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El 22 de agosto y en el contexto del ciclo de desfiles Designers Look BA la diseñadora Jessica Trosman presentó la colección de su nueva firma, que responde a sus iniciales –JT– y que representa su regreso a la moda luego de un par de años de pausa (advertencia ineludible a lectoras y consumidores, la firma que ostenta su apellido en los shoppings ya no corresponde a la diseñadora sino a Ayres) mientras que el proyecto JT se venía gestando de modo silencioso y con desarrollos de textiles por encargo de firmas locales y foráneas (del casual wear de Complot al cóctel de Evangelina Bomparola hasta admitir algunos desarrollos para los equipos creativos de ¡Rick Owens y de Chanel!).

Una luz cenital dirigida en la pasarela hizo foco en el nuevo logo, mientras que un simulacro de persiana de taller mecánico –clara alusión a su base de operaciones en la calle Humboldt 291, donde antaño trabajó su padre y que desde octubre cobijará su local y un café deli cruza de manjares judíos y armenios– se subió para luego dar paso a las modelos.

Sumergidas en una bruma producto de las luces y del efecto de humo, que recrearon una atmósfera onírica, irrumpió una colección cuya línea argumental admitió el siguiente listado de influencias: “Un ejército de guerreras niponas interpretadas con los códigos urbanos del siglo XXI; replanteos del judoki y la ligera practicidad del uniforme de kung-fu. Los escritos sobre arquitectura, ciudades y tecnología de Paul Virilio y las curvas en cuero –y que asomaron desde chaquetas neogóticas–.

Destacó además los guiños al Art Déco y las lámparas de Louis Comfort Tiffany para concluir en que las referencias para JT “son eclécticas e inesperadas”.

Tales premisas asomaron en los cuerpos de modelos con el pelo deliberadamente pintado con canas, portando tocados en forma de conos y traducido a una colección innovadora, especialmente en los apartados dedicados a las chaquetas entalladas y las faldas largas y elegantes, así como también a los vestidos oversize que transitaban distintos estilos de espaldas al descubierto hasta culminar con variaciones sobre el camisero con estampas artesanales, que hacían alusión al camuflaje de algún ejército animé, producto de los desarrollos textiles de Trosman y de su pareja, Rodrigo Sandrigo.

Por otro lado, el eje rector fueron pantalones oversize realizados en doce modelos diversos. Unas y otras prendas pregonaban el uso del algodón y el canvas hasta llegar a la seda y el cuero.

Las premisas de diseño de JT aluden a ingresar a los placards de mujeres de una vasta franja etaria, y que va de los 16 a los 60 años, y pronostica precios igual de democráticos.

Los desarrollos textiles, la innovación desde siluetas y morfologías resume el adn de Jessica, quien estudió diseño en Miami, es madre de dos hijos –una niña en edad preescolar y otro adulto y dj– y supo desarrollar textiles para firmas de la industria local, hasta que se asoció con Martín Churba y compusieron una celebrada dupla creativa, a la que siguió un proyecto propio celebrado en el libro Fashion Now –volumen dos– fechado a comienzos de 2000.

Algunas horas después del desfile, la diseñadora, con una vasta experiencia en comercializar en tiendas de París, Milán y Japón, se dirigió a Milán con la colección, según el protocolo de showrooms de venta paralelos a la semana de la moda. Mientras, se alistan detalles del local que, dicen, dejará a la vista del visitante el estudio de diseño y el apartado de realizaciones textiles. Algunas prendas de JT ya están disponibles en diversas tiendas del interior (El Vestidor, de Córdoba; Si Supieras Vida Mía, en Rosario, y Genoveva, un punto de venta en la localidad de San Nicolás). Otras ya pudieron vislumbrarse desde la campaña editorial con anclaje en la locación industrial que fuera fotografiada por Val-Musso.

http://www.jtbyjt.com/collection