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Boca no confrontó con River, ni con Racing, Central o Vélez, y de los grandes hasta ahora sólo se enfrentó al caído San Lorenzo; no juega bien más que de a ratitos; no tiene ningún ídolo desde que se fue Riquelme, ni un goleador desde que se fue Palermo; está lejos de aquel equipo deslumbrante del primer campeonato que ganó con Bianchi, pero los números
le juegan a favor: con cinco triunfos y una derrota es el único líder del Clausura y por eso, aunque juegue con titulares, con suplentes o con mezcladitos, la gente llena la Bombonera, arma fiestas de color, disfruta, celebra y pronostica, muy convencida, vueltas olímpicas de la mano de Carlos Bianchi.
Ayer, Boca ratificó su condición de puntero, que habían cuestionado el sábado Central y Racing, superando a Lanús, uno de los peores equipos del campeonato, con una facilidad mucho mayor que la que parece denunciar el 3 a 1 del resultado final. Antes de los cinco minutos ya ganaba 1 a 0; apenitas pasado el primer cuarto de hora estaba 2 a 0, y a los 35 ganaba 3 a 0, sellando todo. Sobre el final de la etapa, Abbondanzieri dejó pasar una masita de Moreno y redujo a dos la diferencia, pero después no pasó nada, ni en el juego ni en el marcador.
A Lanús no le había ido nada mal en el partido del Apertura cuando se colgó del travesaño y ganó con un penal que pateó Leo Rodríguez, y por eso Chiche Sosa imaginó que con un planteo ordenado, prolijito y de mucha marca podía hacer doblete. El técnico paró una línea de tres (Ribonetto, Galván y Hoyos) metió un poco más adelante a Carboni y a Moreno haciendo marca personal sobre Ezequiel González y Donnet, y destinó funciones de contención a Salomón y Eros Pérez. Todos para marcar, tapar, cubrir, hacer pasar el tiempo, especulando con la desesperación del rival. Los papeles se incendiaron muy rápidamente, cuando Tevez le amagó a Galván y metió un flechazo, desde el vértice del área en el ángulo derecho de Flores. Lanús, obligado a salir, se descompensó, dejó demasiado espacio libre entre sus líneas y se expuso a la llegada masiva de un equipo dos veces más veloz. Mientras Ezequiel González se llevaba de paseo a Carboni y Estévez desbordaba una y otra vez a Hoyos, Clemente subía por el lateral, el toque salía fluido y se veían llegar nuevos goles. El segundo lo hizo Donnet, con un toque de cachetada después de un pase exacto de Tevez, y el tercero lo convirtió Ezequiel González, con un hermoso zapatazo desde la izquierda, a 25 metros del arco. Lanús, a todo esto, atacaba más por instinto que por convicción y en uno de esos avances Moreno sacó un tirito, Abbondanzieri se olvidó de poner el cuerpo detrás de las manos y fue gol. Si Boca no redondeó la goleada en el segundo tiempo fue porque Estévez no supo definir lo que él mismo creaba, y porque Ezequiel González bajó su rendimiento y le faltó la suerte y la efectividad que había tenido en el primer tiempo.
Por las buenas actuaciones de sus laterales, de la dupla Pinto-Silvestre en el medio y los chispazos de Donnet-González-Tevez, por el buen rendimiento colectivo, Boca logró iluminar su presente ante Lanús, que es una sombra.