“La princesa Griselda era tan hermosa que hacía perder la cabeza a cualquiera. Y no es sólo un decir.” Así empieza este cuento de humor negro, lúcido e incómodo, en la que la literalidad juega un rol muy importante, y en el que Isol desarma y retuerce el estereotipo de belleza asociado a las princesas. Todos los pretendientes de Griselda, conmovidos por su hermosura, pierden la cabeza, y ella, divertida, las colecciona. Hasta que esta princesa vanidosa y frívola crece, se convierte en madre, y pierde también la cabeza al contemplar la belleza de su hijita. Recuerda Isol que su editora en un primer momento le dijo que no se trataba de una historia para niños y dudó en publicarla. “Es un libro raro, no sabíamos qué iba a pasar. Pero veo a muchas nenas leyéndolo y les encanta. Cuando Griselda pierde la cabeza es el momento en que más feliz se la ve. Para mí en realidad es un libro muy tierno, pero depende de cómo lo leas. Me doy cuenta de que hay mucha gente reflexionando sobre cómo se representa el lugar de la mujer, ya no tan pendiente de los roles y deberes. En la Argentina este libro funcionó muy bien, pero en México, por ejemplo, una sociedad más machista y conservadora, no terminaron de entender el libro, no se ríen de Griselda.”
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