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Viernes, 19 de diciembre de 2008

EL MEGáFONO

El Estado pierde otro espacio de mujeres

 Por Marta Antunez *

¿Será redundante decir que el deporte es uno de los últimos reductos que le queda al patriarcado para determinar quiénes se quedan o salen del sistema, por dónde se entra, dónde se quedan y en qué canchas se juegan las decisiones, quiénes son los elegidos para disputar el partido?

En diciembre de 2003 se creó el Area Mujer en la Secretaría de Deporte. Se trató de una creación de palabra y de hecho, unipersonal: sin papeles, resoluciones, estructura, sin espacio físico y fuera del gabinete del organismo... Sin embargo, se llevó adelante.

Una de las misiones fundamentales del Area –cuyo rumbo nunca se torció– fue dar mayor visibilidad a las mujeres en todos los ámbitos deportivos: no sólo acompañar a la deportista exitosa y medallista, sino recobrar para la mujer, la niña, la adolescente el papel de la actividad deportiva en sus propias vidas, habida cuenta de que el deporte, las más de las veces, se asume como propio del varón. Actuar en esos ámbitos es transgredir, pisar límites y escapar del deporte, o bien quedar en la orilla si el sistema no logra incluirla. El planteo tuvo dos caminos: las políticas de mujeres y los organismos que pudieran ser afines por un lado (esto en lo interinstitucional, con el Consejo Nacional de la Mujer, la Dijer y las ONG feministas); las políticas deportivas (en lo intrainstitucional, con la Secretaría de Deporte y los organismos deportivos) por el otro.

El Area logró presencia internacional, teniendo en cuenta que sólo tres países de Iberoamérica cuentan con organismos similares (además de Argentina, sólo había en España y Puerto Rico). La cima del reconocimiento al Area se dio en la IV Conferencia Internacional de Kumamoto; luego vinieron capacitaciones, intercambios, relaciones donde Argentina tenía siempre lugar en el mundo de las mujeres deportistas. Lamentablemente, en marzo de este año no estuvo a tiempo la resolución para llegar a Jordania, donde, bajo el lema “El deporte como vehículo para el cambio social”, se realizaba la IV Conferencia Mundial Mujer y Deporte del COI, encuentro con base en los objetivos del milenio.

Aun durante los años de funcionamiento del Area Mujer, la Secretaría privilegió –y continúa privilegiando– lo masculino, llegando por ello a despreciar las actividades que las mujeres generan por sus propios medios, especialmente en deportes “de hombres” como el básquet o el fútbol, o los profesionales como el tenis. El combate más duro se dio en lo social: en facilitar a las niñas el acceso a actividades de juego y placer, lugares seguros (o al menos algún lugar). Las que rompieron el patrón de que el deporte –especialmente el fútbol– es para ellas son invisibles a las políticas sociales del deporte. Excepto en los Juegos Evita, al fútbol las nenas no juegan; el Estado se niega a ver la necesidad de acciones específicas para niñas, a usar el deporte como herramienta de empoderamiento. Cuando se habla de acciones para “todos”, no se piensa en niñas y mujeres. La carencia de estadísticas demuestra la invisibilidad de las que juegan y la necesidad de las que no pueden.

En el final de esta gestión –que no fue deseado, que no significa que las tareas hayan quedado concluidas– he escuchado que las políticas públicas deportivas no requieren de perspectiva de género, que las “cosas de mujeres no se hacen en la Secretaría sino en otro lado”. Precisamente por saber trabajar en redes fue que la Ley de Violencia que actualmente tramita en el Congreso contempla la figura de las organizaciones deportivas. Estos pasos hacia adelante no pueden quedar relegados al patriarcado deportivo.

* Flamante ex responsable del Area Mujer de la Secretaría de Deportes de la Nación.

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