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El cruce entre una actividad creativa con lo político y social es algo que data de los orígenes mismos del arte, pero que sin embargo es el 1º de enero de 1994, cuando el mundo se sorprende con la irrupción del EZLN del Sub Marcos haciendo que –a estos fines– el siglo XXI se adelante y la militancia política se preñe definitivamente de arte (y de tecnología). El gran cambio fue darle los toques finales a la definición de la nueva cara del enemigo: el neoliberalismo globalizado, y la necesidad de plantear toda una nueva estrategia para enfrentarlo. Esta estrategia incluyó como nuevos y definitivos pilares a las artes y a Internet, y una nueva alianza entre las izquierdas tradicionales, ambientalistas, feministas y movimientos defensores de los derechos de la minorías en general fue la que levantó el guante también a escala planetaria, usando estas herramientas.

Aquí y allá, en Argentina con el GAC (Grupo de Arte Callejero), en Perú con los teatreros de Yuyachkani o en Madrid con el grupo Las Agencias, los colectivos de artistas se confundieron con las organizaciones sociales y políticas para actuar en conjunto. Pero también individualmente el compromiso político fue acercando a más y más gente a aportar enfáticamente desde sus artes a esas luchas. Siguiendo las tradiciones heredadas de artistas como León Ferrari, y desde distintas disciplinas, dibujantes como Rep, fotógrafos como Marcelo Brodsky, músicos y músicas como León Gieco y Liliana Felipe o performers como el chicano Guillermo Gómez Peña y la mexicana Jesusa Rodríguez, ponen permanentemente su creatividad al servicio de las causas nobles.

Este concurso, de alguna manera, busca en esa articulación arte-política promover debates y buscar reflexión alrededor de temas como la educación no sexista y antidiscriminatoria.

* Fotodocumentalista y jurado del concurso.