Viernes, 7 de agosto de 2009 | Hoy
[IN CORPORE]
La revalorización de las tetas (son dos, aunque los médicos suelan singularizarla com dar LA teta) ya tiene años de campañas de salud pública que, sin embargo, no logran extender ni la licencia por maternidad, ni el tiempo no laborable para cumplir con el mandato de lactancia exclusiva por seis meses, ni generar espacios de lactarios en los trabajos (aunque sea para poder sacarse leche tranquilas), ni promover la implementación de guarderías en las oficinas (para poder estar tan cerca del bebé que se pueda subir y bajar el corpiño en el tiempo en que se toma un café) ni otras medidas que no sólo le digan a la madre todo lo buena que es la lactancia, sino que la ayuden a dar la teta tranquila, sin tener que dejar de trabajar ni sentirse atormentada.
En el 2009, además, la lactancia está más revalorizada porque, sin llegar a ser una vacuna también tiene buenos efectos colaterales ante la gripe A H1N1. “Los niños que reciben lactancia materna tienen menos riesgo de padecer infecciones respiratorias severas independientemente del agente que las cause”, afirma Inés Klein, pediatra de Infant.
Aunque otro factor que no se tiene en cuenta en la promoción de la lactancia materna es –también– cuidar la salud de las madres que, en los sectores vulnerables, sufren anemia, descalcificación y desnutrición, aunque ellas no suelen ser atendidas por sus carencias de alimentación. Igualmente, la médica Klein sostiene que es mejor promover la lactancia que darles cartones de leche maternizada. “Aun las mujeres desnutridas son capaces de producir leche de suficiente calidad y cantidad para suplir las necesidades de crecimiento del niño”, asegura Klein.
Pero otro punto importante es que todos los halagos a la leche natural (tan fácil de transportar, tan económica e incluso tan mimosa) tienen un efecto devastador para las mujeres que no pueden o no quieren dar la teta y sienten que cuando agarran una mamadera la mirada social las castiga porque se salen del renovado mandato de dar la teta. En una postura anticulpa, Klein también aclara: “Siempre se debe alentar a las madres a que les den de mamar a sus hijos pero si, por alguna circunstancia, esto no es posible no tienen por qué sentirse culpables: igualmente podrán criar muy bien a sus hijos”.
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