CECA
CUPER y el Inter postergado
De Héctor Cúper, desde luego, no puede decirse que tenga la fortuna de su parte en los momentos decisivos. Ayer lo volvió a evidenciar al perder con el Inter el scudetto en la última jornada. Un resultado que refuerza el desgraciado rótulo de técnico “perdedor” que ya le pesa como una losa. Tras perder tres finales europeas consecutivas (Recopa 1998-99, con el Real Mallorca y ante el Lazio; y Liga de Campeones 1999-2000, contra Real Madrid, y 2000-01, ante Bayern Munich), ahora ha perdido, con todo a su favor, la Liga italiana, al caer en el Olímpico romano, también ante el Lazio, por 4-2.
Y eso que el Inter de Cúper tenía todo a su favor: se presentaba líder, por lo que dependía sólo de sí mismo; tenía un estadio que únicamente animaba a su equipo –pues hasta los seguidores del rival deseaban el triunfo de los milaneses antes que ayudar a su “odiado” Roma– y su equipo se puso en ventaja dos veces (0-1 y 1-2). Además, los augurios de los más veteranos tifosi del Inter decían que iba a tomar el relevo de otro técnico argentino ilustre, el verborrágico “Mago” Helenio Herrera, quien llevó en los años ‘60 al Inter de Milán a lo más alto del fútbol italiano, europeo y mundial, derrotando a Independiente en finales intercontinentales famosas.
Y es que la llegada de Cúper al Inter, tras su excelente trabajo en el Mallorca (1997-99) y en el Valencia (1999–2001), vino precedida, para los amantes de las comparaciones y de las cábalas, por “buenas señales”, por buenos presagios. Así, Cúper, al igual que Herrera –proveniente de Barcelona– llegaba desde el fútbol español, lo hacía con un Moratti en la presidencia y propiedad del Inter de Milán (Angelo, antes; y su hijo Massimo, ahora) y tras un período en que el banquillo del equipo milanés había visto desfilar a una lista interminable de técnicos en poco tiempo.
Cúper, serio en el trabajo, con entrenamientos considerados duros incluso en Italia, a diferencia de Helenio llegó al Inter con la etiqueta de perdedor, de que sus equipos llegaban a las finales, pero las perdían. Se olvidaba que Cúper logró con Lanús la Copa Conmebol ‘96, con el Mallorca la Supercopa de España ‘98 y con el Valencia la Supercopa de España ‘99. Además parecía no considerarse que ni los mallorquines ni el Valencia jamás habían llegado tan lejos. Esto eran “cosas menores”. A Cúper, además, le unía con Herrera el gran amor por su profesión, una total dedicación, el pragmatismo (o “amarretismo”) de sus equipos y su saber llevar al plantel en el vestuario. Para ello no dudaba en apelar a la “mano dura” cuando era necesario. Algo que mostró esta temporada en varias ocasiones. De salida, cuando al conocer declaraciones de Christian Vieri sobre su deseo de irse al Juventus, mandó su primer aviso al plantel: “No deseo a quien no quiera estar. Se llame como se llame”. Fue un aviso importante y el freno a un Vieri con siete cambios de club en ocho años.
Del mismo modo, durante la temporada, echó un pulso fuerte al ídolo Ronaldo. También fue muy duro con Ronaldo. Pese a que el brasileño decía estar ya recuperado de su grave lesión y que quería jugar, Cúper lo fue introduciendo poco a poco, administrando su vuelta para que no volviera a romperse por precipitarse, como le ocurrió en la anterior campaña. El tiempo pareció darle la razón: Ronaldo volvió, finalmente, en plenitud. Así, Cúper, al ganar la pulseada y obtener el reconocimiento de su autoridad como técnico ante Vieri y Ronaldo, también se ganaba al plantel todo. Su frase “lo importante es el grupo, por encima de las individualidades” marcó al vestuario.
Así, su trabajo y su inteligencia, además de un notable plantel, parecían un capital más que suficiente para llevarlo este año al triunfo.Pero, tras el desastre de ayer ante el Lazio, no ha podido cumplir la promesa que hizo en su primera conferencia de prensa como técnico del Inter, cuando citó a Helenio Herrera al decir: “Ganaremos todo y contra todos”. Pero el maleficio que parece perseguirlo más los errores puntuales en la cancha le han vuelto a cerrar las puertas del triunfo.