MONDO FISHON
El vestido bien puesto
Buen humor, gracia, desenfado, actitud, audacia... la lista de adjetivos leídos con la necesaria nota de admiración podría seguir y sin embargo no alcanzaría para describir cabalmente a la señora actriz Tina Serrano, sus graciosos anteojos violeta y su vestido, que podría llamarse negro si no fuera porque la escasa tela usada permitió unos cuantos contrastes de colores. ¡Pero qué garbo para mostrar la espalda descubierta! ¡Qué manera de pararse frente al pomposo auditorio de la entrega de los premios Martín Fierro, con las piernas abiertas y el brazo en alto, sacudiendo la estatuilla ganada por su papel en la novela Resistiré cual coctelera! La noche del martes, Tina Serrano demostró que no importa qué es lo que se use sino cómo se lo use, y ella lo hizo con una seguridad de sí misma y una firmeza que permitía olvidar todo otro bamboleo tan denostado por el deber ser de la moda. Desconocemos sus intenciones en la elección del vestuario, pero viéndola tan provocativa es fácil lanzar una carcajada cómplice contra todos esos comentarios que se sucedieron el año pasado, sorprendidos por la sexualidad explícita de su personaje, que se trasladaban a su persona. Como cuando Gisella Marziota le preguntó a Tina –en Indomables– cómo disfrutaba del sexo a su edad. “Igual, nena”, contestó entonces la actriz con algo de la sorna que parece haber puesto esta semana para jactarse frente a Mirtha Legrand de que “debajo de ese vestido la bombacha molesta”. A esta señora, “con genes de capocómica, pero capaz de hacer llorar hasta a las piedras”, como escribió en este suplemento Moira Soto en febrero del año pasado y leyera Araceli González el martes sin molestarse en citar la fuente, todo nuestro respeto y admiración.