Viernes, 29 de febrero de 2008 | Hoy
INUTILíSIMO
Durante el verano, el cutis del rostro exige cuidados especiales, limpiezas frecuentes y a fondo, tratamientos caseros higienizantes al alcance de todas como el empleo de vapor, que no sólo humecta las vías respiratorias sino que, sobre todo, abre los poros y permite que afloren la grasitud y la suciedad que el calor acrecienta en el transcurso de la canícula. Así lo puntualiza la nota “Secretitos de belleza”, aparecida en la revista Vosotras (Nº 631 del 31/8/1947).
Las dos principales causas que obligan a depurar la epidermis en estas fechas son las siguientes: por un lado, “como es sabido, el cutis suele ensuciarse más intensamente con altas temperaturas, debido a que en el aire flota mayor cantidad de polvo, hollín y otros elementos indeseables del ambiente”. Por otra parte, ya hablando de la piel propiamente dicha, hay que tener en cuenta “que está constituida de tal manera que desarrolla una mayor actividad en sus glándulas sebáceas y sudoríparas, cuyas secreciones impregnan los poros y las grietas, aglutinando el polvo, etc., que se alojan y permanecen en la profundidad de sus capas”.
Pues bien, nada de entrar en pánico, porque aparte de los cuidados caseros que pueden resultar purificadores si se practican con suficiente asiduidad, existen otros procedimientos destinados a eliminar esta forma de contaminación, “entre los cuales se encuentra uno muy en boga en Europa y los Estados Unidos, y que debido a la forma radical en que actúa se denomina desincrustación”.
Este método, como su nombre lo sugiere, consiste en la remoción de toda suciedad incrustada en las distintas capas de la epidermis. “Porque aun cuando exteriormente su cutis parezca liso y terso, el más aterciopelado y adorable, nos sorprendería mucho si lo mirásemos detenidamente con la ayuda de un buen lente de aumento”. De este modo, se verían en detalle una cantidad inimaginable de poros oscuros, manchas y toda suerte de imperfecciones que “aunque no se noten a simple vista, no son por ello menos reales y por cierto están pidiendo un tratamiento urgente de aseo que otorgue impecable pulcritud al rostro”.
Bienvenida, pues, la desincrustación, “sistema que lleva hasta lo más hondo de la epidermis ciertas sustancias disolventes de las grasas y demás elementos inoportunos, por medio de la ayuda de la electricidad”. Las susodichas sustancias que se emplean pertenecen a la gama de los detergentes del tipo del carbonato de sodio, “las cuales si bien generalmente no revelan los efectos de su acción de manera inmediata, al cabo de un tiempo se traducen en un rejuvenecimiento notorio de la piel, que queda como nueva”. No es de extrañar, en consecuencia, que este procedimiento de aseo tan extremo goce de tanto favor en los países más arriba citados. A desincrustarse, entonces, lo antes posible, estimadas lectoras.
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