Viernes, 21 de enero de 2011 | Hoy
Por Ana Lia Glas *
Silvio Berlusconi, Il Cavaliere, dueño de un imperio mediático, el hombre más rico de Italia, detentó el poder varias veces y ahora es el Primer Ministro italiano. Es un empresario de derecha, devenido político. Ha sido acusado de conexiones con la mafia. Sin embargo, es un paladín de la moral católica, pero ahora se lo vincula a “escándalos sexuales” que en realidad implican el consumo de prostitución infantil. Berlusconi es un “prostituyente” de menores: un delincuente.
Tal vez los medios no lo difunden de esa manera y lo relacionan más con “fiestas” o “excesos” de los poderosos, algo que hace acordar al canto de repudio de la legitimación de la dictadura militar que decía: “No hubo errores, no hubo excesos, son todos asesinos los milicos del proceso”. No creo en los “excesos”, sino más bien en actos deliberados.
Pero mientras la fiscalía lo acusa de inducción a la prostitución de menores y concusión (abuso de poder), el Papa (Benedicto XVI) sólo emite una pequeña reconvención. Es que el Vaticano considera que actualmente se están atacando los valores fundamentales de la vida y la familia a través de la despenalización del aborto, la fertilización asistida y el derecho a la eutanasia.
En ese sentido, Berlusconi ha sido siempre un gran aliado de la Iglesia. Aunque, en realidad, son la Iglesia y personajes como Il Cavalieri los que, con las políticas que defienden y con su accionar, ponen en peligro la integridad de niños, niñas y adolescentes a través de las actividades de curas pedófilos, de políticos prostituyentes y de las muertes de mujeres pobres por abortos clandestinos.
“Nunca haré nada contra el Vaticano”, dijo Berlusconi esta semana y con esa promesa compró las bendiciones que necesitaba. Ya que el mismo Papa que pretende intervenir en los cuerpos de las mujeres impidiéndoles el derecho al aborto seguro, legal y gratuito; el que se opone a que personas del mismo sexo se unan en matrimonio; el que permite la pedofilia de sus sacerdotes y los apaña (con el argumento de que en la década del setenta esa práctica era normal); el mismo que toleró al nazismo y a las dictaduras militares en Latinoamérica y que se opuso a la Teología de la Liberación, entre otras cosas, lo apañan.
Zygmunt Bauman nos habla del “mundo consumo”, en el que el lugar de la política está ocupado por el ciclo que consiste en adquirir y poseer cosas para después tirarlas. Los prostituyentes hicieron extensivo este concepto a las mujeres víctimas de Berlusconi, paradigma de político de este “mundo consumo”. ¤
* Socióloga y feminista, integrante del Instituto latinoamericano de Estudios Políticos y Sociales (Ilepos).
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