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Lunes, 7 de marzo de 2005

FúTBOL › MUCHOS DELANTEROS, POCO PODER OFENSIVO

El 2-3-5, un esquema medio chino que patentó Benítez

 Por Facundo Martínez

De la tarde de ayer en Avellaneda se pueden extraer dos postales bien diferenciadas. La primera es la de la gente de Racing, revoleando sus remeras, festejando el triunfo con euforia, cantando sobre la pista de una canción que sonaba por los altoparlantes; la otra, la imagen que dejó Boca en el transcurso del último cuarto de hora de juego, con cuatro delanteros en la cancha, con el lateral Baiano adelantadísimo, igual que los volantes Ledesma y Guglielminpietro, y sólo dos hombres defendiendo, Schiavi y Morel Rodríguez, y por último Abbondanzieri, aguantando que los locales, de contraataque, no convirtieran el segundo, el tercero, etcétera...
La de la gente de Racing era la obvia postal de la alegría desmedida. Es que durante gran parte del encuentro la producción del equipo de Guillermo Rivarola no despertaba suspiros ni mucho menos. Incluso el protagonismo se lo llevaba el árbitro Sergio Pezzotta, a quien le reprobaban todas las decisiones, y eso era consecuencia de un problema más profundo: la falta de fútbol propio. Después, tras la expulsión del Cholo Simeone, se iba a entender mejor el planteo de Rivarola. Aguantar la presión de Boca, que podía acaso vulnerarlo en alguna que otra situación, y tratar de liquidarlo de contraataque. Para eso Rivarola aguantó a Lisandro López y prefirió sacar el chico Guerrero, aunque éste había abierto el marcador en la primera etapa.
Racing manejó bien las variantes. No arriesgó Rivarola cuando perdió a Simeone, como no había arriesgado tampoco mientras lo tenía. La salida de Guerrero fue un pequeño sacrificio que, por más mísero que parezca, terminó saliéndole bien al técnico; Torres ocupó la posición del Cholo y Racing consiguió mantener las dos líneas de cuatro, cada vez más retrasada. Después, el ingreso de Mirosevic por Barrado y el de Carde- tti por López, en el final, no iban tampoco a desentonar; más allá de la tontísima expulsión del ex River, que recibió doble amarilla por protestar tras una jugada suya que había podido ser acaso el segundo de Racing. Levantaba Cardetti las manos, como pidiendo explicaciones al cielo; Rivarola miraba para otra parte, y pedía la hora, a lo gritos.
Lo que hizo en materia de cambios Benítez fue desopilante. No parecía una mala decisión el ingreso de Delgado por Donnet, en la reanudación que llegó luego de unos largos 25 minutos de descanso, pero lo raro vino después. En su desesperación por el empate, el entrenador decidió el ingreso de Palacio, festejado por los hinchas visitantes, y la salida del lateral Calvo. Cuatro delanteros en la cancha, pero ningún gol y escasas posibilidades. Encima, Baiano en posición de siete mandaba centro a lo loco y volvía cada vez más lento; se adelantaban los volantes –ingresó también Guly por Cardozo– y, cuando éstos perdían la pelota, sólo quedaban dos para defender. Si Racing no hizo más goles, y tuvo tres contras espectaculares, fue porque un resultado mayor hubiera sido demasiado premio.

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Un aplauso para el hachador: Diego Simeone, expulsado por doble amarilla.
 
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