Uno de los estereotipos del fútbol mundial indica que tanto Holanda como Portugal no son dos equipos que se caractericen por su sangre caliente. Sí se les respeta su capacidad técnica, su vocación ofensiva y su juego colectivo. Pero ayer en el Frankestadion jugaron un partido que desmitificó aquella estigmatización por la alta temperatura que le imprimieron al encuentro, que terminó quedando en manos de los portugueses casi de manera heroica. Con nueve futbolistas –Holanda con diez–, los muchachos del histriónico Luiz Felipe Scolari bancaron con todas las armas la avanzada naranja y se llevaron la batalla de Nuremberg, junto con la clasificación a cuartos de final para enfrentarse a Inglaterra.

Dos imágenes tras el final marcaron el dramatismo y la intensidad con la que se jugó un partido que contó con todos los condimentos posibles. Felipao, junto a sus colaboradores, desataba su euforia con un trencito infantil; Van Nistelrooy, que no ingresó al partido, se acercó al medio de la cancha y consoló uno por uno a todos sus compañeros que todavía permanecían, desolados, en el piso. Es que atrás habían pasado 90 minutos no del todo bien jugados, pero con mucho ímpetu, roces, polémicas, broncas, miles de amarillas, cuatro rojas y quejas de todo tipo.

La anécdota marcará que Holanda arrancó mejor el juego, pero Portugal acertó primero con una buena maniobra de Deco por la derecha que terminó con un buen centro para Pauleta. El centrodelantero aguantó y cedió para Maniche, que amagó y definió fuerte al primer palo para poner el 1-0. Con la ventaja, Portugal optó por replegarse y regalarle la iniciativa a Holanda, que no encontraba la fórmula para acercarse a Ricardo. Apenas lo consiguió con un doble enganche de Van Persie, pero su puntazo se fue por el segundo palo.

A esa altura, el clima estaba bastante cálido por un planchazo que recibió Ronaldo, que lo obligó a salir de la cancha. Entonces, desde afuera, Scolari lo increpaba a Van Basten y adentro empezaban a cruzarse feo: Costinha a Ooijer, Van Bommel a Figo, Nuno Valente a Van Persie. Hasta que Costinha vio la roja por una mano infantil y el partido entró en un terreno puramente anímico. Holanda atacaba como podía, Portugal se defendía con todo. Pudo estar el empate, pero el travesaño devolvió el zurdazo de Cocu. Había algunas pinceladas de fútbol, como una sutileza de Figo, un sombrero de Deco o una corrida y centro de Robben. Pero sobre todo había actitud y muchas mañas. Por una avivada de Figo echaron a Boulahrouz, pero por una gilada de Deco los portugueses volvieron a quedar en inferioridad numérica. Y mientras Scolari mostraba todo su repertorio de gestos y protestas, sus jugadores caían y se desparramaban ante cualquier roce. Exasperados, los holandeses se cansaron y no devolvieron una pelota tras una interrupción, lo que convirtió el estadio en una caldera: los alemanes se volcaron definitivamente con Portugal y chiflaron cada avance holandés. Y como los de Van Basten se la jugaron hasta el cierre con mil centros, el coro de silbidos acompañó los minutos finales, como para poner más tensión.

Tras el aguante en los seis minutos de descuento, llegó el desahogo para los portugueses, que festejaron hasta con avioncito frente a sus hinchas. Es que en un duelo de equipos tibios, se llevaron el triunfo por tener la sangre más caliente.

1-PORTUGAL

Ricardo; Miguel, Ricardo Carvalho, Fernando Meira, Nuno Valente; Costinha, Maniche; Figo, Deco, Ronaldo; Pauleta.

DT: Luiz Felipe Scolari.

0-HOLANDA

Van der Sar; Boulahrouz, Ooijer, Mathijsen, Van Bronckhorst; Van Bommel, Sneijder, Cocu, Van Persie; Kuyt, Robben.

DT: Marco van Basten.

Estadio: Franken Stadion (Nuremberg).

Arbitro: Valentin Ivanovx (Rusia).

Gol: 23m Maniche (P).

Cambios: 33m Simao por Ronaldo (P), 45m Petit por Pauleta (P), 56m Van der Vaart por Mathijsen (H), 68m Heitinga por Van Bommel (H), 79m Tiago por Figo (P) y Heseelink por Cocu (H).

Incidencias: 45m expulsado Costinha (P), 62m expulsado Boulahrouz (H), 68m expulsado Deco (P), 90m expulsado van Bronckhorst (H).