AUTOMOVILISMO Y MOTORES › CON LA NUEVA FERRARI F2003-GA
Michael Schumacher mostró su fuego sagrado
El quíntuple campeón mundial mostró una vez más su clase conquistando su tercera victoria consecutiva de la temporada después de que su auto casi se incendia cuando la manguera con la que lo estaban reabasteciendo en los boxes se prendió fuego. Lo apagaron, puso primera, y cuando Juan Pablo Montoya abandonó, no tuvo contra.
Ni siquiera un principio de incendio en su Ferrari pudo impedir que Michael Schumacher ganara el Grand Prix de Austria, su tercera victoria consecutiva en el Mundial 2003 de Fórmula 1. En la 23ª vuelta, durante su primer reabastecimiento, hubo fuego en la boca de la manguera de combustible y por un momento se pudo pensar que los adversarios del alemán iban a recibir una ayuda del destino.
“Miré para saber qué ocurría –contó luego Schumacher–. Vi el fuego, pero no era nada terrible y los mecánicos lo apagaron. Seguí adelante porque no hubo daños en el auto.” Tan simple como eso. Ni siquiera un gesto de inquietud, nada. Apenas un movimiento de la mano para limpiar la visera de su casco, salpicada por los extintores de incendio.
“Pude ver el fuego y pensé que quizá los mecánicos pensaron que tenía frío y decidieron calentarme –bromeó el alemán tras la victoria–. Pero el equipó efectuó un trabajo sensacional y controló perfectamente la situación, reaccionando con velocidad en el uso de los extintores.”
Los sistemas de reabastecimiento, en uso desde 1994, son construidos por la empresa francesa Intertechnique, cuestan 170 mil dólares cada uno, y permiten una carga de 12 litros de nafta por segundo.
En más de una oportunidad los equipos de Fórmula 1 solicitaron a la FIA poder construir sistemas propios para reducir los márgenes de riesgo, ya que no es la primera vez que un coche toma fuego en los boxes durante la recarga: se recuerdan los pavorosos casos del Benetton de Jos Verstappen en el Grand Prix de Alemania de 1994 y el de Eddie Irvine en el GP de Bélgica de 1995.