Viernes, 7 de diciembre de 2012 | Hoy
La escritora Ana María Shua recopila en Todo sobre las mujeres (Emecé) cuentos populares referidos a los distintos modos de concebir a la mujer a lo largo de la historia en pueblos de todo el mundo.
Por Silvina Herrera
Shua recopila una selección de cuentos populares que dan cuenta de los distintos modos de ver lo femenino en Todo sobre las mujeres, desde infieles, valientes y oprimidas hasta madres, inteligentes y serviles. En 1998, la autora ya había publicado Cabras, mujeres y mulas, un libro que muestra la misoginia a través de la cultura de los distintos pueblos y en 2005 realizó El libro de las mujeres, que recorre nuevamente este universo pero mostrando también su costado generoso y heroico.Todo sobre las mujeres se estructura en 15 capítulos: cada uno incluye varios textos de la cultura popular que Shua comenta al final para darles una interpretación y contextualizarlos.
–Traté de pensar por un lado en todas las acusaciones y en los prejuicios en contra de las mujeres que provienen de las más diversas culturas del mundo, y por otra parte quise incorporar cuentos que tienen que ver con mujeres que tienen cualidades que la sociedad alaba, como ser heroicas, buenas, generosas, abnegadas, también mujeres madres, hábiles en la economía doméstica. Hay un apartado que se llama “elogios peligrosos” en el que reuní elogios que encasillan a la mujer en un determinado lugar.
–La tradición oral es muy contradictoria, lo que te muestra que no todos pensaban lo mismo, por cada refrán vas a encontrar siempre un contrarrefrán, y con los cuentos pasa lo mismo, unos sirven para mostrar blanco y otros sirven para mostrar negro.
–Me parece que mostrarlo es provocar la reflexión. Después de cada uno de los cuentos hay un comentario mío donde trato de ubicar más o menos el cuento en su época y en su cultura y también expresar mi opinión con respecto a la misoginia. La idea es hacer que la gente piense. Pretendo que cada lector se permita reflexionar sobre sus propios prejuicios.
–Yo vengo leyendo literatura popular y cuentos folklóricos desde hace 30 años. Todo esto empezó con otro libro, Cabras, mujeres y mulas, que estaba referido sólo al tema de la misoginia. Cuando se publicó, en el ’98, yo me encontré con dos cuestiones que me resultaron muy perturbadoras, mujeres que me decían “¿cómo decís eso de nosotras?”, como si esos cuentos los hubiese escrito yo, y por otro lado mujeres que se hacían cargo de todo, decían que esos cuentos tienen mucha razón, que somos así: complicadas, veletas, mentirosas, interesadas, una catarata de insultos, el famoso machismo y la baja autoestima y el problema de no ser capaces de mirar con ojos un poco más críticos, porque hay una serie de características que son simplemente humanas y no hay por qué atribuirle a la mujer.
–El prejuicio sigue vigente. Me sorprendió mucho la cuestión de la voluntad propia, la idea de la mujer como una posesión del hombre muy incómoda y perturbadora, en otras épocas se comparaba a la mujer con las cabras y las mulas porque eran animales que se empacaban y querían hacer lo que querían.
–Para mí es importante también ver cómo desde la noche de los tiempos existen en la conciencia popular mujeres con todas las cualidades del mundo, que no responden en absoluto a toda esa lista de prejuicios, o sea, ya en la Biblia hay muchas mujeres extraordinarias. Es el tercer libro que publico sobre este tema y ya es un ciclo concluido.
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