Viernes, 8 de mayo de 2009 | Hoy
LA VENTA EN LOS OJOS
La nueva publicidad de Renault (Symbol) se dedica a explicar, en un compilado de escenas, lo que significa ser mujer y lo que significa ser hombre. Mientras mujer es parir, hombre consiste en debutar en un prostíbulo, entre otros ítem. Vale la pena verla, un interesante y patético paseo por la prehistoria.
Por Graciela Zobame
¡Hola Susana! Hola y perdón. Cómo no preguntar si los dinosaurios están entre nosotros si cada tanto la publicidad nos ofrece una prueba de vida. Basta ver la nueva de Renault. Y ya la habrán visto, dado que hace ya unas semanas que está en el aire. Aquí vale acotar que si esta columna no salió disparada de inmediato fue por una ingenua confianza en que el sentido común iba a primar. Que algún sentido de la responsabilidad, sentido histórico, de autocrítica, iba finalmente a quitarla de circulación. Pero el comercial que propone: “Hacete hombre. Comprate un auto de hombre”, sigue allí.
Primera escena: unos aullidos molestos y una mujer pariendo, y otra, y otra. Todas gritan, todas dan a luz. Un cartelito al costado dice, como definición de definiciones: MUJER. (Sí, está escrito con letras rosas.) Sí, no hay más escenas para ella. Se define a la mujer pura y exclusivamente por su condición reproductora, representada en su más teledrámatica versión. La que no quiere, no puede, no sabe todavía, así como aquella que haga, sea, desee alguna otra cosa que no sea parir, que se olviden de este auto. Y de ser mujer. Quienes digan que por lo menos en esta publicidad no se ha recurrido a la antiquísima división entre la puta y la madre, sigan mirando y ya verán.
Escena dos: aparece un bebe recién nacido mientras en el costado de la pantalla otro cartelito dice HOMBRE (Y sí, en celeste) al que se agrega enseguida un signo de pregunta.
He aquí un signo de pregunta que es también un signo de esperanza. Porque parece que la publicidad se hará cargo de la famosa frase de Simone de Beauvoir: “No se nace mujer, se deviene mujer”. Pero esta vez de cara a la masculinidad, ya que tampoco se nace hombre. Bueno, nada de eso. Por lo visto, la crisis de masculinidad o la pregunta por dónde reside la misma, tiene respuesta en la prehistoria para la gente de Renault, que se ha salteado en su viaje en el tiempo no sólo a la pobre Simone sino toda la historia del siglo XX , digamos que desde la píldora anticonceptiva hasta la creación del Inadi.
Es que las escenas que definen lo que es un hombre, o cómo se deviene hombre, son las siguientes: descubrir tus primeros pelitos en las axilas, que tu padre te lleve a un puterío, que te masturbes en tu cuarto, que juegues al billar y emboques, y que lo hagas con tu uniforme de colegio privado frente a un team de coreanos violentos y salvajes que tal vez te maten a golpes, que fruto de tu primera resaca vomites en un partido de rugby, que llores ante una película romántica que te juntaste a ver con los muchachos, que soportes estoico una revisación del proctólogo –cabe en este contexto interpretar que se trata de una light recreación de la frase, “macho es el que la probó y volvió”–. En fin, hacerte hombre es que todos los muchachos te palmeen la espalda por cada acción iniciática cumplida, lo mismo que hace tu padre piola cuando te lleva al Fantasy, un burdel donde la chica de la entrada te recibe con una palmadita en el culo. Hacerte hombre es ir a comprar el Renault junto con tu padre otra vez, quien te da el visto bueno, porque ya es hora. Hacerte hombre es que en uno de tus primeros paseos en auto, tu mami, que viaja al lado tuyo, te obligue a agarrar el volante con las dos manos.
Hará falta argumentar por qué razón esta publicidad a esta altura en que la violencia hacia las mujeres y la trata de blancas ya no son vistas ni por la sociedad ni por las leyes como gajes del sexo débil, resulta prácticamente una apología del crimen. Nos quejamos de la prostitución y promovemos que la masculinidad es hacerse cliente.
Por lo visto, hoy por hoy, son los hombres los más necesitados de referentes ante una masculinidad que se diluye y en este sentido este corto publicitario les falta el respeto a las nuevas generaciones, a todos aquellos hombres y mujeres que se esfuerzan por desmarcarse de estos mandatos retrógrados.
Pero no es sólo desde el punto de vista feminista, progresista e izquierdista que esta publicidad es denigrante. Por ejemplo, desde un estricta defensa al orden y la familia, surge esta pregunta: Si ser mujer es tener un hijo, ¿quién será el padre de los niños de las señoras que aparecen en la primera escena teniendo en cuenta que en ninguno de los ítem de los varones aparece enamorarse, acompañar a su mujer en el parto, trabajar, hacerse cargo de los hijos? Un hombre, seguro que no. O, por lo menos, no mientras se encuentre manejando un Renault Symbol.
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