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“Orgullosos de mantener a nuestros lectores al corriente de las últimas tecnologías y enfoques para llegar a las audiencias, nos da un gran placer revelar una herramienta radical de publicación que se está imponiendo en pequeños y grandes medios de comunicación. Señoras y señores, hete aquí: el correo electrónico”, ironizaba el –hoy fallecido– columnista estrella David Carr, del New York Times, a mediados del año pasado, analizando la marcada retrotendencia que volvía a imponer al boletín por email –o newsletter– como opción viable, en alza. “¿Qué sigue? ¿La vuelta del fax?”, se preguntaba el periodista que, a su vez, definía el mentado instrumento como “un artefacto de la vieja escuela web que se suponía iba a morir junto con las conexiones dial-up”, pero en cambio estaba (está) vivito y coleando gracias a propuestas como Brain Picking, de Maria Popova, o The Ann Friedman Weekly, de Ann Friedman. O, para el caso, Goop, el newsletter de la actriz Gwyneth Paltrow, que ofrece valiosísimos consejos sobre cómo vaporizar la vagina, el imperativo de comprar tazones blancos de 180 libras para la cocina o en qué hotel seis estrellas hospedarse cuando se está de visita en Beijing. O, en similar tono, Preserve, de la exGossip Girl Blake Lively, o el boletín Draper James, de Reese Witherspoon.

“Es fácil comprender por qué las celebridades se sienten atraídas por esta reliquia: hablar directa y brevemente con sus fans, a través de Twitter o Vine, ya no es suficiente; de allí el viraje hacia una forma de larga duración”, ofrece el medio brit The Independent. Empero, ante la intriga mayor (“Con las redes sociales, las apps móviles y los sitios dinámicos que prácticamente acosan a lxs lectores y lectoras, ¿cómo es posible que vuelva a cobrar vigencia algo –el newsletter– que puede estancarse en la carpeta Spam?”), es Carr quien bosqueja la respuesta más acabada y, por qué no, simple: que muchas personas –cansadas ya de la infinita y caótica corriente de información disponible online– se inclinan hacia una fuente reconocible y ordenada, como ser los correos electrónicos. O, más precisamente, los boletines informativos que llegan a sus bandejas de entrada, por suscripción.

Así, con el canal de otrora más presente que nunca, hace su entrada triunfal Lenny, la nueva aventura editorial de la actriz-guionista-escritora norteamericana y voz de la generación flotante (léase, los Millenials): Lena Dunham. Una feminista autodeclarada que ya se había embarcado en la escritura con No soy ese tipo de chica (2014), bestseller de memorias, oscilante entre anécdotas “incómodas”, historias de terapia, bajones neuróticos, relaciones tóxicas y elecciones personales “cuestionables”, a cantar de la crítica, que no sólo celebra su estilo desprejuiciado y chusco, también admite que, “se vuelva o no un clásico, está muy bien escrito”. Ojo, también lo estará Lenny en tanto Dunham y su socia en la cruzada, la productora de la festejadísima serie Girls Jenni Konner, ha reunido un pequeño dream team de mujeres duchas en letras, a cargo de escribir y editar contenido original, entre ellas, Jessica Grose (ex redactora de sitios como Slate y Jezebel), Laia García (Rookie) y Doreen St. Félix (Pitchfork, The Hairpin, BuzzFeed). Mujeres que escribirán para mujeres –de 18 a 35 años, a decir de su autoimpuesto target– “intelectualmente curiosas con ideas afines, que quieren lograr un cambio en el mundo y, a la vez, enterarse dónde comprar una remerita para el verano que no les costará todo su sueldo”. “Vamos a hablar acerca de finanzas, ayudar a elegir un traje de baño, una lámpara, la próxima presidenta... También diremos qué hacer si alguien necesita hacerse un aborto”, suma la artista de 29 años. Al parecer, ningún tema está fuera de agenda; ni siquiera potenciales crónicas de puño y letra sobre sus correterías con amigas famosas (entre ellas, Amy Poehler, Ellen Page, Rashida Jones, Jemima Kirke, Tawlor Swift).

Al respecto, sólo en las últimas semanas, Lena engordó su anecdotario: no sólo se subió al escenario para acompañar a Swift en vivo, también tuvo que ser rescatada durante una carrera solidaria de paddle surf y defendió –con uñas y dientes– la organización nonprofit de derechos reproductivos Planned Parenthood, vapuleada por un presunto boicot con tufillo republicano... Oh, y en el ínterin, se ha hecho el rato para anunciar que Lenny saldrá el mes próximo. Nada mal para la directora de Tiny Furniture y, por supuesto, Girls; adorada por la mismísima Joyce Carol Oates, que le atribuye el instinto de un joven Woody Allen y el talento idiosincrático de Imogene Coca. Dunham, calificada como una de las personas más influyentes por Time Magazine, requete fan de Nora Ephron, quien fuera su amiga y mentora.

“Vivo en un mundo que está casi compulsivamente libre de secretos”, expresó la muchacha en cierta oportunidad. Y acaso devele ahora nuevos misterios, acompañados por información de toda índole, publicada semanalmente. “Desde ensayos escritos por colaboradoras trans sobre no-binarismo hasta piezas sobre mandarse tal o cual macana en el trabajo”, en palabras de la dupla inventora. “Internet también tiene el poder de llevarte a lugares calmos, reflexivos, aunque a menudo no le demos ese uso”, destaca LD, y resume su militancia del siguiente modo: “Mujeres cuidándose mutuamente, educándose mutuamente y reconociendo que es el feminismo el que te da la libertad de tomar decisiones con las que no necesariamente estás de acuerdo”. “La banalización de llamar a cualquier comportamiento femenino, feminista, es condescendiente y ridículo”, arremete quien, con el correr de las futuras ediciones, prevé sumar ecommerce a su iniciativa, incluyendo links para comprar obra de “artistas y diseñadoras independientes que trabajan sobre productos éticos, accesibles y ocurrentes”. La coherencia, ante todo. Hasta septiembre, Lenny.