Viernes, 28 de abril de 2006 | Hoy
¿PARA QUIEN ME PINTO?
“La envidia es implacable”, reza el slogan de los maquillajes Magnolia que muestra a Magdalena Aiceaga, el emblema argentino de deportista, bonita y exitosa que –¿se supone?– las mujeres envidiamos. Hay un prejuicio que dice que las mujeres somos envidiosas. Y otro que dice que nos vestimos y cuidamos no para gustarles a los varones, sino para que nos envidien otras mujeres. Pero no es sólo un prejuicio. Es, directamente, una propaganda.
La marca de carteras Pustiche, de Brasil, se preguntaba en una campaña gráfica (que puede verse ahora en Buenos Aires en el Festival Iberoamericano de la Publicidad): “¿La azafata te pidió que guardaras tu bolso en el portaequipaje?”. Y sentenciaba: “Ah, es la envidia femenina”. No es excepción, sino regla. “Reduce arrugas y produce envidias”, se enorgullece Ponds, que muestra la foto de dos mujeres (pero una de ellas tiene clavado un pinche, de despecho, seguramente por tener la piel más lisa que su otra amiga). Ojalá que otros publicistas no envidien estas ideas.
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