TENDENCIAS
Las plantas de moda
Se usan las suculentas, esas plantas que
habitaban los jardines de la infancia.
Y los cactus, que remiten al paisaje
mexicano. Y las orquídeas, pero no sólo en flor. Y las acuáticas, que tienen un no sé qué japonés. Los potus y los helechos, afuera.
Por Sandra Chaher
Suculentas, acuáticas; orquídeas, gramíneas. Son las plantas de moda, las que eligen los dueños de jardines y terrazas fashion, las que predominan en los viveros desde que el consumo de plantas ingresó al circuito del mercado como si fuera ropa, libros u objetos decorativos. Ya no son importantes sólo para el que las ama; el que quiere permanecer en la cresta de la ola no puede prescindir de una carnosa suculenta, una colorida orquídea o una simpática lentejita de agua.
“Todas son plantas antiguas, pero antes la gente no las pedía. En la Argentina siempre hubo monocultivo de orquídeas, las más exóticas, pero desde los ‘90 hubo gente que primero como amateurs y después como profesionales empezaron a traer variedades de afuera y ahora encontrás en Buenos Aires algunas increíbles. Así empecé yo”, cuenta Federico Rocha, jardinero y dueño del vivero Madre Tierra, a la vuelta de la plaza de Serrano y Honduras, en Palermo. Madre Tierra abrió hace tres años y se instaló en el mercado como un lugar especial: ahí no hay jazmines comunes, violetas, y menos plantines, sino maravillosas orquídeas, suculentas en flor, gramíneas de todo tipo y dos fuentones con acuáticas en los que Federico agregó el toque in de ranitas negras veteadas en el lomo. “Lo que yo identifico más como tendencia en estos tres años son las acuáticas. Creo que gustan porque son lindas, fáciles de mantener y el feng-shui también ayudó mucho. Venía gente que me decía ‘necesito agua y verde para tal rincón’, pero ahora eso desapareció, lo mismo que las gramíneas. Los últimos dos años veías a la gente joven pidiéndolas, ahora no.”
Jardines temáticos
La clave de las tendencias de moda está en los paisajistas –”las paisajistas” dirá Federico, “porque la mayoría son mujeres”–. “Se hacen seminarios que cuestan 3000 dólares donde traen a Ana Povver o Guy Search, que son ingleses. Los libros y las tendencias vienen de Gran Bretaña y España. ¿Por qué eligen una cosa o la otra? No hay justificación –explica Flavia Mameli, también jardinera y casi Licenciada en Comunicación Social, que trabaja en Flores & Cía, otro negocio de Palermo, pero en la zona Hollywood–. La tendencia de los paisajistas es muy nueva en Argentina, la carrera en la UBA no debe tener más de seis años. Antes el jardín era el de la abuela, con jazmines, camelias, floripondios, que después lo prohibieron porque se dieron cuenta que era estupefaciente. ¿Viste que ahora es todo temático? Yo creo que con esto pasa igual. ¿Querés crear en tu terraza un ambiente tailandés? Ponés peces de colores y orquídeas llamativas. ¿Querés uno mexicano? Lo llenás de cactus y suculentas. Y el boom de las gramíneas creo que tuvo que ver con los countries; son pastos que crecen hacia los costados en forma circular, lo que te permite dibujar en un jardín sin demasiado trabajo formas simétricas, formales, con los tonos que aporta cada variedad.” Federico recuerda una anécdota que evidencia el grado de status simbólico que adquirieron las plantas. Cuando fue la última muestra de Casa FOA varias personas fueron al vivero a pedirle “esas plantas de mimbre que hay en Casa FOA”. Como no sabía de qué le hablaban, fue a la exposición. Las “plantas de mimbre” no existían, eran palos de mimbre, clavados en arena dentro de macetas en forma decorativa.
Pero además de los que se dejan llevar por las modas, están los coleccionistas, esos que aman jardineros como Flavia o Federico. Son los que conocen las plantas que tienen, sus particularidades, sus cuidados, y hasta sufren por ellas. Gracias a ellos, dice Federico, hoy hay en Buenos Aires infinidad de variedades de orquídeas, aunque ya la gente no gasta 90 pesos como hace unos años en un ejemplar especial. A pesar de difundirse, junto con su exotismo las orquídeas mantuvieron su alto costo. “Es mítico que necesiten tanto cuidado, pero también es cierto que no son plantas que crezcan solas –agrega Flavia–. Al haber sido trasladadas de tierras más húmedas necesitan que se les mantenga la temperatura y humedad original, y cada especie tiene su fertilizante”. Tanto orquídeas, como cactus y suculentas hoy se venden hasta en los puestos de flores, pero Flavia previene: “Comprar una orquídea sin flor es bastante poco atractivo, es como un puerro. Y comprársela a cualquiera, más aún si no está en flor, es bastante riesgoso, porque quizá nunca te florezca”. Pero cuando lo hace, la flor no sólo es hermosa sino duradera. Ese es parte del encanto de esta planta que muchas debemos haber recibido a los 15 o cuando nos casamos en la clásica cajita de acetato como símbolo del importante tránsito que atravesábamos.
Mini-paisajes
Las suculentas también son arrobadoras, pero de otra forma. No tienen hojas, sólo tallos, gordos, apretujables, que almacenan gran cantidad de agua, y por eso son plantas que requieren pocos cuidados. Su crecimiento es lento, muy lento, pero cuando se logra que ese retoño comprado hace años alcance las dimensiones de algunos de los ejemplares de Madre Tierra que Federico no vende y que ostentan orgullosos una flor larguísima y colorida, el éxtasis del amante es total. Adriana, la cara visible de Madre Tierra, “el hada del lugar”, como le gusta pensarse, busca las palabras apoyada detrás del mostrador: “Hay algo muy especial que pasa con algunas. Todo el tiempo que mantienen la flor, que es bastante, la planta, los tallos, se achicharran, es como si envejecieran para poder dar vida”. En el vivero se venden desde hace algunos meses “paisajes”: suculentas y cactus en miniatura dispuestos en cuencos de cemento o mesas de madera. Es como mirar un paisaje mexicano o andino. Martín Mezza y Mariano Martínez, de 25 años, son los creadores de estos éxtasis visuales. “Somos aficionados –dice Martín–. Nuestras tías, abuelas, nos empezaron a regalar suculentas que eran de ellas y nos encantó la variedad que había. Y después viajamos por América latina y hace un tiempo empezamos a hacer esto, es como un cuelgue. Al que lo ve algo se le mueve. Lo que estamos esperando con Mariano es que alguien nos venda pastillas de chiquitolina para poder entrar.” Los cuencos que hacen son rústicos y de colores diferentes. Para Flavia, estos accesorios no son un dato menor en la era del marketing. “Con las suculentas podés conseguirte cuenquitos artesanales o las típicas vasijitas del norte, y te armás un paisaje armonioso. Y con las acuáticas, hay fuentones de porcelana, barro o latón, que además son bárbaros porque estas plantas se reproducen a una velocidad increíble.” Digamos que, para encontrar un jardín a la vieja usanza hay que ir a las afueras de Buenos Aires, al interior del país, o simplemente a la casa de la abuela. Ahí estarán la infaltable higuera, el clásico jazmín del cabo, la rosa china, la venerada rosa roja. Pero si se vive en Buenos Aires y se quiere estar a la moda, las tendencias hay que buscarlas en las revistas extranjeras o en los todavía escasos viveros especializados. Y si bien la recesión puede dejar a un lado el consumo deuna orquídea, que no suele bajar de los 25 pesos, uno se puede hacer con un lindo retoño de suculenta por 4 o 5 pesos, y con lentejitas o repollitos acuáticos por el mismo precio.