Ediciones Rescate tiene el nombre bien puesto. En el caso de la publicación de la obra inédita de Ana Calabrese, su tarea arqueológica consistió en haber encontrado una lata de galletitas y, dentro de la lata de galletitas, poemas. Muchos poemas. Algunos fechados y otros no, pero la temporalidad que abarcan arranca a finales de los sesenta y termina en los albores de los ‘90, poco antes de la muerte de la autora. Una de las editoras es su hija, Cecilia Madanes Calabrese, el otro es Leandro Jacob. Ambos encararon este proyecto que dio por resultado una obra cuyo diseño acompaña y hasta subraya las características de una poesía íntima y reflexiva. La edición, “ocurrida durante el año 2013”, según reza en sus datos de impresión, incluye imágenes fotocopiadas de los originales de los poemas, algunos escritos en el dorso de un volante callejero, otros en la hoja de una agenda (la del 6 de mayo de 1972, por ejemplo), uno en el recetario de una médica de apellido Calabrese, algunos en la página arrancada de un cuaderno de espiral. A mano alzada, con tachaduras, remiendos o versiones laterales alternativas, de ninguno de estos textos puede intuirse que soñaran con ver la luz, sino que todos parecen haber sido escritos bajo la necesidad imperiosa de alivianar un peso emocional. “Más rojo y fuerte/ que tu pelo y el/ mío/ era nuestro deseo./ Era librarnos de nosotros mismos./ (...) Te fuiste, hijo de puta/ Te llevaste el sexo, / el hijo, el descanso, /el rock and roll/ me has dejado la/ puta vida, ya que/ te nombré encima”, dice, rabiosa, en uno de los poemas de la segunda sección.

Este libro, de 223 páginas, está dividido en 14 partes, nombradas, cada una, con un verso distinto del texto “estrella” que apareció ya muy avanzada la búsqueda en la lata de galletitas. El poema dice así: “Mi trompeta - los cielos/ mi trompeta - desgarrando/ mi trompeta - de pie/ mi trompeta - desnuda/ mi trompeta - a pesar mío/ mi trompeta - coraza / mi trompeta - último don/ mi trompeta - desvencijada/ mi trompeta - angosta/ mi trompeta - vómito/ mi trompeta - a gritos/ mi trompeta - clamor / mi trompeta - grito/ mi trompeta - en el ocaso”. Así, trompeta y “voz” van funcionando sinónimamente a medida que el libro progresa, bautizando las distintas agrupaciones poéticas que pueden identificarse en este cuerpo textual y trayendo la variedad de estados de un mismo espíritu lírico que declina definitivamente hacia el final, donde se incluyen poemas graves como éste: “Ríos de peces/ me cubren el rostro./ Enciendo una corona de flores/ y camino alelada/ hasta el fondo del/ agua./ Doy vuelta el tiempo/ del revés,/ y le pregunto/ ¿acaso/ era sólo esto?”. Las preguntas existenciales, las evocaciones religiosas, la escritura bilingüe, los escritos al hombre amado o a otra mujer son algunas de las temáticas predominantes en esta obra inédita. “Corro detrás de tu belleza paralela (...)/ Me das la mano/ te la doy/ comemos hasta que el deseo/ nos separe/ donde nos reúne/ sabias,/ llenas de gracia/ (...) el llanto acaricia/ mis tetas que se caen/ y tu piel que cede/ en su seda.” En el texto elegido por su hija Cecilia para que funcione “A modo de autoprólogo”, Ana Calabrese hace su reflexión sobre las relaciones entre mujeres: “¿Por eso las mujeres dejan a los hombres para irse con otras mujeres? ¿Para encontrar la misma intención de intensidad?”.

Ana Calabrese, nacida en 1950, decidió ella misma su final el 23 de septiembre de 1994. Esta poeta, que también fue periodista cultural (El Porteño, Tiempo Argentino, La Razón, Buenos Aires Herald y medios londinenses como Latin American Newsletter), fue amiga de Olga Orozco y a través suyo conoció a Alejandra Pizarnik y Ana Becciú, con quienes forjó una relación muy cercana. En vida publicó dos libros de poesía y tradujo a varios dramaturgos y poetas, entre ellos a la tremenda Silvia Plath.