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Por Alejo Diz, desde Rosario

Las pretensiones con que llegó Gimnasia pasaron inadvertidas para aquellos hinchas de Central que sólo prestan atención a la suerte de su equipo. El equipo platense vino a Arroyito rogando por la inspiración de Lanús ante River, pero desatendiendo sus propias necesidades. Los pibes de Menotti jugaron su mejor partido del año, borraron de la cancha a Sava, dejaron en penitencia a Enría postergándolo a jugar siempre encerrado entre los marcadores y le pisaron la pelota a Gimnasia durante los 90 minutos, ante la impávida mirada de Ramacciotti en el banco. Perdió River y aún los cuatro puntos de diferencia tienen vigencia matemática, pero Gimnasia se volvió con una sensación de derrota que pareció ser muy superior a la pérdida de sólo tres puntos.
Desde que Menotti llegó a Rosario su discurso es invariable. Frente a un plantel que coarta cualquier intención ambiciosa y generosa del Flaco por su notoria ausencia de recursos, era inverosímil imaginar al equipo representando al imaginario colectivo que supone un equipo de Menotti.
Pero ayer los pibes le pisaron la pelota al Lobo. En defensa borraron a Sava a tal punto que pareció un petiso entre los centrales auriazules, Messera parecía un privilegiado por jugar en Primera y Enría quedó enredado entre las celosas piernas de los defensores.
Y con estas variables anuladas, Gimnasia se quedó sin argumentos para hacer pesar sobre el césped la ambición que ostenta en la tabla general. Entre el toque y el toque, Noce debió sacar diez pelotas de gol y Central se devoró más de una decena de jugadas de riesgo.
El equipo local tuvo polifuncionalidad en varios de sus hombres -aunque el concepto no sea del bagaje futbolístico del Flaco– y una dinámica desbordante, con carrileros como Papa por izquierda y Ferrari por derecha, un explosivo Arias y el vagabundeo goleador de Figueroa por todo el área.
El fondo visitante fue tan contemplativo que el equipo de Menotti llegó al gol con una receta ajena a la escuela del Flaco: centro al primer palo, peinada para atrás de Díaz, cabezazo de Figueroa que entraba por el segundo palo. Con pizarra en mano, Central se anotó el primero.
Gimnasia nunca logró responder. Ni siquiera a intimidar a Central. Con la prédica del Flaco, los pibes fueron por más. Con mayor determinación y con mejor fútbol. Y otra vez Figueroa, con excelsa definición, remató la suerte del encuentro a media hora de juego.
Los 300 hinchas de Gimnasia que se acercaron a Rosario quedaron aturdidos. Tanto como sus jugadores. Y el gol de Lanús ante River tuvo nula repercusión. Por entonces todos eran conscientes de que Gimnasia no tenía chances.
En el complemento, los pibes del Flaco no claudicaron. Fueron por más, pero Enzo Noce despejó todo y los jugadores desperdiciaron el resto. La victoria de Central era intocable. Así, Gimnasia ya suma 13 años sin ganar en el Gigante. La victoria de Lanús lo mantiene con chances. Pero la derrota no tuvo objeciones y los platenses dejaron Rosario con la convicción de que se dejaron pasar mucho más que tres puntos, y desconfiando de la oportunidad aritmética que aún devuelve su ubicación en la tabla.