Viernes, 15 de abril de 2011 | Hoy
EDUCACION
Como parte de su campaña por una educación no sexista, el Comité de América Latina y el Caribe por los Derechos de las Mujeres expone en la Librería de Mujeres los resultados de un concurso para hacer visibles las brechas en el acceso a la educación que separan no sólo a varones y mujeres, sino también a niños y niñas de una región o de otra en detrimento de quienes están más alejados de los centros urbanos. Se presentaron más de 400 trabajos que cuentan a través del arte lo que cifras desnudas a veces ocultan.
Por Juana Celiz
Apoya un solo pie, camina descalza, en puntillas. Hace equilibrio sobre un hilo tan frágil como el del globo que encierra su frase célebre: “Perdón”, “Perdón”, “Perdón”. La otra pata, a 45 grados, y los brazos, sostienen un gato, un despertador, un ficus y seguramente muchas otras cosas invisibles, intangibles, pero pesadas, cargosas.
Esta pieza de humor gráfico estará colgada cerca de otras obras y de muchas fotos como las que envuelven esta nota. Desde el jueves 14, en un espacio nuevo que inaugura la Librería de Mujeres, Pasaje Rivarola 133.
Con esta propuesta, Cladem (Comité de América Latina y el Caribe por los Derechos de las Mujeres) da una lección más en un nuevo tramo de la Campaña regional por una educación no sexista y antidiscriminatoria que en diciembre cerrará su ciclo. Abarca los países de Centro, Sudamérica y Caribe, donde se habla castellano.
“Buscamos una educación que construya relaciones de respeto, igualdad y cooperación entre los géneros, que afiance una cultura de derechos humanos y que no valide ni reproduzca estereotipos, prejuicios e inequidades. Que refleje las distintas culturas que conviven en éste, nuestro continente, uno de los más ricos y de los más pobres a la vez”, enumera la consigna.
La muestra se suma a otras acciones generadas para despertar conciencia sobre la formación basada en patrones machistas y conservadores. Es decir, pensada desde una perspectiva feminista. Como la generación de un portal (www.educacion-nosexista.org) y un boletín donde se reflejan experiencias regionales, “buenas prácticas”, como diría la ONU, y otras que no lo son tanto, sobre todo para inspirar a las y los docentes, contagiarles perspectiva de género. También elaboraron diagnósticos, país por país, que arrojan esas realidades concretas que las cifras oficiales nunca llegan a sondear. Mientras, se formulan qué hacer con el abismo que existe entre el avance formal hecho en la letra fría de leyes y tratados, y la práctica.
Son parte de un concurso motivado para ponerle carne, caras y escenarios a esta preocupación. La convocatoria superó las expectativas: llegaron 400 trabajos desde muchos países, hasta de Egipto y España. El jurado estuvo integrado por Rep y Diana Raznovich (humoristas gráficos), Ananké Asseff y Julio Pantoja (fotógrafos) y Susana Chiarotti Boero (por Cladem).
“Como cada contexto es distinto, así se puede evidenciar cómo se expresan las discriminaciones combinadas: las propias del género, en el espacio público, en la escuela, en el trabajo”, observa Milena Páramo. Ella es colombiana, parte vital de Cladem y de Proyecto Pasos, organización que hace trabajo territorial con jóvenes desplazadas y campesinas. Una de las imágenes que más le quedaron grabadas, dice, es la del ministro de traje beige que con el índice en alto señala: “¡Hay que cambiar la modelo de educación!”. Y un asesor cabizbajo le aclara: “El modelo, señor”.
La convocatoria fue lanzada en la última Bienal de Fotografía Documental de Tucumán. “La idea fue sumar otras miradas, otras voces, otros canales, poder hacer nuevas lecturas acerca de un tema invisible como éste”, dice Adriana Guerrero, coordinadora nacional de la ONG.
“Si una mira el acceso a la educación, vemos que en casi todos los países se ha avanzado. Porque el número de matrículas ha ido aumentando. Ese es el medidor. Pero, pues, ¿y si le metes otras cosas como permanencia, calidad, qué tantos de esos son indígenas o afrodescendientes o campesinos?”, observa Milena Páramo.
Y continúa: “La educación se ha precarizado para hombres y mujeres. Ya no se piensa como derecho sino como servicio. Esto limita sus capacidades y posibilidades. Ya no te entiendes con un ciudadano que requiere acceder a ese derecho, sino con un cliente que puede o no pagar un servicio. El capitalismo lo que hace es claro: se apropia de una institución y crea sujetos y crea posibilidades, o las limita. Somos sociedades patriarcales, las escuelas son patriarcales. Si los Estados son capitalistas pues las escuelas tendrán un toque capitalista. ¿Para qué estamos formando a la gente? Para que pueda producir para el sistema, y para hacer cosas, para venderlas. Pero no es una educación crítica. Entonces la campaña fue una excusa para que Cladem, su red de mujeres y organizaciones parte, le entremos al tema del derecho a la educación ligado a otros derechos asociados a la lucha feminista”.
Uno de los resultados más contundentes de la investigación que hizo foco en la vida de los casi 600 mil millones de fueguitos, como diría Galeano, que titilamos desde la Antártida hasta México, tiene denominador común.
No se trata sólo de la exclusión de las niñas motivada por matrimonios precoces, embarazos adolescentes, violencia sexual, trabajo infantil, trabajo doméstico, las distancias que hay que recorrer para llegar a los centros, problemas físicos o discapacidades. La universalización de la escuela primaria es casi un hecho. ¿Y la educación a nivel inicial? “La brecha no está entre los sexos sino entre las regiones –denuncia Guerrero–. La pobreza del interior de los países sigue siendo el gran impedimento para el acceso y la permanencia.”
Argentina En Buenos Aires el 59 por ciento de las jóvenes termina el secundario. Menos del 23 por ciento consigue recibirse en Misiones. Y sólo un 11 por ciento de las guaraníes. Por eso, es preocupante la discriminación a las indígenas. Las que más acceden son las de comunidades diaguitas. Esto no sólo se relaciona con la pobreza: influyen cuestiones culturales y políticas como que las escuelas no son plurilingües, no son multiculturales, no son laicas.
Colombia Uno de los problemas urgentes es el abandono escolar de niños y niñas desplazados. El conflicto armado impacta sobre todo en su vida y la de sus madres.
Bolivia y Ecuador Tienen nuevas leyes de educación, que son muy abarcativas. ¡Bravo! Están como refundándolo todo. El tema es parte de la agenda política. La búsqueda es hacia una formación “descolonizadora, para la vida, para la libertad”, subraya Milena Páramo. En Ecuador, además, se plantean políticas reparadoras para discriminaciones anteriores y hay un “programa nacional de educación sexual y para el amor”.
Honduras Ante una situación tan conflictiva como la que viven hoy, el movimiento de mujeres manda pedidos de solidaridad por la represión que sufren y siguen involucradas en la lucha por el retorno a la democracia. Pero no abandonan sus análisis: subrayan la omnipresencia del Opus Dei en todos los ámbitos.
México, Perú y Brasil Como en Honduras, el énfasis está puesto en la influencia que tiene la Iglesia Católica.
“Lo escuché yo misma, en un sermón –cuenta Adriana Guerrero, que es tucumana y vive en San Miguel–. El cura decía duramente que tenemos que volver a educar a las mujeres para ser mujeres y a los varones para ser varones. Que de ahí vienen las desviaciones como la homosexualidad. Esta línea de pensamiento se está bajando desde todos los sectores de la Iglesia, en toda la región. Significa reforzar los roles y estereotipos de género contra los que venimos peleando y que realmente estaban en retroceso. Y bueno, tampoco es casual. A medida que baja la cantidad de feligreses o bautizados, las iglesias invierten cada vez más en escuelas y en universidades para educar dentro del dogma y de la fe. También logran entrar en la educación pública, de hecho lo están haciendo. En Salta y en Tucumán, por ley la educación religiosa es obligatoria ¡en las escuelas estatales! Córdoba por primera vez, desde hace poco tiempo, deja esta opción abierta. Si bien nuestras provincias venían teniendo una educación religiosa ‘por costumbre’, digamos, otra cosa es que la ley lo permita.”
Guerrero resume otra historia: estuvo en Suiza visitando a una sobrina cuyos hijos van a una escuela estatal de allá, y tienen la materia Religión. Son tres líneas: budismo, judaísmo, catolicismo. La asignatura es optativa. “Como los chicos no participan, les pasa igual que acá: se quedan dando vueltas por el patio, van a parar a la biblioteca... Son los raros.”
Hace ya 30 años que se aprobó la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación hacia las Mujeres. La paridad entre sexos en educación primaria y secundaria fue la meta establecida para 2005 por los Objetivos del Milenio. Hoy, en nueve países de la región la brecha sigue siendo preocupante.
Se trata de un derecho que está explícitamente citado en la mayoría de los tratados internacionales. Fue clasificado, incluso, como derecho económico, cultural, social, civil y político. Porque es todos éstos a la vez.
Cladem, que lleva 20 años de trabajo, en todo este tiempo elaboró reportes para Cedaw, Pisdec, Cddnyn. En las coberturas la educación aparecía como eje transversal y permanente. Por eso en la reunión que sus referentes tuvieron recién, el 7 y 8 de abril en La Paz, Bolivia, evaluaron cómo resultó esta acción y qué sigue después a partir de hacer propia esta bandera y haber generado tanto conocimiento.
“Estamos viendo de qué manera profundizar sobre este eje dentro de nuestras líneas del trabajo”, redondea Guerrero. Las líneas de trabajo de la organización consisten en defender los derechos de las mujeres y las niñas usando como herramienta el litigio internacional, el monitoreo de los Estados y la elaboración de informes sombra, la difusión de las recomendaciones y la incidencia de los gobiernos para modificar leyes y políticas que tiendan a hacernos a todas una vida más digna con la educación como aliada incondicional.
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