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Viernes, 6 de febrero de 2009

MONDO FISHON

Los brillos de ayer

 Por Victoria Lescano

El Museo de Arte Hispanoamericano, Fernández Blanco –Suipacha 1422– ha rescatado vestuarios de la Belle Epoque que componen la colección de moda de María Elena del Solar Dorrego de Casal, acompañados de retratos, cartas de visita que ilustran usos, costumbres y caprichos indumentarios de impronta europea en Buenos Aires durante la Belle Epoque.

Durante todo el verano se puede visitar una pequeña sala subterránea y contigua a los jardines que alberga un recorte de esa donación. Pues anuncian que se la podrá ver de forma completa en la casa Fernández Blanco, en la calle Hipólito Yrigoyen 1418/20. Hay allí un maniquí posando de espaldas. Lleva traje negro de calle, falda larga y chaqueta entallada con vivos de Redfern (firma inglesa creada por un sastre que popularizó la cintura alta, en 1871 empezó a sublimar sedas y en 1885 causó sensación por ropas para pasear en yate, cabalgatas y galas y en 1888 fue el vestuarista oficial de la reina Victoria). Tiene la cara velada con encajes negros –cual un maniquí avant-garde a lo Viktor & Rolf–, lleva también un sombrero de paja con cintas de terciopelo y flores, un par de guantes de neonato en tono arena y cautiva con un par de zapatos para patinar de la firma inglesa Hellstern & Sons (célebres por hacer escarpines para galas de elegantes del 1800).

En la vitrina contigua se exhibe un tapado de noche en gasa estampada, tafeta y terciopelo de Doucet fechado en 1910 (firma francesa fundada en 1875 célebre por sus batas para la hora del té), un sombrero con plumas de avestruz de Caroline Reboux y un mantón de Manila dispuesto sobre una silla. Es todo el acervo indumentario a la vista por el momento.

Cuenta Patricio López Méndez, el curador del museo y el responsable de la muestra, sobre el perfil de la dueña de esas prendas: “María Elena del Solar Dorrego de Casal fue una conocida coleccionista de trajes antiguos que nació en 1922 –murió en agosto de 2008– y dedicó su vida al teatro independiente como productora, directora, escenógrafa y vestuarista multifacética y, de manera simultánea, fue la receptora de trajes antiguos de su familia y luego de todo su círculo de amistades. Ella fue un referente obligado para cualquier puesta en escena de época y así, casi sin proponérselo y sabiendo de su cariño y preocupación por este tipo de patrimonio, fue acumulando vestimentas y accesorios de la moda que consumió la elite argentina desde mediados del diecinueve hasta la primera mitad del siglo veinte, De ahí que su piso de la calle Quintana se convirtiera en un virtual museo de la moda que hoy nutre colecciones de museos como el Fernández Blanco o el Pueyrredón de San Isidro”.

Sobre la importancia de la donación, destaca López Méndez: “Esta colección es un muestrario representativo de las grandes casas de moda europea y porteña, muchas aún famosas y otras ya desaparecidas. Contamos con modelos de la casa Worth, Lanvin, Ducerf Scavigni, Doucet, Redfern, todas ellas representativas de la mejor moda francesa de fines del siglo XIX y XX y algunas casas porteñas que fueron una rareza, como Grenollers o Isoline, e incluso otras tiendas antológicas como Gath & Chavez y Harrods. La donación que nos llegó a través de Inés Panelo de Casal, la hija de María Elena, está conformada por vestidos, tapados, trajes sastre, calzado, sombreros y guantes de las casas mencionadas y otras que aún estamos investigando con el asesoramiento de especialistas extranjeros y suman más de cien piezas. Pero a la donación de trajes se agregó un álbum con ‘carte de visite’ y albúminas de 1860/70 y ’80 de la familias Green, Mayobre y Lumb, con firmas de los mejores fotógrafos establecidos en Argentina: Christiano Junior, Alejandro Witcomb, Santiago Lahore, entre otros. A estas joyas de la fotografía argentina se sumaron también unas hojas sueltas de otro álbum de 1912 que registra el viaje de los Green junto a las hermanas Ocampo, Victoria, Silvina y Pancha, a Londres con motivo de la exposición internacional. El total de fotos es casi un centenar en inmejorables condiciones y ya se están acondicionando y restaurando las más delicadas con la colaboración de la especialista en conservación de fotografía Marcela Pandulo, del museo Sarmiento, y el licenciado Diego Guerra, investigador del museo.

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