Viernes, 6 de noviembre de 2009 | Hoy
Los jóvenes sólo son mostrados como ricos en la abundancia por la ficción y como marginales, drogadictos y violentos o peteras por los documentales o noticieros. Los expertos reclaman que haya más diversidad de imágenes y que se cuente la exclusión que sufren. El Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión critica en un informe el tratamiento audiovisual sobre la juventud. Pero también, los propios chicos y chicas piden voces propias para salir de la imagen mediática que busca estigmatizarlos y de los reclamos políticos que piden criminalizarlos.
Por Luciana Peker
Un chico se derrumba en un cordón de la vereda, una niña mujer con minifalda tambalea con una copa y otra cuenta –¿confiesa o se autoincrimina en medio de una borrachera?– que puede hacer sexo oral de parada para que le regalen un trago. Dos chicos se agarran a trompadas con ruido de botellas sonorizando el “¡qué barbaridad!” que se escucha –inevitablemente– del otro lado de la pantalla y dos adolescentes se agarran de los pelos, por un chico, por ellas, ¿porque no hay otra cosa que hacer o qué mostrar? ¿Porque da rating o porque es más fácil mostrar a menores –los menores siempre son malos y no chicos o chicas– asesinos o ladrones, criminalizarlos y pedir que se baje la edad de imputabilidad que contar que a ellos/as el secundario no les garantiza trabajo, que si trabajan tienen que estar parados 14 horas como repositores o sentadas como cajeras de supermercado bajo condiciones de explotación extrema, que en los comedores comunitarios ya no se los considera aptos para recibir comida ni en los puestos laborales con experiencia para pelear el pan o un par de zapatillas y un celular que es lo que ellos y ellas quieren?
Pero los y las jóvenes tienen mucho más que decir y que hacer que estar encerrados en institutos desde los 14 años o sacar chapa de peligrosos, indiferentes o inútiles desde los 16. “Me pasó que hay restaurantes que no me dejan entrar o que estoy sentado en el colectivo mirando para otro lado y una señora me gritó ‘¿no le podes dejar el asiento a la chica?’ Yo la veo que tiene un bebé y se lo doy. Pero, de una, en vez de pedírmelo o pensar que no la había visto la vieja me empezó a putear y a decirme ‘sos un irrespetuoso’ y a decirme como cinco veces ‘¿Qué te pasa? ¿Estás cansado?’ Y sí, yo estaba cansado, venía de fútbol ¿Y qué? Pero el asiento lo iba a dar igual”, relata Rafael Tonelli, portador de 16 años, no tan fáciles de llevar en una sociedad que entroniza a las que parecen jóvenes (pero no lo son), pero que demoniza a los adolescentes que ruedan por las calles de verdad.
Sofía Ganem tiene 21 años, vive en Tucumán y participa de “Jóvenes por la elección y el placer” y resalta: “No se advierte lo nociva que puede resultar la frase ‘La juventud está perdida’. Lejos de eso, encuentro cada vez con más frecuencia a adolescentes comprometidos/as que consideran que la realidad puede transformarse. Son jóvenes que experimentan que sus derechos son vulnerados constantemente y que siguen siendo considerados/as objetos de tutela por parte del Estado y no sujetos/as de derecho, como el derecho al placer, sin discriminación ni violencia”.
Sin embargo, la tele –para una sociedad en la que pasa lo que se pasa en la tele– está mirando otro canal. Un informe del Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión sobre las representaciones en las juventudes en programas informativos y periodísticos, realizado desde noviembre del 2008 a marzo del 2009 –al que tuvo acceso Las12– y que monitoreó los programas La Liga (Telefé), Policías en acción (Canal 13), Ciudad sin control (C5N), Violencia adolescente (Canal 26) y Jóvenes en riesgo: mucho alcohol y violencia (Canal 9) criticó: “Con la pretensión de mostrar la noche y mostrar las costumbres y formas de diversión de los jóvenes se realiza un recorte que no reconoce la heterogeneidad que conforma a estos grupos (...) y se realiza una selección del contenido audiovisual que ilustra la violencia, la falta de límites y de proyectos”.
¿La visión de la televisión influye en la vida real de los y las adolescentes? “Sí”, contesta Rafael. “No quieren mostrar a un adolescente leyendo, sino a uno tirado pegándose y después esa imagen nos perjudica porque cuando entras a un lugar siempre piensan que vas a hacer quilombo”, explica que ven cuando lo ven. También influye en el discurso de la opinión pública y –lo peor– en las políticas públicas que piden cuatro llaves para esos jóvenes descontrolados que miran en su televisor. “Se recurre a falacias de causa falsa –acusa el Observatorio–, por ejemplo, cuando el conductor de C5N comenta: ‘Los chicos inventan la mamadera con alcohol’ y en La Liga una cronista pregunta: ‘¿Es verdad que las chicas son capaces de tener sexo por un trago?’”.
Por supuesto, las chicas son miradas discriminatoriamente por la cámara que siempre prefiere buscar sus lugares bajos. Por eso, el Observatorio interpela: “Hay una mirada discriminatoria sobre las jóvenes cuando, por ejemplo, se resalta ‘Ahora son las chicas las que se pelean’ y se reproduce y naturaliza un rol pasivo de la mujer desde la sorpresa o indignación que despierta que las chicas sean parte de fenómenos sociales históricamente considerados como patrimonio de los hombres. Los estereotipos de género impiden visibilizar que la violencia siempre es repudiable y que se desprende que (la pelea) es apreciada un tanto como ‘graciosa’ y de menor calibre comparada con una pelea ‘de verdad’ entre varones”.
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