Viernes, 16 de agosto de 2013 | Hoy
MONDO FISHION
Por Victoria Lescano
El mundo acuático irrumpió en BafWeek como coartada de dos colecciones: así como Luz Ballestero calificó Acuática su colección para el verano que celebra el movimiento de los cuerpos, aludiendo a calamares y a medusas, entre prédicas al estilo deportivo y el slow fashion que caracterizan su discurso de diseño (y que irrumpió tanto en tops, largos vestidos y camperas), la diseñadora Mariana Cortés, quien celebró sus quince años en la moda y la apertura de una nueva tienda en Tokio, desde el hall de la sala Martín Coronado del Teatro General San Martín cautivó con Piscis, la colección de verano de Juana de Arco, que desde las estampas y la paleta cromática indagó en cardúmenes de peces multicolores y de corales, en los rayos tornasolados que se proyectan sobre la profundidad del mar, en las cadencias de las olas y los baños en el agua marina de bañistas cuyos peinados se resisten al chapuzón.
El tono arts & crafts afín a los preceptos de Cortés –una de las pioneras del circuito indie de Palermo– permaneció representado por largos y laboriosos vestidos bordados con peces, y los matices llegaron desde el estilismo más depurado que en anteriores colecciones y, por sobre todas las cosas, mediante el lanzamiento de una línea de noche y la incorporación de jacquards de seda sublimados con versos referidos al mar. La paleta lució rica en verdes, azules, arena y celeste –los tonos del océano y sus alrededores– aplicados a microbañadores y a túnicas.
Del lado de los desfiles celebrados en Paseo Alcorta y en aledaños de las tiendas de las firmas más elegantes de ese mall, Mishka recurrió a un desfile con brunch; el diseñador Marcelo Cantón dispuso las notas florales de su colonia de próximo lanzamiento en un exquisito potiche. Y en lo que respecta a su representación de las tendencias, irrumpieron vestidos y foulards con polka dots, estampas con reminiscencias nórdicas y japonesas, pero sin omitir las prédicas del emboyeré –expresión guaraní que alude a la confusión y de la cual se jacta Mishka– ni la colección de denim con camisas de moldería chic. Además de los sobres gigantes en tonos azulinos y las carteras en tributo a las de cuero repujado que engalanan fiestas populares de Asunción, cautivaron los zapatos nikko, los Saint Tropez, los modelos praia, gala y Juanita, realizados en diversidad de rafias, en remixes de cueros rústicos con charol y en matices cromáticos del naranja al turquesa, pasando por el rojo, el dorado, el bronce y el plata. O las variantes rocker de rafia de Guillermina.
En los debuts en pasarela dieron el presente los diseñadores agrupados por la pasarela Inti en tres duplas compuestas por representantes de Chaco, Santa Fe y Tucumán (Fluxus y Chacú, Lucrecia Sonnet y Maracaibo, Gonzalo Villamax y Lorena Sosa). Como Marcelo Yarussi, creador de Bastardo, quien en un ejercicio de moda teatral y efímera, recurrió a coronas de flores. Y Andrea Urquizu, diseñadora graduada en la UBA y actual vestuarista de rock, que tomó como coartada para una colección en negro y blanco inspirada en modismos del rock, precisamente, la imagen de una credencial fechada en 1971 y con acceso al backstage de un concierto de los Rolling Stones atada al taco de un zapato con plataforma de Bianca Jagger. De largos vestidos de noche a una chaqueta símil kimono, un saco blanco y corto con lazo y una capa pintada de negro con transparencias de impronta Yves Saint Laurent, resumieron sus hits. Trascendió que Andrea Urquizu practica bordados desde la infancia, cuando asistió a un colegio de monjas de zona Sur, donde el petit point era enseñado con cierto rigor. Pero para rockear y exorcizar tal modo de aprendizaje, en la adultez decidió comprarse una máquina bordadora: “Tenía los apuntes de un lado y la máquina de bordar del otro. En ocasiones cuando me voy a dormir llevo la máquina bordadora cerca de mi cama, como si fuese a velar mi sueño”.
En cuanto a los nuevos referentes y ya instaurados en el escenario de la alta costura, Marcelo Giacobbe trazó minivestidos de tul con apliques de canutillos simulando las esquirlas del corazón roto, y vestidos de organza traslúcidos con detalles de vidrios bordados en la base, y sumó recursos de rigurosa sastrería masculina. Su trama alusiva a rupturas amorosas –recurrió a la biografía de la escultora argentina Lola Mora y Las Nereidas, que celebra el nacimiento de Venus– resultó elegida para participar de la próxima Semana de la Moda de Nueva York.
Niños Pija fue el título de la colección ideada por Profeta Style –las señoritas Florencia Popowicz y Agustina Recke, estudiantes de la UP–, que desde las morfologías y la osadía de lencería de encajes para hombre proclamaron sus investigaciones en el despertar sexual de los niños de cinco a diez años y lo fundamentan según las teorías de Melanie Klein. De ahí que en la construcción de siluetas para adultos las prendas reflejasen infinitos recursos, cortes y avíos para adorar el sexo, y algunas piezas reproduzcan sutiles simulacros de pancitas de infantes en los laterales o las mangas. Las prendas más representativas fueron el neo chiripá gaucho trazado en cueros de alta tecnología, la chaqueta para cultores del graffiti y las sudaderas que hacen caso omiso de su expresión favorita hacia la moda: “tirando facha marginal”.
El jueves por la noche, puertas adentro de La Rural una cautivante troupe con looks extravagantes, que incluyó tanto a Gerardo Dubois, diseñador de Bandoleiro como al estilista Santiago Artemis, ataviado con plumas de cacique, y la cantante La Luli luego de sortear el paso de una grúa y el armado de la pasarela casi en vivo –a punto tal que algunos asistentes se preguntaron si los pogos previos al desfile de AYNotdead aludían a otro happening rocker que caracteriza a esa firma– se instalaron en una grada ideada por Sergio Lacroix en representación del Mistery Spot (un punto geográfico de California donde el tiempo transcurre de otro modo y que ofició de coartada de la colección y donde todos lucían misteriosos y encantadores). Con guiños cómplices a la estética de Margaux Hemingway, de Brooke Shields y de Jerry Hall, las modelos que se desplazaron por la pasarela rica en spots de luces, portaban patinetas cual si se tratase de nuevos modelos de carteras, y vinchas a modo de tocado. Las prendas para transitar ese sitio misterioso fueron vestidos cortos y largos en blanco y negro, como también variaciones sobre el fucsia, amarillo, orquídea, pero sin omitir el apartado rock ni el denim ni las siluetas masculinas en tributo a rockers de los ’70 –y en especial a Keith Richards–. Un rato antes, desde la puesta en escena de Garza Lobos, cuyo banquito de madera dispuesto en medio de la pasarela pareció quebrar con el protocolo del front row, la misma troupe contempló la presentación de la colección que determinó una sucesión de formas y proporciones destinadas a develar tanto los hombros, como las piernas y las espaldas de las delgadas modelos, valiéndose de siluetas oversize. En conjunto, la colección de Rubén Troilo y Constanza Von Niederhäusern, los diseñadores de esa firma, compuso una trama de bordados con guardas de corazones y de estrellas simulando mosaicos textiles.
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