Viernes, 10 de octubre de 2014 | Hoy
ESCENAS
Crol, de Verónica Schneck, reúne historias de mujeres intrépidas que buscaron la felicidad en el río y batieron records nadando de noche, con la piel magullada y el silencio atronador de la libertad.
Por Noemí Ciollaro
¿Cómo se rememora musicalmente ese pasado delirante de nadar las 24 horas, esa travesía heroica cargada de sacrificio y fracasos? ¿Cómo se rescata el protagonismo de esas mujeres casi olvidadas, que rompieron los moldes compitiendo con hombres recios y musculosos en un tiempo en el que la muñeca, la cacerola y la cuna marcaban un destino, y la contienda era una cuestión de machos?
Estas fueron las preguntas que dispararon la creación de Crol, la obra de la autora y actriz Verónica Schneck, una puesta audaz que logra sumergir al público en la aventura de atravesar la inmensidad del Río de la Plata, con la sola compañía de la pasión y la brazada, en el estilo más popular de nado, robado a los indios americanos, nadadores pioneros.
Acompañada por los músicos Andres Fayó, Ivan Tkachuk, Lautaro Pane y Gonzalo Pastrana, la actriz despliega, entre otras, la historia de dos grandes nadadoras del siglo pasado, cuyas proezas apenas son recordadas hoy por ancianas memoriosas, en rincones de provincia.
Lilian Gemma Harrison nació en 1904 en Quilmes, hija de británicos, socia del Club Náutico San Isidro. A los 19 años se convirtió en la primera persona en cruzar el Río de la Plata, nadando a un ritmo de 27 brazadas por minuto un día entero. Junto a su entrenador y a cuatro nadadores se trasladó a Colonia, Uruguay, desde donde una mañana a las 9.28, cuando el silbato atravesó el paisaje, se zambulló en el río cubierta de aceite de hígado de bacalao y lanolina. La poca gente presente en el muelle creyó que la muchacha estaba loca. A las 9.47 de la mañana siguiente llegó a una playa de Punta Lara. Los nadadores que la acompañaron, Tiraboschi, Maciel, Garramendi y Vito Dumas, la sacaron del agua en andas. Su cara mostraba escoriaciones y su piel estaba desgastada por el río. Sin embargo, Lilian recobró su paso firme. Comenzaron a llamarla La Reina del Plata. Y a pregonar que su magnífica estampa de luchadora no pertenecía a este mundo. ¿Acaso querrían decir que no podía tratarse de una mujer? En el puerto de Buenos Aires, esa misma tarde, fue recibida por el presidente de la Nación, Marcelo Torcuato de Alvear.
La carrera de Teresa Plans, La Sirena, fue breve pero contundente. A los 19 años se arrojó al Paraná, quería unir Santa Fe con Coronda. La acompañaban su profesor, el campeón mundial Pedro Candioti, y músicos corondinos. Frente a la boca del arroyo Maciel se desató una tempestad y Teresa quedó perdida en el río. La dieron por muerta esa noche de 1952. Pero tras superar la tormenta y cubrir 85 kilómetros en 23 horas, 8 minutos y 3 segundos, una lavandera la vio llegar a la costa del Club Regatas. Mientras remontaba las calles del pueblo, pudo adivinar la decisión inapelable de su padre: no le permitió nadar nunca más. Durante 10 años ninguna otra nadadora pudo batir su record.
“Y siempre las mujeres, ¿no?, esa imagen de Teresa, con la malla adherida al cuerpo, saludando como nueva campeona mundial. Pero ahí, en patas, caminando por la calle con su mallita y nada más, con un padre medio milico, ¡una verdadera loca! Y la verdad, me recuerda a los actores...”, dice la autora.
Con canciones, imágenes de la época y recursos originales, Schneck –que mereció un subsidio del Incaa para hacer un film sobre el tema de lxs nadadorxs pionerxs, que estrenará en 2015– logra una puesta atractiva y de sutil estética. Tiene en su haber dos obras más cuyas protagonistas plantean temáticas de género: Nos tenemos a nosotras mismas (2007) y Soy rocío (2010).
Crol. Lunes a las 21, en Teatro El Estepario, Medrano 484.
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