Viernes, 27 de septiembre de 2013 | Hoy
EL MEGáFONO
Por Liliana Daunes *
Pertenecer al feminismo y al movimiento de mujeres me fue abrigando en la conciencia de intentar dar batalla a todas las opresiones y desde mi oficio –dar la palabra– escucharla con atención y multiplicarla. Tratar de que por mi voz y junto a mi voz muchas sean las voces de la memoria, la denuncia, la creación, la organización desde abajo, desde el goce y el deseo. Me gusta, como a mis ancestras, acercarme al fogón para circular la palabra.
Sexalescente, curiosa, abierta a los abismos, con alas, artesana del aire, comunicadora, feminista, antipatriarcal, antirracista, anticapitalista, entusiasta de los amaneceres, creo en la poesía social y libertaria, la escrita con urgencia, y apelo a ella. También creo y comparto la que hurga en las honduras del ser.
A la postre, y en el primer plato, me siento una mujer comprometida, actuando como tal, aunque no se me vea en los banquetes sociales, porque prefiero un asadito entre amigas o el guiso de las ollas populares.
Podría parecer un gesto de melancolía recordar que entre algunas pérdidas que todavía siento se encuentra La rosa brindada, podada de Radio Ciudad. Y es, sin embargo, un gesto político decirlo, no sólo porque lo personal es político, sino por todas las palabras de mujeres podadas por los circuitos del poder.
También es un gesto político ponerme el pañuelo verde de las que sostenemos el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, nuestra sexualidad y nuestras vidas, y exigimos a legisladoras y legisladores que de una vez por todas tengamos la ley que garantice el derecho al aborto legal seguro y gratuito...
Así como defendemos nuestros cuerpos como territorios inexpugnables, defendemos los territorios en los que se cuida la vida, los ríos, las aguas, las tierras. Por eso nos hermanamos con el pueblo qom, en su derecho a la existencia, con el pueblo mapuche, cuando se enfrenta a las petroleras contaminantes, y a todos los pueblos que dicen no a la minería, al fracking, a la destrucción de los bienes comunes, y aquí no más, a tanto negociado inmobiliario.
Somos cuerpos y territorios que si merecemos un reconocimiento es al de nuestra integridad. No renunciamos a ninguno de los derechos de los pueblos, no renunciamos a ningún placer, a ningún deseo de los cuerpos.
Si me preguntaran hoy por un deseo digo: que aparezca con vida Julio López. Que las abuelas recuperen a sus nietos y nietas. Que no se admita la baja de la edad de imputabilidad. Que los genocidas todos vayan a cárcel común. Que se desmantelen las redes de prostitución y trata. Que se terminen los femicidios, los travesticidios, los asesinatos por lesbohomotransfobia. Ninguna desaparecida más en democracia. Por el goce y la responsabilidad de todas las libertades. Memoria, verdad y justicia.
* Palabras dichas en la Legislatura porteña al recibir el premio Lola Mora a la trayectoria.
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