Viernes, 13 de mayo de 2011 | Hoy
[IN CORPORE]
Por Mavi Diaz *
“La única manera de conservar la salud es comer lo que a uno no le apetece, beber lo que no quiere y hacer lo que preferiría no hacer.” La ácida sentencia pertenece al genial escritor Mark Twain. ¿Está en lo cierto el creador de Las aventuras de Tom Sawyer?
El concepto de que la comida saludable “es aburrida” y que llevar una dieta adecuada significa “renunciar a los platos sabrosos” describe una relación de tensión entre las personas y la comida. Sin embargo, existe un punto en que el cuerpo empieza a exigir la necesidad de un cambio en los hábitos alimentarios cuando aparecen síntomas como la hipertensión, la hipercolesterolemia o diabetes.
La predisposición que cada individuo pueda tener para sufrir estas patologías se potencia con la falta de cultura alimentaria. Comida chatarra, gaseosas, hamburguesas, papas fritas reemplazan a las frutas y verduras en muchas dietas infantiles. A todo esto debemos agregarle la falta de actividad física. Los juegos de video se transforman en un problema cuando el partido de fútbol en la pantalla reemplaza al verdadero partido: el que requiere correr, saltar, patear y vivir un gol real.
Cuando hablamos de alimentación adecuada la frecuencia entre comida y comida no debe ser de más de tres horas. Con raciones que no sean exageradas. Las verduras y las frutas permiten un consumo más abundante. No es adecuado comer poco o nada durante el día para luego ingerir en una cena excesiva.
Cuanto más colorido de verduras tenga el plato más nutrientes vamos a ingerir. No debemos combinar proteínas con proteínas. Por ejemplo: un bife con un omellete. Evitemos agredir al hígado con fritos, productos procesados de panificación, excesivo chocolate, café, embutidos, manteca, alimentos enlatados, aceites refinados, bebidas colas. Los lácteos son importantísimos para llevar una dieta equilibrada. Constituyen una fuente rica de proteínas, fósforo, vitaminas y la mejor fuente de calcio asimilable que podemos hallar.
En el caso de las personas que cocinan en sus casas y no tienen balanza para pesar los alimentos existe un modo bastante simple para calcular cantidades. Por ejemplo:
El tamaño de un bifecito debe ser igual a una palma de la mano (150 gramos.). La ingesta de carnes rojas puede ser hasta dos veces por semana. En el caso del pollo, debemos consumir media pechuga o un muslo o dos patas hasta tres veces por semana.
Sin embrago, es fundamental mencionar que el tamaño de la porción depende de la edad, el sexo, el peso, el metabolismo de cada individuo y el nivel de actividad física.
La manera más saludable de cocinar es a través del vapor. Las cestillas chinas son una muy buena opción por varias razones: el alimento no hierve y no quedan sus vitaminas y propiedades en el agua. Se lo calienta y se cocina perdiéndose muy poca vitamina C.
* Directora de Mavi Díaz Delivery Diet y especialista en cocina gourmet light
Más información: www.mavidiaz.com
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