupitre cuando la profesora no os mire”, “Gana dinero y pasarás de nivel”, “Las chicas también saben jugar a fútbol: intenta meterle un gol a tu amiga”. Para colmo, la exigencia: no sólo hay que cocinar hamburguesas, hay que hacerlo ¡rápido!, no sólo hay que cuidar a bebés, los bebés son más llorones que los trillizos de Shrek, y así. Vale reconocer que seguramente gracias a la venganza de algún/a programador/a, se infiltran opciones como “Saca tus fotos en la entrega de los Oscar” y “Crea tu propia ciudad submarina”.
“Los que producimos material para chicos tenemos que desestructurar y desestigmatizar lo que hasta ahora era lo femenino –reconoce Marcela Czarny, directora de www.chicos.net–. Hay que analizar qué hacen las chicas espontáneamente, más allá de las ofertas. Porque si vas a una librería, también les ofrecen libros que hablan de los novios o de cómo ser la más linda. En Internet: lo mismo. Si la pregunta es por qué se replican los mismos contenidos en un medio nuevo la respuesta es: porque se consume eso. Hay un montón de otras maneras de ser nenas que están opacadas por ese modelo hegemonizado.”
En el portal chicos.net, los contenidos educativos son la estrella; sin embargo, el de Juegos es el canal más visitado. “Estamos haciendo una investigación que se llama Usos y costumbres de los chicos con las nuevas tecnologías y confirma algo que definimos años atrás, con otro estudio: los chicos en Internet hacen lo mismo que en la vida real. Los que tienen muchos amigos en Internet chatean; los fanáticos del fútbol buscan juegos de fútbol; las chicas que siguen a un músico buscan sus letras. Internet no modifica las actitudes y la postura que tienen la personas en la vida real”, agrega Andrea Urbas, su directora de contenidos.
En cuanto a los hábitos de navegación, las nenas no sólo están expuestas como consumidoras pasivas de los diferentes contenidos. Se sabe que “les gusta la producción de páginas, estar en Facebook y subir fotos más que a los varones –advierte Urbas–. Por esto ya estamos pensando cómo trabajar en prevención, cómo elaborar criterios para que ellas evalúen qué se publica en Internet y qué no, y cómo cuidarse”.
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