El partido arrastraba un pronóstico demasiado inclinado como para pensar en un desarrollo más o menos parejo: Estudiantes llegaba a Santa Fe con la valla invicta, mientras que Colón trataba de esconder la más vencida del torneo, con nueve goles en contra en apenas dos partidos. Lo que se vio en la cancha terminó respondiendo a las tendencias y no necesitaba de los errores del árbitro Juan Pablo Pompei para inclinarse en el sentido en que estaba predestinado.

La victoria de Estudiantes fue muy festejada por los 3500 hinchas que viajaron desde La Plata porque lo sostiene en la punta del Apertura junto a Boca, pero también fue recibida por una sonrisa por los amantes del fútbol, que volvieron a ver en tierra autóctona una interesantísima demostración de Juan Sebastián Verón: el ex volante de la Selección Argentina manejó los tiempos de un equipo armado para pelear en la medida en que no desperdicie tantas situaciones de gol, como le sucedió ayer: contra un equipo como Colón tuvo margen para equivocarse y no ser penado; quizá contra equipos más sólidos, como los que se encontrará, no tenga tantas oportunidades.

En el balance, Estudiantes siempre fue más que el equipo local: sus ideas resultaron más claramente aplicables a lo que el partido demandaba, aunque es cierto que el panorama se le facilitó gracias a un error de Pompei. Un rato después de que una jugada dudosa en el área visitante (Sand cayó y los locales reclamaron penal) fuera ignorada por el árbitro, Pavone se llevó por delante la pierna de Piccoli en el área de enfrente y, esta vez, Pompei pitó por la pena máxima. El delantero se encargaría de transformar la falta en la apertura del marcador, con un disparo esquinado. Más tarde, acaso todavía ofuscado por lo que había sucedido, Sand se hizo echar, Colón quedó con un hombre menos y desde el campo se desprendió un inconfundible tufillo a partido terminado.

A esa altura, Estudiantes ya era superior gracias al despliegue de Verón en la zona de gestación, acompañado eficazmente por Sosa, y sostenido en el quite por la tarea de Galván y Braña. Desde allí abastecían con criterio los arrestos de los delanteros, Calderón y Pavone, pero el papel cumplido por Verón fue muy lucido, desde el corte hasta la administración de la pelota, por su facilidad para leer los tiempos del juego, por su clase para hacer circular la pelota.

Esa diferencia no se plasmó en el marcador porque Estudiantes eligió usar la ventaja para jugar el papel que mejor le cae, el del contragolpe. Inclusive permitió el crecimiento de Colón en el complemento, generado a partir del ingreso de Iriarte, especulando con explotar el adelantamiento en la cancha de manera de ganar la espalda de la defensa local con la velocidad de sus dos delanteros.

Se los fueron perdiendo sucesivamente Pavone, con un zurdazo que salió cerca; Alayes, que remató desviado luego de un corner; Verón, cuyo remate de media distancia tapó Tombolini; Sosa, que no pudo resolver con jerarquía ante el arquero local. Recién a diez minutos del final, tras una gran jugada de Sosa, Pavone definió acertadamente y cerró el marcador de un partido que en la teoría estaba definido largo rato atrás. No pudieron sostenerse en la punta ni River, ni San Lorenzo, ni Independiente. Pero Estudiantes sí, y su sueño hoy no tiene fronteras.