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Viernes, 17 de noviembre de 2006

INUTILíSIMO

Guerra sin cuartel a insectos y roedores

La legendaria escena de la mujer trepada a un banquito gritando como una descosida porque vio una inofensiva lauchita no se corresponde con la realidad, según la revista Mucho Gusto (mayo de 1968). Por el contrario, muchas amas de casa “se deleitan contemplando las mañas de su gatito tratando de atrapar un ratón”. Y tampoco es verdad que la mayoría de las damas se espante ante cualquier artrópodo que vuele o que camine: “Para algunas, la caza de insectos caseros constituye un exquisito pasatiempo. Da gusto ver cómo alistan la palmeta matamoscas o mosquitos, contienen el aliento y ¡pafff!.. justice est faite” (sic). De todos modos, por acendrado que sea el espíritu cazador y por entrenada que esté una señora de su casa en aniquilar estos bichos invasores, el ánimo deportivo no basta para terminar con el enemigo si ya se ha instalado una colonia numerosa en nuestra vivienda. Entonces conviene disponer las estrategias indicadas por la publicación consultada para llevar a buen puerto esta guerra sin cuartel.

Hay que partir, sea cual fuere la especie que atacaremos, de una extrema limpieza: no sólo la casa debe pulirse rincón por rincón, estante por estante, azulejo por azulejo, usando limpiadores y lavandinas sin escatimar, sino que debe eliminarse hasta el más mínimo rastro de comida, la miguita más pequeña. Todo debe estar pulcro cual laboratorio, los alimentos en la heladera o en envases herméticos. Ni una tacita con media gota de café azucarado en la pileta. Si cucarachas, moscas, hormigas y ratas no encuentran nada que ingerir, la primera batalla estará ganada.

Mucho Gusto nos recuerda que las cucarachas –representadas mayormente por la rubia Americana y la morena Germánica– gustan de las zonas tibias, oscuras y tranquilas y puede arribar a nuestros limpísimos hogares por respiraderos, tuberías, incluso por la propia escalera del edificio. Además de polvos, cebos y aerosoles, no estará de más un veneno casero: bolitas que se hacen con ácido bórico, azúcar y clara de huevo, que se dejan debajo de muebles, detrás de la heladera, en algún rincón de la alacena, dentro de una compotera.

En cuanto a las otras plagas, por ejemplo las fastidiosas moscas, la información de la revista es desalentadora: en Buenos Aires nacen unas 300 millones de moscas por día, y cada uno de estos insectos vive hasta 30 días; si se trata de hembras, pueden poner hasta 900 huevos en su breve existencia. No hay tu tía: se imponen las ventanas mosquitero que también filtrarán los mosquitos, el uso moderado de aerosoles, del aparato de flit y por cierto, si se trata de alguna que otra mosca suelta, de la nunca suficientemente ponderada palmeta. Las procesiones de hormigas se neutralizan con insecticidas comunes, pero si hay patio o balcón con macetones, habrá que encontrar la “olla”, es decir, el corazón del hormiguero e inyectarle algunas dosis de gas de bromuro de metilo. Por cierto, cualquier comestible alto en glucosa atrae como un imán a estas indeseables. Naftalina, bolsitas con flores de lavanda y aerosoles nos liberarán de las polillas que, como sabemos, prefieren la lana. La lucha contra las ratas, dice Mucho Gusto, debe realizarse a nivel de comunidad, “pues toda tentativa individual está condenada al fracaso”.

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