Viernes, 17 de octubre de 2014 | Hoy
EXPERIENCIAS
La nueva publicación del colectivo YoNoFui, realizada por mujeres privadas de la libertad, pone voces propias e imágenes poderosas allí donde sólo parece haber silencio, muros de concreto y encierro.
Por Roxana Sandá
“Yo no nací acá, yo no fui silenciada, yo no fui tumbera, yo no fui desmemoriada. YoNoFui es una afirmación de lo que somos, nuestra forma de decir que las personas privadas de libertad no dejamos de sentir, no perdemos la voz ni nuestra identidad por encontrarnos detenidas durante un período de nuestras vidas.” Como una declaración de principios, de los principios esenciales para seguir viviendo, así se presenta la nueva revista Yo Soy, de la asociación civil YoNoFui, que trabaja en proyectos artísticos y productivos en la cárcel de mujeres de Ezeiza, y afuera, una vez que recuperan la libertad. De arranque, podría afirmarse que se trata de una publicación visceral, de coyuntura, donde los relatos fragmentados por experiencias dolorosas vuelven a unirse gracias a un coro de arrasadora intimidad femenina. Las que se meten con escrituras por momentos de agite, desfachatadas, sin sutilezas, con precisión de bisturí para cantarle las cuarenta a un sistema que sigue discriminándolas son, y aquí el anuncio, mujeres de su tiempo. El devenir de los pueblos también está escrito con plumas de barro y sangre, y alguna vez la historia tendrá que saldar sus deudas con estas hembras que decidieron levantar voces y cabezas allá donde el alambre de púa hace de ligustrina tóxica.
Esta hija en versión papel nació parida a la sombra de un hecho para nada fortuito que desestabilizó (y lo sigue haciendo) ese equilibrio espasmódico llamado cárcel. El 23 de mayo, las 30 mujeres alojadas en el sector A de la Unidad 31 de Ezeiza, construida para alojar a las de “buena conducta” y a madres con niños menores de 4 años, fueron trasladadas sin previo aviso y mediante un operativo violento al complejo IV, ex Unidad 3, de máxima seguridad y peores condiciones edilicias, para alojar a genocidas que se encontraban en el Complejo II de Marcos Paz y con la excusa de facilitarles el acceso a la salud. Frente a esa lógica en reversa que privilegia a autores de delitos de lesa humanidad, el editorial del primer número abre con una demanda por elevación al Servicio Penitenciario Federal: se pregunta en qué momento las mujeres alojadas en el SPF dejaron de ser personas. Lo firma el Colectivo Tinta Revuelta, espacio de escritura y periodismo de YoNoFui coordinado por la escritora María Medrano, que en 2002 comenzó a dar talleres de poesía a las mujeres de Ezeiza. Desde entonces, nunca dejó de ir. “Mientras hacíamos la revista, alguna de las compañeras lograba salir de la calle para vivir en un hotel, otras recuperaban su libertad después de años de encierro, otras accedían a las salidas transitorias para venir y otras desde el arresto domiciliario lograban aportar su granito de arena. También hubo bajones, y tristezas, claro. ¡Pero lo bueno es que nos convertimos en un colectivo editorial que se la re-banca! Porque nos entusiasmamos mutuamente con la posibilidad de que nuestras palabras trasciendan el espacio del taller.”
Es esa huella sobre la que van escribiendo las de intramuros y las del afuera, la que permite ampliar y corregir lo que se escurre por las hendijas del encierro, hasta hacerlo dispararse en mil palabras (los destellos quedan para las imágenes estenopeicas de la maga Ale Marín y sus alumnas). Las maternidades, los amores y las traiciones, las requisas infamantes, los destratos judiciales, los insomnios, el deseo de crecer y verse otra, incandescente, los miedos interminables, la necesidad urgente de seguir subiendo la cuesta.
Una de las colaboradoras de este colectivo, la artista Alejandra Rodríguez, da ciertas pistas cuando menciona el arte como política de libertad. “El arte no salva ni cura. No es un antídoto o un medicamento. El arte es expresión, forma, color, poesía e invención.” Si con el tiempo YoNoFui se convirtió en una autopista para subvertir el estado de las cosas, Yo Soy asoma como el mejor atajo para la maduración de ese proyecto. Y las palabras tatuadas ya no se esconden, se despegan de las pieles y viajan. Ahora tienen destino de papel.
Info sobre la revista en: [email protected]
facebook.com/YoNoFuiYoSoy
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