Cuánta angustia contenida en esa corrida con la boca llena de gol de Franco Sosa. Cuánta sed de revancha en ese abrazo interminable entre Juan Manuel Llop y su ayudante de campo Jorge Gabrich. Cuánta alegría desatada en esa multitud que revolea lo que tiene a mano sin importarle el diluvio que cae del cielo. Ganó Racing.

Todo estaba dado para que la tarde fría de Avellaneda fuera la de la resurrección. La llegada de Llop le dio un aire nuevo al equipo. El entrenador aún no está contaminado por la ansiedad del mundo Racing y en estos pocos días sólo se abocó a entrenar –doble turno si era necesario–, a inflar anímicamente a un grupo que se derrumbaba y a acomodar las piezas lo más simple posible para que el cambio no fuera brusco pero se notara.

No tuvo que hablar de cheques rechazados o de atrasos en los cobros. La gente entendió el mensaje y ayer sumó: al revés de lo que venía ocurriendo en los últimos encuentros en el Cilindro, primero alentó y recién después se acordó de De Tomaso y Cía. Los jugadores también se engancharon con la idea y, a la suma de voluntades habitual cada vez que Racing sale a una cancha, le aportaron un poco de serenidad para elegir los mejores caminos que condujeran a los tres puntos. Como enfrente estaba Arsenal, que lucha por volver a ser pero que está más cerca de terminar un ciclo que de encarrilarlo, la ilusión de cortar la maldita racha tomaba fuerza.

Llop no fue Mandrake (como lo postuló Bianchi) pero su equipo mostró algo tan simple como relevante para estas circunstancias: cada jugador jugó donde mejor se siente. Matías Sánchez fue el mejor ejemplo. El pibe que salió campeón con el juvenil usa la 4 pero no es lateral como muchas veces lo hizo jugar Micó. Junto con Bastía, ayer fue el eje en el medio y tuvo panorama para saber cuándo soltarse y acompañar a los de arriba.

En el fondo, Cáceres y Mercado no tuvieron problemas en la zaga y los laterales se la rebuscaron (mejor Sosa que Gonzalo García) para no pasar sobresaltos. En el medio, Chatruc y Bastía serán irremplazables en este nuevo ciclo. Jueguen bien, regular o mal, le dan el aplomo y la experiencia vital para este momento delicado. El mediocampista derecho jugó un buen primer tiempo y en el segundo le pasó factura el físico y bajó el nivel. Lo de Bastía fue a la inversa, creció con el correr de los minutos y terminó siendo una pieza clave para aguantar el 1-0.

El lunar que Llop intentará disimular está en el sector ofensivo. Maxi Moralez está lejos del nivel que lo llevó (a bajar el nivel) a Rusia y a la dupla Avalos-Sava todavía le falta feeling. Pero Racing ganó. Y después de mucho tiempo su gente se fue con una sonrisa de la cancha. Cantando por las calles y recordando en su interior el derechazo de Sosa de tiro libre que se metió junto al ángulo izquierdo de Orcellet. Dejando de lado, al menos por un rato, la calculadora e ilusionándose como sólo ellos saben.

La dura mochila fue abandonada ayer. De ahora en más, en la tabla de posiciones la columna de partidos ganados ya no estará vacía. Es cierto, no jugó un gran partido, no goleó, no mostró un fútbol vistoso ni armó jugadas lujosas. Pero Racing ganó.

Se sacó toda la mufa y está Chocho.

Comentó: Mariano Verrina.

Estadio: Racing.

Arbitro: Javier Collado.

Gol: 62m Sosa (R).

Cambios: 45m Espínola (4) por Corro (A); Yacuzzi (4) por Leguizamón (A); 64m Bottaro por Carrera (A); 71m Zuculini por M. Sánchez (R); 78m Bonet por Chatruc (R).

Incidencias: 72m, Expulsado Báez (A).