Viernes, 26 de octubre de 2012 | Hoy
MONDO FISHON
Por Victoria Lescano
Una puesta en escena efímera, como si se tratase de la celebración de un fashion show o un lanzamiento de objetos del mercado del lujo, fue la coartada de la bodega Chandon para sus parfums más preciados: los vinos de la familia Latitud 33º, ya en sus variantes Sauvignon Blanc, Chardonnay, Cabernet y Cosecha Tardía.
La acción transcurrió en el helipuerto del Edificio República, en el downtown –Tucumán 1– y en el interior de un cubo de acrílico cimentado sobre una estructura de hierro, casi una pieza de ingeniería llamada View Point, que cobijó un salón comedor y también un lounge para veintidós comensales. Emparentado con la modalidad de banquete rave y de aventura gastronómica en las alturas, participaron del ágape celebrado el jueves 18 tanto el actor Humberto Tortonese (remera con print de James Dean), Mike Amigorena (con atuendo rocker), pasando por el diseñador de joyas Celedonio Lohidoy, quien parece dejar cualquier atisbo de barroquismo a sus collares para en cambio vestir con sencillez. También estuvo la chef Narda Lepes (en denim y prédicas del casual wear afín a sus modos gastronómicos), mientras que la modelo Flor Torrente llevaba pantalón de silueta holgada y capa, símil poncho, en tonos de beige. Unos y otros se encontraron al desembarcar del ascensor que conducía al piso 21 y luego de atravesar varias escaleras que conducían a salas de máquinas casi en penumbras, para luego aterrizar en la superficie de un cubo brillante lo más parecido a una escena de ciencia ficción.
Ya en el cubo y su mirador, con fabulosas vistas de la ciudad desde las alturas y luego de una copa de Sauvignon Blanc, cual si fuesen creadores de trajes a medida, irrumpieron los chefs Tommy Perlberger y Bruno Gillot de la firma de catering EAT. Del plato que desfiló a modo de entrada, denominado “No es puro humo” (en su presentación, las camareras ataviadas con corbata negra y camisa blanca acarreaban pequeña campanas de acrílico, vajilla a tono con la fachada y el interiorismo para esa curiosa terraza en el helipuerto); cada pieza contenía volutas de humo pero además porciones de tartare de salmón fresco y ahumado que el manual de estilo de la velada indicó acompañar con copa de Chardonnay.
Acto seguido, ya en el happening autoproclamado por Perlberger y Gillot, “Cocineros en acción” emergió el plato principal y cual banquete de Asterix futurista: allí un cochinillo con puré de papas, vinagreta de portobello y chutney de chiles, pero iluminado con leds. Les seguirían los oficios musicales de un DJ y la irrupción de sonidos de hip hop y new styles a modo de pausa gastronómica.
Pero otro plato fuerte de la velada en el selecto mirador, cuya construcción requirió de ocho jornadas y que ofició de epílogo a la celebración, fue denominado “Arte en el mantel”. Para ello fue imperativo que un grupo de mozos despojasen la mesa de cualquier indicio del banquete y de vajilla, para luego desplegar una toile de papel denominada Tembec, y crear sobre su superficie una degustación de postres variopinta, que sería regada con copas de Cosecha Tardía y muy festejada por los asistentes.
Corresponde precisar que el restaurante efímero en las alturas fue ideado por Matías Kaplan, de la firma Venue Brand Experience, y realizado por Guille Lerner, del estudio Lerner Raffo, autor de un vasto listado de bellos restaurantes (de Bruni a Soul Café, y Manero y diversas acciones con anclaje en preceptos de la arquitectura efímera y el hedonismo).
Como explicó Denise Chanel, gerente de marketing de la firma, “los vinos Latitud 33º son varietales con un estilo bien definido, que se consigue mediante una cosecha no muy tardía y un buen balance de acidez que se logra en su zona de origen, enclavada en Mendoza, en un lugar tan especial como esta locación”.l
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