Viernes, 31 de enero de 2014 | Hoy
PANTALLA PLANA
Un grupo de chicas se divierte de verdad, esquivando los
estereotipos que mandan delgadez y canchereo a cualquier precio.
Por Marina Yuszczuk
No se puede ser gorda. Está prohibido. Está mal. Gordo, se puede; gordito, hasta por ahí nomás. Pero gorda es demasiado y está mal visto. Una mujer que es gorda es una mujer que está en falta. Primero, contra todo mandato y recato estético, porque en este mundo de imágenes, pantallas y reflejos, si hay algo que no quiere reflejarse ni en la publicidad ni en el cine ni en la televisión es la gordura femenina (salvo para participar en concursos donde a los gordos se los pesa, mide y reta públicamente por no ser menos gordos). Segundo, contra el indiscutido discurso médico que marca a cada gordo como un cuerpo candidato seguro al infarto, al colesterol y quién sabe a cuántos fantasmitas más, y como un alma enferma, que compensa en excesos lo que no puede encontrar de otra manera. Nadie puede asociar gordura con placer, ni aunque lo intente. Como castigo, las gordas no consiguen ropa, trabajo ni novio, y se ven condenadas a andar por el mundo como pidiendo disculpas, por ocupar demasiado lugar o tal vez por recordarles a los otros lo cerca que están del sobrepeso, esa pesadilla cotidiana. Y por más tremendo que suene todo esto, las mujeres son las primeras en acatar el mandato y desvivirse por no caer jamás en la temida categoría de “la gorda”, o si les sucede esa desgracia, por volverse invisibles, ocultas detrás de prendas lo más grandes posible, ausentes de las fotos.
En medio de ese panorama, que una gorda tenga un protagónico en televisión es de por sí una provocación para la vista. Y si encima le toca interpretar a una chica que sí consigue novio, trabajo y ropa linda, bueno, eso ya es rebeldía. Como si hubiera una alianza misteriosa entre el nombre y el cuerpo, entre ser gorda y ser rebelde, Rebel Wilson es una actriz y comediante que anda paseando hace unos años un cuerpo más que voluminoso y rubio por el cine norteamericano. Pero fue después de un papel tan secundario como inolvidable en Damas en guerra (donde era la insólita roommate de Kristen Wiig que se tatuaba un gusano de tequila en el lomo y se metía con el hermano en la bañera) que esta australiana se convirtió en un nombre a tener en cuenta a la hora de buscar o recomendar películas. Ahora, después de pasar por Despedida de soltera y el musical Pitch Perfect, Rebel tiene su propia criatura en Warner. Super Fun Night, la serie que escribe y protagoniza, tiene como centro los viernes a la noche a tres amigas que quieren salir del cascarón, o como sea que se llame esa coraza de delivery y maratones de series en el sofá adonde se refugian los nerds con tal de no salir al mundo. En Super Fun Night, Rebel es Kimmie Boubier, una abogada que comparte departamento con dos amigas y está enamorada de su jefe. Las amigas son Helen-Alice (Liza Lapira), asiática de anteojos gruesos y pulovercitos anticuados que tiene un trabajo tan incomprensible como ser actuario, y Marika (Lauren Ash), una profesora de tenis orgullosa de sus pantorrillas y con hombros tamaño ropero que parece siempre a punto de descubrir que en realidad es torta. El jefe, casi salido de una telenovela venezolana, es el niño mimado pero tierno de Richard Royce (Kevin Bishop) y, por un error de percepción, está en pareja con la villana Kendall Quinn (Kate Jenkinson), la archienemiga de Kimmie que equipara en veneno y acartonamiento lo que Kimmie tiene de espontánea y siempre en estado de juego. Así la van a ver a Rebel, generalmente vestida de fucsia y paseándose por la noche como parte de la camada de freaks and geeks que por fortuna viene tomando la pantalla por asalto. Gorda, sonriente y despampanante, Rebel Wilson se pone vestidos ajustados o corpiños de cocos hawaianos, encara musicales donde descuella con una voz de lujo, y si se preocupa es por armar un plan para el próximo viernes o por aceptar o no una cita con ese chico que todavía no sabe si le gusta tanto, en lugar de por su peso. Es decir, por cosas que realmente importan.
Super Fun Night se emite por Warner Channel los miércoles a las 21.
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