las12

Viernes, 14 de agosto de 2015

DíA DE LOS NIñOS Y LAS NIñAS

A libro abierto

Ahora que hay próceres convertidos en héroes infantiles gracias a Pakapaka, ahora que los derechos adquiridos y los modelos familiares visibles se ensanchan para cobijar a muy diversos armados y sexualidades, ahora que las bibliotecas populares y escolares se nutren de buenas compras de libros por parte del Estado, y ahora que una nueva camada de escritores y escritoras copa el mercado con propuestas de nivel altísimo, la literatura infantil está más presente que nunca. Por eso Las12 ofrece una guía para conocer nuestras propuestas y conocer la voz de chicos y chicas que se plantan lejos de la estigmatización de los oficios y saberes, se abren a la diversidad y muestran avidez por conocer nuevos mundos, otros universos, o mejores espejos en donde reconocerse y empezar a diseñar el propio cielo.

Con mayor o menor éxito, la literatura, los cuentos, las narraciones y relatos siempre ayudaron a acompañar los cambios, a atravesar ciertos procesos cognitivos complejos. Siempre estuvieron ahí las aventuras, las princesas, los bosques encantados, los poemas y las rimas, incluso las historietas, con la inoxidable Mafalda a la cabeza, para hacernos ver cuán distintas son las infancias, y cuán parecidas también en la forma de interpelarnos. ¿Quién no pidió que le cuenten una y otra vez la misma historia, apropiándose de las voces y dibujos hasta conocerlos de memoria? ¿Quién no se puso del lado de Caperucita, engañada por el lobo? ¿Y quién no quiso escuchar un relato antes de dormir, para que la oscuridad no sea tan oscura? Ahí están los libros gozando de excelente salud para apuntalar la maduración y los tiempos de chicos y chicas, soporte de experiencias emotivas nuevas. Y si además esos libros ayudan a que la imaginación se expanda, a que podamos jugar por un rato a que existen otros universos donde todo es mucho más posible que en la realidad, sin buscar la bajada de línea de ninguna moraleja o mensaje edificante, qué mejor que la literatura para hacer funcionar la cabeza, para aprender jugando, para incentivar la curiosidad y el asombro.

Es importante reparar también en la situación de lectura. No es lo mismo leer a solas que en compañía de una persona grande que con paciencia nos ayude a descifrar todas las palabras o nos muestre con amor un libro. Personas que también pueden conseguir que niños y niñas vayan formando su propio gusto como lectores, de transmitir y repetir ese ritual para que se vuelva cotidiano, de disfrutar de ese gran momento compartido. “Leer, o escuchar leer en voz alta sirve para abrir espacios, todavía más a aquellos que no disponen de ningún territorio personal”, dice la antropóloga francesa Michéle Petit en su imprescindible ensayo Leer el mundo. Experiencias actuales de transmisión cultural, y agrega: “Leer, pero también mirar ilustraciones, pinturas o películas, cantar, dibujar, todo eso sirve para interponer entre lo real y cada uno un tejido de palabras, de conocimientos, de historias, de fantasías, sin el cual el mundo sería inhabitable. Sirve para dar a lo que nos rodea una coloración, un espesor simbólico, imaginario, legendario, poético, una profundidad a partir de la cual soñar, desviarse, asociar. Esto permite constituir una suerte de reserva poética y salvaje en la que siempre se podrá abrevar para dar forma a lugares donde vivir, a ‘habitaciones propias’ donde pensar”.

Familias de libros

Ultimo sábado de vacaciones de invierno, cinco y media de la tarde. El predio de Tecnópolis está literalmente colmado de familias, niñxs, abuelxs, personas con termos y mate que comparten galletitas o caminan tomadas de las manos. Hay quienes se detienen ante el imponente dinosaurio de la entrada, o señalan al gran robot que enciende sus luces y guiña los ojos con la bajada del sol. Este invierno no amedrenta, tampoco la aglomeración: llama poderosamente la atención la tranquilidad y la parsimonia que hay entre la gente, incluso si consideramos que durante todo ese sábado en Villa Martelli se alcanzó un nuevo record de visitantes: 470 mil personas.

Entre las novedades de la edición 2015 de Tecnópolis está la de haber trasladado hasta allí la Feria del Libro Infantil y Juvenil, que hasta el año pasado se hacía exclusivamente dentro del perímetro de la Ciudad de Buenos Aires. En una iniciativa conjunta con la Fundación El Libro, este año la Feria se disoció en dos espacios: el Polo Circo, perteneciente al Gobierno de la Ciudad, en Parque Patricios, frente al Hospital Garrahan, y el pabellón principal de Tecnópolis, donde los stands de varias editoriales e instituciones ofrecen una vasta muestra del buen momento por el que pasa la literatura infantil en el país.

“Los libros que a mí más me gustan son los cómicos”, dice Luz, de 11 años. “A mí me encanta la lectura. Prefiero los cuentos pero también los libros para estudiar cuando tengo una prueba. Mi ídola es la Presidenta”, cuenta Daiana, de 13 años, de Formosa. “Preferimos leer cuentos de aventuras y La Biblia. Nuestros ídolos son Moby Dick y Jesús”, dicen algo tímidos lxs hermanitxs Damaris y Gonzalo, mientras la mamá los mira y completa sus respuestas. Rocío, de 14 años, viene de Río Cuarto, Córdoba, y está visitando Tecnópolis por primera vez con su abuela. Ella es una lectora avezada. Nos explica que le gustó mucho el libro Lo que dicen tus ojos, de Florencia Bonelli, “porque enseña a que se respete a la mujer, a que no se entregue tan fácil”. Y agrega también algunas definiciones sobre los nuevos modelos familiares: “La familia es alguien que siempre está cuando los necesitás. Personas que son unidas, y que se dan amor. Escuché mucho sobre las familias diversas, y no veo nada malo en que alguien tenga dos mamás o dos papás. Cada quien tiene sus gustos”. Este tipo de impresiones se repite en casi todos lxs entrevistadxs, chicas y chicos de entre 8 y 14 años: “Me da igual cómo estén formadas las familias, todas me parecen bien”, agrega Melanie, de 11, para quien sus heroínas son su abuela y su mamá, porque “la pelearon mucho”. Uma, de 9, pasea de la mano de su abuelo, y confiesa que leer le cansa, que prefiere mirar revistas. En relación a los tipos de familia, para ella “pueden estar formadas de muchas maneras, también con amigos. Mi papá, por ejemplo, se separó de mi mamá. Mi mamá tiene una hija con otro hombre, y mi papá otro hijo con otra mujer. Me parece bien todo eso, me gusta tener hermanos chiquitos”.

Estos nuevos modelos familiares avalados por las leyes y el nuevo Código Civil van también colándose en los libros infantiles. Porque la literatura siempre ayudó a procesar los cambios sociales, a diseccionar las imposiciones y los prejuicios, hasta desarmarlos del todo, y a atravesar con los cuentos situaciones que a veces son difíciles de explicar, de exponer ante lxs demás. Así, por ejemplo, la editorial Molinos de viento publicó para lxs más chiquitxs Anita y sus dos mamás, y la Librería de Mujeres la serie Esta es mi familia: relatos breves y coloridos que recrean distintos tipos de organizaciones familiares tomándolas como lo que son: un grupo dinámico y abierto, hecho de diálogo y afecto. La idea es acompañar con estos libros el momento en el que se empieza a charlar con lxs chicxs sobre el mundo a su alrededor, sobre las posibles diferencias entre su propio armado familiar y el que protege a otros nenes y nenas con quienes pueden compartir el aula o la plaza: algunas de las historias las protagonizan familias monoparentales, otras grupos familiares con hijxs adoptivxs. Estos libros se pueden conseguir a través de Oasis, una librería online que vende y distribuye literatura lgbtti dirigida a la niñez.

En esta línea, aunque concebido como un libro informativo, está Mi familia es de otro mundo (Uranito), de Cecilia Blanco, una colección de historias ilustradas que presentan de manera sencilla y natural una serie de situaciones complejas que nadie debe mirar como diferentes. Una nena que tiene dos casas, un nene adoptado por una pareja al que le nace un hermanito, otra nena que tiene dos papás hombres a los que ayuda con los preparativos de su casamiento, la historia de dos mellizos concebidos por medio de la fecundación asistida, y la familia que forman una mamá viuda y su hijo vienen a poner sobre la mesa la conclusión de que mundo hay uno solo, y que allí caben todas esas familias, cementadas por el amor (¿por qué se llamará entonces así el libro, si es este y no otro el mundo en el que todas estas familias cohabitan?). Otra de las conclusiones del volumen es que más allá de la orientación sexual o procedencia de los progenitores, padres, madres y tutores, el desarrollo social o sexual de hijos e hijas no cambia; lo que sí afecta es la discriminación que puedan sufrir por esa razón.

De la misma autora se consigue también otro volumen llamado ¿Qué es esto? La sexualidad explicada para niños –que recuerda a los nostálgicos y ochentosos De dónde venimos y Qué me está pasando, el material didáctico que se usó durante años para tocar temas de educación sexual en las escuelas, si es que se usaba alguno– pero aggiornado a los tiempos que corren. Ante las preguntas sobre cómo se hacen los bebés o qué sucede en la pubertad, lxs chicxs podrán encontrar algunas respuestas que abrirán a su vez nuevas preguntas. En ese sentido, se trata de libros que está bueno leer en compañía, poniéndole las palabras que sean a la sexualidad de cada quien, desde un enfoque que las quiere libres, respetuosas y responsables. Por eso el libro incluye temas como la anticoncepción y el VIH, y un apartado específico dedicado al cuidado del cuerpo y la intimidad, alertando con dibujos sobre qué hacer si alguien grande se acercan a lxs chicxs para hacerles cosas que no les gustan.

Con un enfoque similar, también se encuentra en librerías ¡Sin vueltas! Nos animamos a hablar de sexualidad, de Silvia Hurrell y Marcelo Zelarallán, ambos integrantes del equipo técnico que impulsó el Programa Nacional de Educación Sexual del Ministerio de Educación de la Nación. Este volumen es ideal para procesar con lxs chicxs una buena cantidad de temas y para despejar sin eufemismos varios prejuicios, naturalizando las distintas maneras en que las personas gozan de su sexualidad y descubren sus cuerpos. Pero además está pensado para acompañar ciertos procesos escolares, desarmando discursos discriminatorios y conductas imitativas, y se planta de lleno en la distribución equitativa de tareas, más allá de los géneros: “Hoy muchos hombres limpian su casa y se ocupan del cuidado de sus hijos e hijas y también muchas mujeres estudian o trabajan afuera de su hogar. Esto no siempre fue así. Los hombres, hace unos años, no solían cambiar los pañales. (...) Hoy en día, a las personas transexuales se les reconoce su identidad de género, aunque muchas veces siguen sufriendo discriminación por haber elegido ser quienes son. En otras épocas, en el jardín de infantes sólo había maestras mujeres, los hombres no podían estudiar esa carrera. Hoy eso está cambiando”. Qué bueno es saber que lxs chicxs del futuro mamarán estas cosas desde el vamos. Y que con trabajo y dedicación, dentro de un tiempo ya no será necesario desarmar años y años de discurso escolar machista.

Cuentos para distintas necesidades

Los libros, además de transportarnos a sus propios mundos, son también un buen auxilio para situaciones puntuales. Por ejemplo, el control de esfínteres puede ser un tema escabroso y hasta tabú para algunas familias. Para lxs más chicxs, que atraviesan ese duro trance de dejar el pañal y empezar a usar el baño, hay historias que pueden ser útiles para naturalizar la cuestión: un clásico probadísimo es Del Topito Birolo y de todo lo que pudo haberle caído en la cabeza, un cuento simple e infalible –el libro además es muy barato– que funciona por medio de la repetición: un topito chicato sale de abajo de la tierra y le cae un sorete en la cabeza. Entonces, enojado, sale a preguntarle a todos los animales si ellos “se hicieron eso en su cabeza”. Y con bastante humor y desparpajo el libro va mostrando cómo todos los animales hacen caca de forma diferente: la paloma, la vaca, el conejo y el chancho le van mostrando al topo que las colas y las cacas son distintas, pero que todas huelen igual de mal y salen de los cuerpos. Con un esquema similar, está el más discreto Todo el mundo va, publicado por Edelvives. El relato se sostiene por medio de dibujos que muestran que tanto el indio como el vaquero, la princesa, la bruja, el papá y la mamá van, así que el chico también decide ir: al baño, claro. En una línea directamente escatológica, un nuevo clásico –sobre todo para chicxs a partir de los 4 o 5 años, cuando “culo”, “sorete” y “pedo” son palabras que hacen reír mucho– es el brutal ¡Viva la caca!, de Gustavo Sala: una serie de chistes grotescos no aptos para padres y madres que sufran de pacatería.

¿Y el miedo a la oscuridad, que también ataca a lxs más pequeñxs? Este temor recurrente fue ampliamente trabajado por una gran cantidad de autores. De las voces más recientes de la literatura infantil argentina se destacan el hermosísimo Nocturno. Recetario de sueños, de Isol: un libro que brilla en la oscuridad, desafiándonos a descubrir una serie de imágenes que sólo pueden verse cuando las luces se apagan, y que funcionan como el reverso del día. Una idea sencilla realizada con muy buen criterio, porque de esas imágenes nacen un montón de cuentos posibles para inventar con lxs chicxs. O el breve cuento infantil de Liniers sobre los misterios de la noche, cuando se imaginan extrañas formas en lo oscuro y muchxs prefieren pasarse a la cama de lxs grandes: Lo que hay antes de que haya algo.

Las pioneras

Vinculada en Italia al movimiento feminista desde la década del 60, Adela Turín, historiadora del arte y escritora, se dedicó durante muchos años a analizar los sesgos sexistas en la literatura infantil de su país. Para combatir la discriminación de género en la tan extendida lógica patriarcal, y erradicar los estereotipos sexistas, decidió crear la colección Dalla parte delle bambine (Del lado de las niñas), y publicó más de una veintena de títulos infantiles, en su mayoría ilustrados por Nella Bosnia. Desde 1994 vive en Francia, y está a cargo de una asociación dedicada a denunciar los casos de sexismo en los materiales educativos, además de crear políticas de sensibilización sobre el tema destinadas al sector editorial y a distintas instituciones. Acá en el país se consiguen algunos de sus libros más emblemáticos publicados por Kalandraka, como el genial Arturo y Clementina, la historia de un matrimonio de tortugas en la que el tortugo subestima por completo a su pareja, hostigándola y cargándola hasta que ella decide abandonarlo y liberarse. Otro de sus cuentos es “Una feliz catástrofe”, sobre una familia de ratones en la que los roles se trastruecan y la madre, dócil y obediente, deja de ser la empleada de su propia familia. Este último puede verse completo y narrado en YouTube, para trabajar por ejemplo en las escuelas y jardines el tan poco transitado tema de la división igualitaria de las tareas en el hogar.

Para las nostálgicas que rondan los 40 y son madres, acaban de reeditarse –en ediciones facsimilares, con las ilustraciones originales de Vilar– cuatro de los libros más famosos de María Elena Walsh: Dailan Kifki y El reino del revés vuelven a estar disponibles en librerías, al igual que la entrañable colección de Libros del Chiribitil, con diez títulos que se editaron tal cual por Eudeba, y entre los que está el hermoso Así nació Nicolodo, de Graciela Montes. Para volver sobre nuestros relatos infantiles más entrañables, ahora transmitiéndoselos a las nuevas generaciones.

Alimento para la curiosidad

Una nueva serie de libros por fuera de la literatura pero a la vez con grandes potenciales creativos vienen sorprendiendo por su éxito entre lxs chicxs y no tan chicxs. Tanto es así que se replican ediciones que respetan el mismo concepto, alterando apenas el contenido. El pionero es El libro de los garabatos (tomos 1 y 2, publicados por Fondo de Cultura), del ilustrador y diseñador japonés Taro Gomi: volúmenes de más de 300 páginas en blanco y negro con una serie de consignas simples y divertidas para completar, colorear, crear, y poner a prueba la imaginación sin frustraciones. Las premisas pueden ser desde dibujar una gran fogata, hasta hacer una pequeña historieta en la que los personajes digan “algo malo”, o bien vestir a niñxs como adultos, o animar a dos tristes elefantes. Un libro de ejercicios y actividades que puede convertirse en aliado para que lxs chicxs jueguen solos, se concentren y entretengan, sin recurrir a los chiches tecnológicos.

Y para lxs que son un poco más grandes y también aceptan los desafíos prácticos, lo mejorcito viene por el lado de los libros de Keri Smith, toda una activista en la creación de libros como “obras abiertas”, en el sentido de que se completan gracias al trabajo de lxs lectores. Uno de los más bellos es Cómo ser un explorador del mundo. Museo de vida portátil, en el que por medio de una serie de ideas simples de registro y observación de situaciones, y de la premisa de que “todo es interesante”, propone una misión perceptiva para explorar lo que tenemos alrededor, que se refleja en una suerte de museo personal de sensaciones y pensamientos. En los libros de Keri Smith abrevan tradiciones literarias, citas artísticas, procedimientos vanguardistas y experimentos situacionistas. Una propuesta parecida, más orientada a las adolescentes, es la de su exitosísimo Destroza este diario. Smith, moderna y transgresora, anima a lxs propietarixs de ese diario a intervenirlo como les plazca, a cometer actos vandálicos como agujerear sus páginas, pintarlo con café, y un largo etcétera con la idea de que “la artista eres tú” y de que “crear también es destruir”; acciones puntuales que afianzan la experiencia creativa y suspenden felizmente las reglas establecidas y el falso decoro.

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