Lunes, 21 de agosto de 2006 | Hoy
CONTRATAPA
Por Gustavo Veiga
El aumento del 37,66 por ciento en el contrato del fútbol televisado, algo así como un salto sin red desde los 93,5 millones de pesos que recibían los clubes hasta ahora, a los 150 millones que cobrarán a partir de este mes, llama bastante la atención por la aparente generosidad de las cifras. El acuerdo, discutido el jueves 10 en la sala de sesiones de la AFA y aprobado por su Comité Ejecutivo el martes 15, sugiere algunas preguntas que, por el momento, no tienen respuesta. Ni siquiera del propio Julio Grondona, quien declinó referirse al asunto en los últimos diez días.
¿Es posible que los dirigentes hayan mutado de mediocres negociantes a hábiles operadores del negocio que regentean? ¿Es factible que Torneos y Competencias (TyC) y Televisión Satelital Codificada (TSC) tuvieran un gesto de desprendimiento desusado con las arruinadas tesorerías de sesenta asociaciones civiles? ¿El incremento colma realmente las expectativas de esas instituciones, desde Boca hasta Defensores de Cambaceres? ¿O qué les pidieron a cambio?
Si la suba de una temporada a la otra equivalió a 56,5 millones de pesos, cuando en años anteriores los aumentos eran en cuentagotas, habría que creer en una nueva expansión del mercado del cable. Este mes, Multicanal incrementó su tarifa básica de 67,20 a 70,50 pesos, y las señales deportivas de las que se nutre el sistema tienen cada vez más segundos de publicidad. Quizá por esas condiciones favorables y otras que no vienen al caso, o porque el producto fútbol venía demasiado relegado, los clubes cobrarán más dinero para, de inmediato, hacer una transferencia de caja y abonar sus pesadas deudas.
Desde el 28 de junio de 1985, cuando se firmó el primer contrato entre la AFA y TyC, no es sencillo recordar un aumento como el que se otorgó esta vez. El silencio de las voces oficiales hace más sugestivo el convenio, que incluso se anticipó un año en los plazos de renovación que tenía fijados: las empresas adelantarán lo que hubieran pagado en agosto de 2007. “Cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía”, sugirió uno de los dirigentes críticos, quien a diferencia del mutismo de Grondona prefirió el off the record.
En la AFA elogian el acuerdo y niegan que se haya entregado algo a cambio. No quieren oír el rumor instalado en el ambiente de que la relación comercial entre el fútbol y la TV se extendería más allá del 2014. “Yo entiendo que fuimos unos afortunados cuando nosotros hicimos aquellos primeros contratos”, sostenía Grondona el 9 de septiembre de 1999, en una de las tantas declaraciones de gratitud para con Carlos Avila y el Grupo Clarín, con quienes mantiene una tan extensa como estrecha vinculación.
Entre los dirigentes, no son pocos los que piensan que este aumento es una zanahoria. Porque consideran que todavía está lejos de los 300 millones anuales que pretenden cobrar, a razón de un canon de 3 pesos por abonado al sistema de cable. Los principales operadores, además de la tarifa plana de 70,50, recaudan unos 26 pesos mensuales por casa a cambio de los dos partidos que codifican cada semana. Estas son las cifras que jugaron en la mesa de negociaciones; lo que no variará es la forma de pago: doce cuotas mensuales de 15 millones hasta completar los 150 en agosto del 2007.
Dicha suma, si se convierte a dólares con la divisa cotizada a 3 pesos, rondaría los 50 millones. El monto, transformado a la moneda estadounidense, es inferior a lo que embolsaban los clubes cuando TyC y TSC decidieron pesificarles los contratos en el 2001, luego de la devaluación. Hasta entonces, las instituciones cobraban 64 millones de pesos o billetes verdes por temporada, en los últimos meses del Plan de Convertibilidad ideado por uno de los padres de la deuda externa, Domingo Cavallo.
En aquella época, y en el marco de un país que había sufrido una implosión económica, con millones de víctimas entre trabajadores, jubilados, desocupados y ahorristas, las empresas ofrecían una suba de sólo el 10 por ciento sobre el contrato ya pesificado. Habían argumentado una caída en la pauta publicitaria de la TV que ya no se compadece con estos tiempos donde abundan los comerciales. Esa puede ser una de las razones del 37,66 por ciento que se concedió, aunque es difícil de comprender a qué se debe semejante aumento, aquí y ahora. ¿Boca y River se pusieron firmes? ¿Grondona se frotó el anillo? ¿TyC y TSC llevaron a la práctica la impresentable teoría del derrame económico?
Por ahora, nadie lo quiere decir. Habrá que estar atentos a las próximas novedades del contrato más largo de la historia.
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