Viernes, 17 de noviembre de 2006 | Hoy
TALK SHOW
Por Moira Soto
Raramente un artista genial ha sido padre de otro artista genial. En el caso del gran pintor impresionista Pierre-Auguste Renoir (1841-1919), es oportuno recordar que su hijo Jean (1894-1979) se enamoró del cine a los 8, cuando estando pupilo en un colegio se presentó un señor con pinta de fotógrafo, preparó sus aparatos, desplegó una pantalla y empezó a proyectar algunas tomas de los barrios de París que había registrado él mismo. Al cabo de unos instantes, el chico Renoir comprendió que estaba frente a otro lenguaje, que no era el de la pintura ni el de la fotografía, pero que guardaba cierto parentesco, y que le fascinaba.
Año más tarde, en 1923, el joven Renoir vio la vanguardista Le brasier ardent, dirigida y actuada por el ruso Ivan Mosjoukine, en el cine Colisée, mientras el público gritaba y silbaba, ante un espectáculo diferente que lo impacientaba. Fue como una iluminación para JR que en ese mismo momento decidió dejar su oficio de ceramista y tratar de hacer películas. Sin duda, al decantarse por el cine, sin renegar en absoluto de su filiación artística pero tampoco optando por una imitación de la pintura, Jean Renoir pudo liberar toda su genialidad en obras maestras como Le crime de M. Lange (1936), Une partie de campagne (1936), The Woman in the Beach (1946), The River (1950), La carrosse d’or (1952), French Cancan (1954)... “Su genio reside, en primer lugar, en haber sabido expresar en la pantalla lo mejor de aquello que consagró a los grandes pintores y escritores contemporáneos de su infancia”, escribió André Bazin en Jean Renoir, libro póstumo inacabado, reconstruido y completado por sus amigos (François Truffaut en primera fila). En cierta forma, el cineasta le da la razón a Bazin en una de sus declaraciones: “Empecé a darme cuenta del gesto de una lavandera, de una mujer que se peina delante del espejo (...), temas con frecuencia de un valor plástico incomparable. Llevé a cabo una especie de estudio del gesto francés a través de los cuadros de mi padre y de los otros pintores de su generación. Con mis nuevos conocimientos, rodé el primer film del que vale la pena decir algo, Nana, sobre Emile Zola”.
Hasta el 9 de enero pasado se realizó en las nuevas instalaciones de la Cinemateca Francesa una expo enteramente dedicada a la dinastía Renoir, y el canal France 5 propuso un documental sobre Pierre-Auguste y Jean que explora la familiaridad artística entre pintor y cineasta. Lo hace a través de la pasión común por el agua, recurriendo a numerosos fragmentos de entrevistas de radio y de TV en las cuales JR evoca a su padre, la relación privilegiada que mantuvo con él. Pero también Renoir (s), en suivant le fils de l’eau ofrece imágenes filmadas inéditas del pintor y por cierto tomas de sus cuadros focalizando detalles mínimos. La única voz que acompaña durante todo el metraje es la del hijo cineasta.
Este film fue escrito por Anne-Marie Faux, codirectora junto a Jean-Pierre Devillars. “Fue en la obra de Jean Renoir y en sus declaraciones, así como en las telas de Pierre-Auguste, donde encontramos las respuestas (...). Jean no recibía lecciones de su padre, solamente lo miraba vivir, pintar, y posaba a menudo para él (...). Algo en común entre padre e hijo era esta decisión de no pintar, no filmar más que aquello que les era familiar. Catherine Hesslin, que fue la última modelo del padre, será la esposa y la primera actriz del hijo. Hay en los films de Jean reminiscencias constantes del trabajo del padre: la composición y la iluminación de los planos, los colores, el rechazo de la burguesía, el interés en representar las clases populares”, dice la realizadora del doc.
Como apunta con agudeza Bazin, Jean Renoir no parte de la pintura, llega a ella, “representa el impresionismo multiplicado por el cine”. En consecuencia, no tendría sentido considerar, por ejemplo, Une partie de campagne como un film pictórico, aunque reconstruye cuadros del padre: Le déjeuner des canotiers (foto), La Balançoire, La Grenoullière. Es en el curso del agua donde pasean madre e hija y se sienten atraídas por dos remeros, hay roces furtivos, pero la lluvia pone fin a esos deslices.
Rendir (s), en suivant le fils de l’eau, el jueves 23 a las 14.25 por TV5.
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