Lunes, 4 de marzo de 2013 | Hoy
FúTBOL › EL RETORNO DE RIQUELME A LAS CANCHAS NO PRODUJO LA DIVERSIóN QUE SE ESPERABA
Todas las miradas estaban fijas en el astro, que no defraudó, pero el equipo dio muchas ventajas atrás y ni Riquelme en su mejor momento puede salvarlo. Unión cortó una racha de 26 partidos sin victorias aprovechando las ventajas.
Por Juan José Panno
El mismo día que se concretó el regreso de Juan Román Riquelme a Boca se empezó a especular con que su reaparición se iba a producir en la cuarta fecha del campeonato, en la Bombonera, contra Unión. Un equipo de fondo de la tabla, con una larga racha sin victorias, seguramente no iba a ofrecer mucha resistencia y se presentaba como el rival ideal para la celebración. Error. Los pronósticos no contemplaban la probabilidad de lluvia de desaciertos de la propia defensa de Boca ni el agrande de los santafesinos ante las facilidades que se les daban. La fiesta no fue de Riquelme, ni de Boca; fue de Unión, que dio el gran golpe en la Bombonera. Hacía 26 fechas que no conseguía una victoria, hacía mucho tiempo que no recibía tantos regalos, hacía mucho tiempo que no dejaba flotando la sensación de batacazo y sorpresa.
Todos los ojos estuvieron clavados sobre Riquelme, desde el mismo momento en que empezó a rodar la pelota. Al cabo de los 90 minutos, porque jugó todo el partido pese a las presunciones de que no iba a aguantar más que un tiempo, se pueden sacar algunas conclusiones: está físicamente bien, entero, al menos con un despliegue similar al de aquel jugador de la temporada anterior. Fue, junto con Erbes, de lo mejorcito de un equipo que apenas pasó de los 4 puntos de promedio. Estuvo lejos de su mejor nivel, pero hay que anotarle varios puntos a su favor. De lo bueno y lo malo de su actuación, se rescatan estos aspectos:
1. Fue el que más veces pateó al arco. En el final del primer tiempo metió un chanfle con el borde interno, después de una buena combinación con Clemente, que hizo salir la pelota cerca del poste. En el segundo levantó una volea cerca del travesaño y, poco más tarde, cruzó otra pelota que también salió cerca de un caño, después de un fenomenal amague. También tiró un par de veces más, sin potencia a las manos de Perafán.
2. Fue el eje del equipo en sus mejores pasajes, que se produjeron entre el arranque del segundo tiempo y el tercer gol de Unión. En ese lapso tocó, buscó, se mostró, entregó la pelota siempre redonda y se animó a buscar de media distancia. Cuando Burdisso le obsequió la pelota a Franzoia, en el inicio del golpe de gracia de Unión, todo Boca, con Riquelme incluido, se hundió en la resignación.
3. Pidió la pelota siempre y casi no hizo pases equivocados, aprovechando que Unión no le hizo marca a presión ni lo forzó al error.
4. Ejecutó dos corners y varios tiros libres a más de 25 metros del arco, desde los costados y de frente. La mayoría de sus centros fueron a parar a la testa de sus compañeros, que en general cabecearon muy forzados, incómodos. Uno solo de esos tiros libres fue cabeceado con cierta libertad por Burdisso, pero su remate fue directo a las manos del arquero adversario. No tuvo la posibilidad de ningún lanzamiento libre desde las proximidades del área grande.
La reaparición se soñaba con un gol o con alguna asistencia para un gol, con un triunfo claro del equipo, con la salida en la mitad del segundo tiempo en medio de una ovación, con el partido ya liquidado, pero pasó que la línea de fondo convirtió al partido en una pesadilla.
Riquelme miraba desde lejos cuando Albin y Caruzzo se durmieron y permitieron el encuentro entre Franzoia y Lizio que terminó con la pelota picada hacia la red, en un mano a mano con Orion.
Riquelme vio a la distancia cómo Burdisso fallaba en un cruce y Bianchi después de bajar la pelota con la zurda la cruzaba al segundo palo con la derecha, en el segundo gol.
Riquelme ya era casi un delantero cuando Burdisso cometió el garrafal error que sepultó el intento de reacción de Boca.
En todo caso y si se divide la cancha a segmentos, a Riquelme se le puede atribuir alguna responsabilidad en no haber conseguido que Boca marcara más que un gol, pero nunca de las defecciones de los defensores.
Jugando así, defendiendo así, a Boca no lo salva ni este Riquelme, ni el de las épocas gloriosas.
Estadio: Boca.
Arbitro: Néstor Pitana.
Goles: 26m Lizio (U); 35m, Bianchi (U); 61m, Magnín (U); 88m, Silva (B).
Cambios: 62m, Colazo (B) por Rodríguez; 66m, Imbert (B) por Ledesma; 70m, Míguez (U) por Galván; 75m, Cavallaro (U) por Magnín; 86m, Blandi (B) por Palacios; 90m, Moreno (U) por Montero.
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