Viernes, 26 de marzo de 2010 | Hoy
MúSICA
Con nuevo disco bajo el brazo, la arpista y cantante Joanna Newsom parece haber dejado el bosque encantado para embarcarse en un trabajo monumental, profundo y más accesible.
Por Guadalupe Treibel
Hace poco más de dos años, Joanna Newsom llegó a la Argentina armada de un arpa y una voz imposible, aniñada y preciosa. Era un duende de pelo largo y ojos claros que creaba su propia mitología y, entre tema y tema, sus leyendas jugaban a la naturaleza encriptada en trance folkie, al cuento de hadas. Presentaba Ys (2006), su segundo LP, un manojo de canciones largas que tomaba su título del cuento bretón sobre la ciudad sumergida más hermosa de todos los tiempos, la que nunca podrá verse. Ese disco barroco, alucinatorio y orquestal podía con todo y aunque su primer trabajo –The Milk Eyed Mender (2004)– había recibido buenas nuevas, Ys la depositó en la esfera de visibilidad... y expectativa.
Y ahora es cuando el expectante se sacia. Porque, después de cuatro años sin editar material nuevo, la cantautora yanqui de Nevada se descocó y lanzó Have One On Me, un álbum de tres discos, dos horas y 18 tracks, donde los ríos, las criaturas y los huesos vuelven (pero no son millones); las viejas –y tan festejadas– alegorías de Newsom ya no copan por asalto. Tampoco la voz (des)atinada y literalmente encantadora. Ahora su caño madurado y preciso la pasea por un combo extra large de canciones donde ningún género parece negado: country, soul, jazz, pop, folk, gospel, todos dicen “presente”. Y saluda el banjo, el piano todoterreno, el acordeón, la mandolina y –claro– el arpa.
Pero ¿qué hizo la otrora chica vintage todo este tiempo? Las pistas indican que abandonó el bosque y se fue a la ciudad. Es que la que alguna vez declarase: “Soy vaga, no tengo muchas ambiciones. Quiero una pequeña familia y escribir la mejor música que pueda”, se mantuvo ocupada el último rato. ¿Cómo? Pues, musicalizando un comercial de corpiños, haciendo de mamá urbana que descuida a su hijo en el videoclip “Kids”, de la banda pop MGMT, haciendo de modelo para la campaña W Mag, de Giorgio Armani. Muy chic. El amor a la orden del día, con un sonado affaire con el actorcillo de Saturday Night Live Andy Samberg. Nada mal para quien parecía un ser de otro mundo.
Con todo, hubo tiempo para escribir temas que abren la interpretación. Porque están los que dicen que Have One On Me habla del amor en todas sus formas: por la pareja, por uno mismo, por la familia, por el país. Pero es un amor roto porque a la docena y media de canciones la invade tristeza, literalidad e incluso crítica: “La inclinación de esta extraña Nación / Y la voluntad de permanecer en el tiempo / Agitando la bandera / Sintiendo cómo se hunde”, canta la veintiochoañera en “Good Intentions Paving Company”, uno de los tracks más festejados por la crítica. No por nada, la especializada Pitchfork le puso 9 de nota, tras definirla como “su canción más humanizada”.
Mientras, en “Does Not Suffice”, Newsom relata cómo junta sus cosas para abandonar para siempre la casa del ex. En “Baby Birch”, se despacha con sentido lamento maternal. En “On A Good Day”, la lengua se agita agridulce: “Ey, el final está cerca / En un buen día, podés ver el final desde acá / Pero no podes volver atrás ahora, aunque el camino sea claro / Me quedaré por el recordatorio”. Así, Joanna parece haber entendido que, aun sin ser complicada, puede sacudir, movilizar.
Aunque (más) claros sus lyrics, Have One On Me es un disco para escuchar y volver a escuchar; colosal, merece varias pasadas para captar sutilezas (no sólo “letrísticas”, también musicales). No es el genial desquicie orquestal de “Ys” ni la formulita de canción más... convencional de “The Milk Eyed Mender”; es un poco de ambos. 50 y 50. Y se mantuvo bien encubierto hasta su reciente lanzamiento en Europa, Australia y Estados Unidos. Para evitar filtraciones online, dicho sea de paso. (Por suerte para Argentina, la web ya dispone de links para downloadear la masterpiece.)
Con su salida oficial el mes pasado, salieron también los comentarios. Para Los Angeles Times, el (triple) disco no puede ser duplicado. Para revista Mojo, es una obra de arte incuestionable y en expansión, inteligente y conmovedora; Newsom es, para la publicación, una de las mejores compositoras de su generación. Uncut redobló la apuesta y definió al trabajo como “una segunda obra maestra, con suficientes ganchos y encanto para atrapar a más de un agnóstico”. Más allá de las prédicas, están las canciones y, sin lugar a dudas, vale la pena escucharlas. Con o sin duendes mágicos.
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