Viernes, 7 de agosto de 2009 | Hoy
EL MEGáFONO))) 1
La principal impulsora de la Ley de Educación Sexual en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires frente a los renovados ímpetus fundamentalistas.
Por Ana Maria Suppa *
Tras un largo debate legislativo y social el Congreso aprobó a mediados de 2006 la Ley Nacional de Educación Sexual y hacia fines de ese año la Legislatura de la Ciudad de Bs. As. hizo lo propio con una ley local. Ambos proyectos –que fueron objeto de amplios debates públicos, rondas de consulta y polémicas en los medios y que recibieron el apoyo de más del 90 por ciento de la sociedad según las encuestas– fueron sancionados con un altísimo grado de consenso. De ninguno de ellos puede decirse que hayan sido aprobados “entre gallos y medianoche”. Por el contrario, son expresión de una labor legislativa madura y reflexiva que incluyó a todos los sectores, aun aquellos que al principio se manifestaron en contra, como es el caso del macrismo en la ciudad.
Pretender reabrir ese debate incluyendo cuestiones que fueron discutidas profundamente como el derecho a la educación sexual y a la información por parte de niños/as y jóvenes, el papel de la patria potestad y de la objeción de conciencia en temas educativos, la inclusión de la perspectiva de género y la universalidad de ciertos contenidos ligados al cuidado y protección de la salud y la responsabilidad sexual, es no aceptar las reglas de la democracia. Pretender que el material elaborado por el Ministerio de la Nación para la formación de docentes en educación sexual no aborde esas cuestiones y las desarrolle, es pretender que se desconozca y desobedezca la ley.
La educación sexual integral es necesaria porque es una herramienta fundamental para el desarrollo pleno de las personas, para el cuidado de la salud, para el ejercicio responsable de la sexualidad y para la prevención de abusos, violaciones y embarazos no deseados. En suma, la educación sexual, en muchos y diversos sentidos, salva vidas. Y además contribuye a la formación de personas autónomas, más aptas para dirigir su vida y sus actos según sus propias convicciones éticas en el marco de una moral socialmente compartida.
* Profesora y legisladora porteña (mandato cumplido) e impulsora de la Ley de Educación Sexual en la Ciudad de Buenos Aires.
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