Aunque hay personas que, sin fundamento alguno, creen lo contrario, “la verdad es que la etiqueta en el deporte es extremadamente sencilla”, nos tranquiliza Jacobita Echániz en su imprescindible Libro de Etiqueta. Más todavía: si el bridge y el tenis estuviesen claramente delimitados por convenciones sociales, no se producirían esos errores de conducta que suelen dar lugar a escenas sumamente desagradables, pontifica la especialista. Por caso: es esencial saber perder y saber ganar. Esto parecería algo muy simple y fuera de toda discusión. Sin embargo, hay gente carente de modales que no puede dominar su alegría desmedida, sus lágrimas o su mal humor, según sean las alternativas del juego en cuestión. Gente desconsiderada que no soporta las reglas (cuando las considera en contra de sus intereses, claro), propensa a dictar cátedra y que jamás aceptará como justa su propia derrota.

Por otra parte, prosigue Echániz, “cuando una mujer hace sport con un hombre, no debe esperar de él galanterías de salón”. Esta regla no escrita se aplica por supuesto al tenis, un deporte, según señala la enciclopedia Femirama (número 35, tomo III, 7-1-1964), “físicamente aconsejable, verdaderamente divertido y emocionante, además considerado como uno de los más elegantes, en el que tiene apropiadísima cabida la mujer”. Las razones saltan a la vista: permite lucir la gracia femenina en ciertos movimientos, la esbeltez de la figura y, a no dudarlo, un atuendo de lo más chic.

Desde luego, la moderna tenista ha de cuidar al mismo tiempo la línea del diseño de su traje y la comodidad que éste le otorgue. Felizmente para las más coquetas, las posibilidades son variadas y además se trata de prendas que pueden confeccionar las más hacendosas, o encargarlas a la modista de confianza. De este modo, en el court también estará presente la moda a través de seductores conjuntos de faldas o shorts y blusas, cinturones, siempre en el reglamentario blanco que tanto se destaca sobre el fondo rojo del campo de juego.

De acuerdo con Femirama, esta sección les propone la realización de una paqueta túnica, summum del buen gusto y la simplicidad, sin mangas y con escote bote. Está enteramente plisada y llega hasta la mitad del muslo. Una cinta doble blanca pespunteada que se ata marca la cintura y forma un ablusado que contribuye a la libertad de movimientos. Lo bueno de este traje (que, obvio es decirlo, se acompaña de zapatillas níveas y zoquetes ídem) es que puede usarse en otras oportunidades, verbigracia en la playa complementado con sandalias y un gran sombrero de paja. Para después del juego, en este otoño ya declarado, se recomienda un pullover de suave lana, también albo. O a lo sumo con una línea de color en los bordes. Si optan por la sentadora túnica, por favor que el plisado sea indeleble, imborrable, inalterable, lavable.