Esta boca es mía
Por S.S.
Claudia sigue ocultando su verdadero nombre a pesar de que hace tres años dejó la prostitución, después de 26 de ejercerla. Es tucumana, tiene 51 años, dos hijos y seis nietos. A fines de noviembre asistió a la III Jornada Interdisciplinaria sobre Delitos contra la Integridad Sexual y Trata de Mujeres, Niños y Niñas, y al terminar el panel sobre trata de blanca se levantó de su asiento y tomó la palabra que sentía le quitaban. “Nosotras sabemos de esos temas. Yo con mi experiencia de 25 años de trata de blanca, sentía que no podía ser que otras personas estén hablando por mí”, dice, orgullosa de esa valentía que jamás hubiera osado esgrimir durante los 25 años que vivió sometida por un gigoló, que la impactó primero, y después la hizo viajar por Italia, España, Alemania, ejerciendo la prostitución. “Por medio de la organización tomé conciencia de ir apropiándome de herramientas que me hagan crecer como persona. Conseguí apoyo psicológico en el Hospital Alvarez y pude dejar a este hombre que vivía de mí y que yo creía que era una pareja”, cuenta. A cinco años de esa decisión, empezó el 2003 estudiando Psicología Social en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo: “Vos imaginate empezar de nuevo a los 50... era un desafío que tenía que enfrentar”.