INUTILíSIMO
La frescura de la huerta en nuestro cutis
En la huella de las grandes estrellas del cinematógrafo mundial, Gloria Darling (Para ser amada, para ser hermosa, Editorial Atlántida, Buenos Aires, 1937) nos incita a consumir los productos de la huerta recién cosechados... Ellas, las divas de piel impecable, “invariablemente se desayunan con naranjas, y durante el día comen sin reparo, a diferentes horas, uvas, duraznos, manzanas, grosellas, cerezas, frutillas y hasta limones. Es que la fruta es un tónico excelente para el cuerpo al que nutre sin espesar los tejidos. La influencia de la ingesta abundante de fruta se manifiesta especialmente en la tez femenina, a la cual infunde lozanía y transparencia admirables”.
Quizá les sorprenda saber que el humilde limón goza de las preferencias de las bellas de la pantalla, que lo aplican a todas las ensaladas, a los platos de pescado y mariscos, con suma generosidad. “Como refresco, las actrices más glamorosas no dudan en beber zumo de limón con agua e hielo granizado, agregando apenas azúcar.” Por otra parte, nos recuerda Darling, el té y el café con limón alivian los dolores de estómago, en tanto que la limonada caliente con miel cura el resfrío. Otra razón para tener siempre estas frutas de oro recién cortadas de la planta al alcance de la mano: “Hoy se prescribe con ventaja el jugo de limón en medio vaso de agua, bebido antes de la comida, cuando se padece de reumatismo. Las ronqueras se alivian tomando una cucharadita cada media hora de un compuesto que se hace batiendo una clara de huevo con el jugo de un limón.”
Otras frutas de probado efecto benéfico para nuestra piel son: el ananá, los higos frescos, las ciruelas y dátiles, las uvas (que limpian el cutis de manchas). No es casual, pues, que “muchas elegantes tengan por hábito, para mantener intacta su belleza, permanecer un día por semana en cama ingiriendo sólo fruta fresca”.
No conviene olvidar las bondades de las verduras, “fuente inagotable de virtudes higiénicas y estéticas para la mujer”. Por ejemplo, el apio crudo, que calma los nervios y aclara la piel cetrina. O los espárragos, que hacen desaparecer las imperfecciones de la piel. Y a no dejar de lado ni el ajo ni la cebolla: “Pese a su olor desagradable, son grandes aliados; la maravillosa piel de algunas campesinas europeas, sus ojos y dentaduras magníficos se deben a la sana costumbre de comer estas liláceas en abundancia”. Un buen dentífrico, un fino perfume francés, masticar clavo de olor, ocultarán las consecuencias olorosas de esta ingesta.