Viernes, 8 de octubre de 2010 | Hoy
DIEZ PREGUNTAS > A DARIO WITT
Por Clarisa Ercolano
–Es una ONG que intenta abordar integralmente la problemática de la violencia familiar, con un 0800 las 24 horas, con sistema de refugios-hogares transitorios con domicilio reservado (ingreso en última instancia con riesgo de vida para la mujer y los niños en caso de que los tenga, para que no pierdan el vínculo en situación crítica), Casa del Niño, talleres para adolescentes, de reflexión para adultos y niños, talleres de capacitación y producción (logramos exportar producción a España, Italia, Japón, EE.UU., Alemania, empresas nacionales como Repsol, Farmacity, Natura, C&A, Musimundo, etc.), equipo técnico legal con asesoramiento y representación gratuita civil y penal, equipo técnico interdisciplinario, de prevención y capacitación en escuelas, universidades, comedores comunitarios, comisarías, cárceles, gobiernos y acciones de sensibilización y concientización.
–Nació de un impulso solidario de muchas personas que trabajábamos en una Casa del Niño del Padre Cajade de La Plata. Allí comenzaron a aparecer mujeres con niños víctimas de violencia familiar que no tenían un lugar donde ir. La intención inicial fue dar una respuesta concreta a ese problema concreto para intentar evitar que no se destruya el vínculo con los hijos y que tengan un lugar de contención y protección.
–No, soy un hombre acostumbrado desde hace muchos años a trabajar en equipo con muchas mujeres y también con hombres. Creo que el trabajo conjunto de mujeres y hombres es imprescindible para generar cambios genuinos en la comunidad, en una problemática social de abordaje científico nuevo y complejo.
–Creemos que la desigualdad de derechos entre los géneros, que ha sido construida culturalmente, legitimada social, jurídica y políticamente a través de los siglos, ha favorecido la perpetuación, naturalización e invisibilización del abuso de poder de los que la cultura ha definido como “fuertes” (hombres) sobre los “débiles” (mujeres y niñ@s). La historia del abuso de poder de los más “fuertes” sobre los más “débiles” en el mundo es la historia de la violencia familiar. Es el núcleo basal de la desigualdad universal.
–Toda nueva ley que proteja y consagre derechos para las personas sirve. Lo que no debemos olvidar es que una ley es un papel escrito, y que puede quedarse en meras aspiraciones y buenas intenciones si no existe una comunidad preparada, atenta, informada y decidida a hacerla cumplir. Con esto quiero decir que el Estado nunca se ha adelantado, a través de la historia, a resolver un problema social si antes la comunidad no lo identificó y presionó para que esto suceda. Esta es la historia de los avances sociales en el mundo. Los derechos no se regalan, se conquistan comunitariamente para que sean sostenidos verdaderamente en el tiempo.
–Lamento decirle que la cifra es una mujer cada menos de un día y medio. Llegar a una denuncia es hacer pública una situación. Pero si para la comunidad y para el Estado que la representa esta situación no está identificada dentro de las prioridades públicas a resolver lo que ocurrirá es la falta de respuestas, la desprotección y la impunidad implícita de los agresores. En la mayoría de las muertes por violencia de género existían denuncias, lo sabían familiares, organismos de salud, Justicia, seguridad, etc. La culminación de estos casos como “crímenes pasionales”, que así son presentados, hasta por parte de la prensa, colaborando a encerrarlo nuevamente dentro de la esfera privada; no es más que la consecuencia de lo anterior. En realidad la impunidad de los agresores está tan invisibilizada que son verdaderas “crónicas de muertes anunciadas”.
–El domicilio reservado de los refugios-hogares transitorios hace a una eficaz metodología de intervención. Cuando existe riesgo de vida (amenazas de muerte, tentativas de homicidio, abusos sexuales simples o agravados) real y concreto, la mujer y los niños deben estar en un lugar en donde no puedan ser encontrados fácilmente por los agresores ya que el riesgo de que las maten o lesionen es real y concreto y tenemos muchas experiencias desagradables al respecto y también hace a la buena intervención y protección de los operadores que intervienen en estas situaciones extremas.
–Intervenir en la problemática es aprender a escuchar y a acompañar un proceso. Una mujer generalmente no hace lo que quiere o lo que nosotr@s podríamos considerar “correcto”, sino lo que psicológicamente “puede” hacer en ese particular momento. Hacerle sentir que será escuchada y respetada en sus opiniones y que no nos “apropiaremos” de sus derechos y decisiones hace a una buena metodología de intervención. No debe existir una actitud paternalista sino una postura que favorezca el respeto mutuo, haciéndole saber que está transitando una situación circunstancial en su vida, y que es más común de lo que ella imagina. La intervención debe apuntar a que la persona continúe su vida de manera más independiente que cuando nos conocimos.
–Desde lo económico hemos ido desde el autofinanciamiento, la presentación de concursos a nivel internacional, hasta la creación de convenios de cooperación mutua con el Estado. Desde lo anímico-emocional, tratamos de tener supervisiones psicológicas que nos permitan intervenir de una manera que privilegie el trabajo en equipo, el buen humor y el desarrope de los trajes de Batichica y Superman, en donde la dinámica de lo cotidiano muchas veces te obliga a vestirlos. Tener que lidiar con la omnipotencia omnipresente de intervenir para salvar vidas en muchos casos y luego la impotencia de no poder ayudar a resolver muchos de éstos, deben llevarnos a comprender que estamos interviniendo en una problemática muy compleja, con siglos en contra y que los avances deben apreciarse a través de pequeños avances y pasos concretos.
–La mujer sabe, desde el primer momento en que tomó contacto con Casa Abierta María Pueblo, que lo hace para irse, así debe ser, y nos gusta intentar que se vaya con la idea de que hay otra manera de ver y construir un mundo, pero que para lograr ese mundo más feliz para ella, para sus hijos y para todos, hay que estar dispuesto a luchar en todos los ámbitos, sin miedo, sin perder la alegría y siempre dispuestos a cambiar nosotros para luego intentar que cambie lo demás.
* Darío Witt es coordinador y fundador de la Casa Abierta María Pueblo para Mujeres, Niñas y Niños Víctimas de Violencia, ubicada en la ciudad de La Plata. Es emprendedor social de Ashoka y embajador de Amnistía Internacional por la No violencia contra las Mujeres. Recientemente organizó un acto en el Obelisco para representar a la cantidad de víctimas que sufren violencia familiar y doméstica. Para colaborar, se puede buscar el grupo de la Casa María Pueblo en la red social Facebook.
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