Viernes, 31 de enero de 2014 | Hoy
MONDO FISHION
Por Victoria Lescano
La ceremonia de los Grammys tuvo su ineludible alfombra roja. Por allí pasearon tanto Cyndi Lauper con una capa de estilo gótico de McQueen y joyas doradas y barrocas, como la joven cantante Lorde con un vestido monacal de la firma Balenciaga. Por el contrario, Madonna se manifestó con un atuendo masculino firmado por Ralph Lauren, que admitió maxi sombrero de paño y bastón, y la cantante country Kacey Musgraves llevó un vestido de línea A condimentado con patchworks de cactus y cautivaría a la audiencia con las luces dispuestas en sus botitas texanas, mientras que Katy Perry se redimió del pop con vestidos de alta costura –entre ellos un modelito con print de notas musicales sobre seda de la firma Valentino.
Los críticos de moda no vacilaron en calificar a los estilos imperantes en las pasarelas de estos premios como “el año del sombrero”. Los fedoras y las cloches asomaron entre los presentes. Yoko Ono combinó su sombrero de fieltro negro con un traje sastre con escote y gafas negras, y su hijo Sean recurrió al mismo artilugio. Pero todas las miradas recalaron en el músico Pharrell Williams, quien se paseó por la alfombra roja con una chaqueta Adidas en tono rojo carmín, botas Timberland algo raídas y un descomunal sombrero de paño marrón de la británica Vivienne Westwood. Luego de los elogios y de las ironías hacia el accesorio que hasta tuvo su propia cuenta en Twitter (y lució más exótico que los fabulosos cascos que ofician de maquillaje y máscara de los músicos de Daft Punk, para quienes Williams produjo el hit y disco del año), Williams, como dedicado seguidor y conocedor de las modas, no vaciló en fundamentar ante la publicación The Hollywood Reporter semejante elección. “Me puse un sombrero que Vivienne Westwood diseñó en 1980 y que apareció en un videoclip de Malcolm McLaren, Buffalo Girls, filmado en 1982 y que suele considerarse uno de los primeros clásicos del hip hop.” Advirtió además que la pieza que él portaba correspondía a una edición reciente by Westwood. Si nos remitimos a la historia oficial de Westwood, Buffalo Girls fue también la colección del invierno 1982, donde predominó el color barro, la piel de ovejas, los corpiños a la vista y también un homenaje a las faldas de las cholas y sus sombreros.
Fue en ese decorado cruza de estudio vintage con maderas y piedras con nave ideada en las superproducciones de los Grammys, junto a Stevie Wonder (con chaqueta rica en cristales Swarovski) y las largas trenzas de Nile Rodgers, que el músico Pharrell sacaría a relucir otro de los sombreros de su colección, algo más austero y matizado con pantalones blancos largos hasta encima del tobillo y un suéter. Acto seguido, desde los interiores de un estudio de grabación y nave futurista, los dj Guy Manuel de Homem Christo y Thomas Bangalter entonaron el hit “Get Lucky” vestidos con tuxedos blancos y cascos al tono, ideados por Hedi Slimane, el actual diseñador de Saint Laurent.
¿Pero cuál es el anclaje con la industria de la moda del productor de silueta diminuta y atuendos descomunales? Nacido en Virginia hace cuarenta años, es el dueño de una firma de moda llamada “Billionaire Boys Club”, que remite a la ropa deportiva y los postulados de estilo del hip hop; la denominación y la colección de buzos deportivos con slogans gangsta estilizados agrupa varias líneas: de un correlato femenino, “El Club de las Chicas Billionarias” a la línea “Bee”, que con el logo de una abejita contempla accesorios (de llaveros con forma de astronauta a pins multicolores desarrollados en colaboración con el artista Takashi Murakami). Entre unos y otros, y con precios democráticos, las creaciones del músico y productor que suele comparar su labor con los sonidos con las de un diseñador de modas, admiten camisas y camperas de tartanes y chaquetas de cuero similares al clásico “Perfecto”. Los catálogos virtuales de Williams y sus lookbooks admiten sombreritos caps derivados del béisbol pero con estampas camouflage y ornamentos con formas de patos que recuerdan algunos artilugios de la escuela belga para el placard masculino predicados por Bernard Wilhem y por la firma Wild&Lethal Trash.
Junto a su mujer, Helen Lasichanh (las fotos de la reciente boda fueron realizadas en un yate por el experto Terry Richardson, donde ambos posaron con trajes escoceses), parecen emular una dupla dedicada a remozar sonidos y estilos de la escena actual al estilo de Westwood y de McLaren pero desde las tiendas online y las computadoras y muy lejos del punk y un sótano inglés que cambió de nombre según la colección.
Corresponde destacar que Mrs. Pharrell pasó de predicar el uso de estilo del Bronx y las remeras masculinas a sofisticadas monoprendas, cortes de pelo y cambios de tinturas, y también que la presencia de Mr. Williams es ineludible en las pasarelas: se lo puede ver posando en primeras filas junto a la editora de Vogue, Anna Wintour (y ella sin sus gafas y con notorias carcajadas), así como observando los looks de desfiles de alta costura desde una primera fila y junto a la actriz Catherine Deneuve. También posó con abrigos de piel de Cavalli. Para ahondar en sus lazos con la moda, vale remitirse a esta declaración: “Me siento más un diseñador de modas que un productor. Pienso qué es lo que se va a ver bien en el cuerpo, en el cuerpo espiritual de un artista, que es su voz. Su espíritu, su esencia, va a emerger desde la voz; por eso es necesario encontrar la tela correcta, el estampado ideal, tomarle el peso, la cadencia”, destacó el experto en historia del rock, Sergio Marchi, en un reciente artículo del suplemento Radar referido a la labor de Williams como productor musical. Así como en una conversación con la revista Visionaire la cantante Miley Cirus dijo acerca de la influencia de Pharrell en sus actuales cambios de vestimentas y de sonidos: “Pharrel y su mujer, Helen, me ayudaron a entender cómo expresarme desde la vestimenta”.
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